Hace escasas fechas Joe Elliot, vocalista de Def leppard, declaró que su banda, uno de los estandartes de la New Wave Of British Heavy Metal, jamás había practicado dicho género. Unas declaraciones en clara sintonía con la progresiva deriva de la banda hacia unas posiciones cercanas al pop más insustancial y que ha convertido a la que fuese una de las formaciones más exitosas de la historia, -a pesar de las dificultades encontradas en el camino- a una posición que les ha sumido en el más completo olvido por parte del público general. Habiendo sacrificado las esencias que una vez les encumbraron a la cima de Billboard estadounidense, fueron incapaces de asumir que cuando decidieron reorientar su sonido hacia posiciones más cercanas a la radio fórmula de los 90 ya eran demasiado mayores como para captar el interés del público adolescente que determina el éxito de ventas. Una decisión que su principal “competidor” durante las década de los 80, Bon Jovi,  si supo tomar en el momento adecuado –dejando de lado que se comparta o no-y que tan buenos réditos comerciales le ha proporcionado. De esta forma tenemos una banda con tres décadas a sus espaldas y cuyo recuerdo solo se mantiene vivo gracias a que los fans del heavy metal, los mismos que los apoyaron en sus principios, aquellos que compartieron espacio en los conciertos con adolescentes en los momentos de máxima popularidad y los que consiguen que todavía no caigan en la categoría de dinosaurios del rock.

Estas razones son las que justifican un más que comprensible enfado por parte de los fans, sabedores que las lujosas propiedades de los integrantes de las banda son en parte gracias a su apoyo. Resulta dolorosa comprobar como quienes se integraron en la exitosa NWOBHM desprecien ahora aquel vital impulso que les permitió participar en afamados escenarios como el festival de Reading y que les brindó la oportunidad de destacar entre la multitud de bandas que por entonces buscaban labrarse un futuro profesional. Sobre todo porque sus declaraciones se desdicen simplemente recurriendo a la colección de discos de cualquier particular o las hemerotecas de la época. Porque si bien Hysteria es un Hard Rock comercial y amigable y Pyromania una transición entre esta fórmula y el heavy metal clásico, son sus dos primeros discos (On Trough The Night y High ‘n Dry) los que dejaron claro que aquella energía juvenil no fue enfocada al pop rock del que hoy día la banda quiere convertirse en abanderada.

Probablemente sea On Trough The Night el disco más desconocido de su discografía, siedo el recurso más fácil para demostrarlo acudir a sus recopilatorios, donde sus temas brillan por su ausencia. Probablemente la banda no quiera que se les vuelva a vincular con un disco en el que la apuesta por el heavy metal de corte clásico, en clara sintonía con el resto de integrantes de la NWOBHM. Esto se traduce en una composiciones directas, con ciertos rescoldos épicos vistos de forma muy fugaz en LPs posteriores, preponderancia de unas guitarras gemelas agresivas, una base rítmica más contundente y acelerada, además de una labor como vocalista de Joe Elliot a años luz de la pose de ídolo adolescente que caracterizaría su trayectoria posterior. La labor de Tom Allon, productor habitual de Judas Priest de la época, logró recoger la energía que desprendía una banda cuya media de edad oscilaba entre los 18 – 19, dando a luz un sonido sucio y callejero, pero sin la impronta underground de muchos de sus contemporáneos. Ecos de influencias clásicas en esta generación son una constante, como AC/DC, UFO, Rainbow, Thin Lizzy y los omnipresentes Judas Priest, además de aspectos claramente deudores de bandas clásicas de los 70, como T Rex (largamente admirados por Elliot) y Queen.  Por no hablar de la presencia de Pete Willlis, uno de los principales compositores de la banda, además de mucho más energético y compenetrado con Steve Clark de lo que ulteriormente estaría Phil Collen, más cercano al Hard Rock melódico. Un conjunto que dista mucho de las pulcras producciones de Mutt Lange desde Pyromania, en las que se optó por un sonido más amigable y cercano al gran público, aunque en la práctica el exceso de arreglos chocase con la imposibilidad de reproducirlo de forma fidedigna en directo.

