Gwar: Lust in Space

No hay que tomarse muy en serio a Gwar pues son una gran broma satírica disfrazada de monstruo que hace sátira de la política y la actualidad y se basa en Lovecraft y toda su imaginería terrorífica para trasladar al escenario todo su cabal imaginativo. Escuchar su música sin poder verles en directo es perder el tiempo, pues lo que se dice buenos, originales o con temas para el recuerdo… pues poco o casi nada. A pesar de ello es innegable que les tengo un cariño especial a sus primerizos trabajos como “This Toilet Earth” o “Ragnarock”. Este pasado Wacken cumplí mi sueño de verles en directo, pero reconozco que fue muy duro escucharles. No tienen nada de nada.

A pesar de todo cabe decir que “Lust in Space”, décimo-primer álbum en su haber, es de lo mejorcito que han grabado nunca, y eso se agradece. Sus inicios punk-thrash se han vuelto hoy en día más técnicos y hay algunos riffs realmente logrados. Sus coros siguen siendo funcionales y efectivos y los solos y detalles técnicos escasos y básicos.

La propia “Lust in Space” sorprenderá por el intenso riff de guitarra y en general todo el disco mantiene una sonoridad y un equilibrio espectacular. Pero lo que falla es lo de siempre, la composición. Ningún estribillo para el recuerdo ni nada destacable en su totalidad. Pero qué le vamos a hacer, es lo último que hay que buscar en Gwar, ¿para que necesitan ellos la calidad musical si en directo el pollo que montan es de dimensiones descomunales?

“Where Is Zog?” es el mejor ejemplo de su escaso esmero en buscar algo realmente interesante. Riff galáctico-thrash, medio rapeo en el que desarrollar sus ideas y un estribillo fácil y repetitivo. Siguen metiendo parrafadas, efectos raros de sonido como niños llorando y musicalmente siempre de cara y a degüello. Otro estribillo realmente cutre es el de “Let Us Slay”

Hay riffs muy intrincados como los de “Parting Shot” o “Damnation Under God”, pero que tampoco llevan a ninguna parte. En general el disco suena muy a thrash 80, especialmente por las partes medio rapeadas de Oderus Urungus y por los coros a grito pelado. Nada bueno, pero si les conoces, ese es precisamente su encanto…

Es imposible no encariñarse con la banda, que ha ganado bastante en lo musical (¡de verdad!), pero esos clásicos de antaño junto a los videoclips cutres se añoran (Cómo olvidar “Saddam a Gogo”). Un disco al que hay que cogerlo con pinzas e imaginártelo con todo el tinglado que llevan: pingüinos sodomizados que explotan, pollas lanzadoras de esperma, esclavos corriendo desquiciados o su nuevo juguete: el enorme Tyranosaurus Rex. Humor, buen humor y gore. Recordemos que la música que componen es un mero hilo musical a sus travesuras de látex y una buena excusa para salir de gira. “Posiblemente su mejor peor disco” (espero que algún fan del grupo alcance a entender la frase… explicarla sería largo).