Darksound: No Return Road

No cabe duda que algo cambia poco a poco en el panorama nacional tanto del rock como del metal. Al menos a mí no me cabe duda, y para bien. Ya no hay una visión de solo los cuatro grupos de siempre haciendo su estilo lineal donde en la variedad no está el gusto.

Multitud de formaciones jóvenes se van abriendo paso, y poco a poco aparecen más y más nombres que quieren dar que hablar. Que lo hagan o no dependerá de multitud de factores; pero en algunos casos no será por falta de ganas y de calidad. DARKSOUND podría ser uno de esos casos.

Procedentes de Badajoz, Darksound son una banda de rock, en un sentido bastante amplio. Su formación dista ya de hace casi diez años, quedando definitivamente en el año 2001 Pedro como cantante, Rykk y Javier en las guitarras, encargándose el primero también de los coros, Jesús tras la batería y David al bajo. En todos estos años, algunas demos y un prometedor disco de debut han servido para que la esperanza con su segunda obra fuera en aumento, confirmando los buenos presagios que había. Su sonido recuerda a multitud de bandas según el tema, sabiendo acelerase, embrutecerse o calmarse según el tramo de sus composiciones. Si en ‘Tsunami’, primer corte, podrían parecer unos Placebo duros por el tono de Pedro, pronto saben cambiar para no sonar a nadie en concreto ni mantenerse en la misma línea durante los trece temas de este ‘No Return Road’; aún así, hay otros donde la banda de Brian Molko me vuelve a la cabeza de una manera más rockera, como en ‘Hong Kong Holidays’, a mi juicio, la mejor del disco. Más clásica y pesada suena ‘Polinesian Art’, y es a partir de ella y de ‘Red Knees’ donde se empiezan a ver similitudes con A Perfect Circle y otras bandas de ese estilo… pero a su manera. Ya que la velocidad y agresividad que muestran en ‘Rumanian Safari’ o la contundencia de ‘Trygliceratops’ y alguna parte de ‘Air Shuttle’ sería impensable en la banda de Billy Howerdeel y Maynard James Keenan, pero sí las líneas de ‘Cosmetica’, ‘Arena’ o ‘Random Keys To Open Doors’, más calmadas, con cierto aire melancólico, pero con identidad propia.

En definitiva, un disco para disfrutar; mas que un disco, un grupo, con todas las letras. Como siempre digo en estos casos, con grupos relativamente desconocidos, solo necesitan de un mínimo de atención para enganchar; porque estoy seguro de que pueden hacerlo a más de uno. Solo se necesita un pequeño cambio en la actitud de la gente para que grupos pequeños vayan haciéndose grandes; o al menos, más conocidos.