Las pretensiones de la banda son patentes con el tema que abre el track list, “Rock Brigade”, uno de sus más enérgicos y contundentes temas y una elección más que adecuada con la que inaugurar su carrera. Destaca un trabajo de guitarras aceleradas, con riffs contundentes y rápidos, en el que la labor de Willis y Clark sobresale por su compenetración en los duelos a seis cuerdas. Un tema que perfectamente podría haber sido firmado por UFO en los 70, aunque con un agradable deje a AC/DC y presencia de cabalgadas deudoras de Thin Lizzy.

Parecida senda sigue “Hello América”, canción que parece anunciar el futuro de la banda y probablemente el tema más conocido del disco. Sigue la senda de su predecesora, pero con el añadido de veloces teclados y ocasionales coros obviamente influenciados por Queen.

“Sorrow is a woman” supone uno de los primeros coqueteos de la banda con las power ballads, aunque carente de la ampulosidad y e incluso cursilería de la que harían gala a a posteriori. Melódica y relajada, en ella también tienen cabida momentos contundentes y emotivos. Esta tónica queda rota gracias a “It Could Be You”, que retoma la agresividad de las dos primeras pistas, aunque con mayor presencia de melodía.

Los medios tiempos hacen acto de presencia con “Satellite”, tema que destaca por unos coros menos empalagosos de lo habitual en la banda, además de estar dominado por unos riffs más trabajados que el resto del disco, dejando un poco de lado el rock visceral para adentrarse por caminos más técnicos, que empezaban a asomar a manos de algunos de sus contemporáneos.

“When The Walls Came Tumbling Down” cubre el primer cupo de épica, mediante un tema largo, con la clásica intro de este tipo de composiciones, que dejar paso a una canción enérgica que nunca ha recibido el reconocimiento merecido, a pesar de  ser una de las más destacadas del disco. Las esencias de la NWOBHM cuentan con su porcentaje de gloria gracias a Wasted, en el que máximas como rapidez y contundencia se cumplen a rajatabla.

Los primeros devaneos de la banda con el llamado “pop metal” cuentan con su porcentaje de protagonismo gracias a Rocks Off, aunque sin llegar a los excesos ulteriores. Un tema que, más que una concesión a la comercialidad, parece un momento de relax y desenfado con el que aligerar la crudeza del sonido que caracteriza este disco. Tras este paréntesis, “It Don´t matter” retoma la senda anterior, aun siendo un tema que rebaja la media del conjunto por ser una composición correcta pero sin un brilla especial.

“Answer To The Master” es uno de los pocos momentos en el que Rick Allen, batería, tiene su momento de gloria, gracias a un solo en el que compensa su limitada técnica con la energía propia de su juventud, perfectamente integrado en la canción con uno de los mejores trabajos de la pareja de guitarristas.

Overture es, paradójicamente, el cierre del disco, destacando por cubrir la cuota de épica necesaria en cualquier disco de la NWOBHM, mediante el uso de una intro y un cierre melódico y a medio tiempo, con la función de abrir y cerrar un tema de 8 minutos en el que ciertos cambios de ritmo le hacen destacar.

27 años después de su publicación, resulta indignante que este fabuloso debut permanezca descatalogado en nuestro país, con el agravante de una anterior edición de pobre presentación. No seria mala idea una reedición que recuperase el escasísimo material en directa de esta época de la banda y de paso recordar a sus integrantes que una vuelta a las raíces que les hicieron triunfar podría ser el camino a seguir.

José Antonio Martín Pablos

Grupo:Def Leppard

Discográfica:Vertigo

Puntuación:8

Canciones:

  1. Rock Brigade
  2. Hello America
  3. Sorrow Is a Woman
  4. It Could Be You
  5. Satellite
  6. When the Walls Come Tumblin Down
  7. Wasted
  8. Rocks Off
  9. It Dont Matter
  10. Answer to the Master
  11. Overture

Año:1980