Hoy hace apenas unos días de la lamentable noticia: la banda Arcturus se separa. Nada más enterarme, me he aprestado sobre las teclas de mi teclado para trasegar esta oda a modo de artículo sobre una de sus obras más emblemáticas, artículo que, por otra parte, hacía bastante que me rondaba la cabeza, pues éste es mi disco preferido de una de mis bandas preferidas.

No es descabellado afirmar que “La masquerade infernale” es una de las obras más revolucionarias y extremadamente innovadoras del metal de los 90, trabajo que en su día catapultó a sus creadores al primerísimo plano de todas las críticas y estanterías de cedés que se precien de eclécticas. Y es que el eclecticismo es uno de los rasgos fundamentales para definir la imaginativa concepción musical de estos señores noruegos, todos ellos integrantes a su vez de bandas renombradas en el panorama del metal (Mayhem, Emperor, Ulver, Covenant…). Por desgracia para los acérrimos defensores de la banda, es posible que éstos cometieran un gigantesco error al dar prioridad a sus bandas de origen y no, como sería el deseo de muchos, volcarse en este “proyecto” que ha terminado desvelándose uno de los fenómenos más trascendentes y originales de la música contemporánea.

Tras deshacerse de su antigua nominación como “Mortem”, sus miembros fundadores (Jan “Hellhammer”, Steiner “Sverd” y Marius) realizarían un par de demos para el sello Putrefaction Records, ya como Arcturus. Posteriormente y con la marcha de Marius, se les anexionarían el famoso guitarrista de Emperor, Samoth (con lo que Sverd pasaría a ocuparse plenamente de los teclados), y el joven y genial vocalista procedente de Ulver, Krystoffer Rygg “Garm”. Esta formación daría lugar en 1994 a un mini CD titulado “Constellation” para Nocturnal Art, el sello de Samoth que más tarde daría a conocer bandas como Limbonic Art o Zyclon. Más Al cabo Samoth tuvo que dejar la banda para cumplir su condena de prisión, y fue sustituido por Carl August Tidemann, mientras que el bajista Skoll, de Ulver, se unía a sus filas. Ésta sería la auténtica constelación que en 1995 perpetraría el aclamado disco debut de la banda: “Aspera hiems symphonia.” En este LP ya se prefiguraban los rasgos que harían de Arcturus una voz tan sumamente particular en el ámbito del metal moderno, y en el que, a su vez, la banda todavía conservaba rasgos de sus orígenes “extremos”, como la voz sucia que el señor Garm ostentaba por esa época. También se dejaban ver en el “Aspera” los elementos sinfónicos, el cuidado en las composiciones, los coros de alta carga lírica, así como los fraseos y dibujos de guitarra llenos de buen gusto a cargo de Carl August Tidemann, quien dejaría el grupo en 1996 para ceder su lugar a un nuevo guitarrista no menos talentoso: Knut Magne Valle.

Y al fin llegamos al punto cero de la banda responsable de “La masquerade infernale”. Este disco, cuyo título original era “The satanist”, llama la atención en primer lugar por su concepción metal/sinfónica, así como por el tono operístico que subyace a la obra en toda su extensión. De hecho, en el libreto de “La masquerade” podemos leer que está dedicada a “la peligrosa búsqueda del espíritu fáustico” (“the perilous quest of the Faust spirit”), lo cual deja claras las tendencias teatrales y “goethianas” tan características de Arcturus. Da la impresión de ser una obra concebida para un escenario trágico, en la que se reúnen elementos diversos que apuntan a una amalgama de técnicas y concepciones musicales diversas. Éste es un disco que se atreve con todo y que pone en práctica una visionaria comunión entre elementos tradicionales y modernos. Por un lado, tenemos el excelente cuarteto de cuerda que arropa algunos temas del disco de manera soberbia; los continuos pasajes de piano, muy románticos; la inclusión de todo tipo de instrumentos, incluso vientos; o la hiperactuada voz de uno de los personajes de Garm, presuntamente el Demonio; y por otro las guitarras tradicionales del metal, los riffs en ocasiones épicos, la sorprendente utilización de sonoridades sintéticas, samplers o caja de ritmo; y por supuesto el trabajo de batería a cargo de un inmenso Hellhammer, cuya labor a las baquetas es aquí una cumbre para este instrumento. Es un verdadero gozo escuchar cada uno de los ritmos que Hellhammer combina de manera rayana a la esquizofrenia, los redobles y platillos que maneja con maestría de jazzista, todo un espectáculo de baterías imposibles que este fenomenal músico nos regala con la enjundia y seriedad que le caracterizan. Según leí en una entrevista a Hellhammer, éste puso el grito en el cielo cuando escuchó por primera vez las voces que Garm había preparado para “La masquerade”. Sin embargo, yo creo que el hosco batería noruego se tomaba muy en serio su trabajo en Arcturus (o al menos eso se diría de su manera de tocar en “La masquerade”).

Sobre “La masquerade” podría hablarse tanto como para escribir un libro. Quién no ha pasado noches de infinito vuelo poético-apocalíptico a la sombra de sus acordes; quién no ha atisbado el cinismo mefistofélico de los personajes de Garm; la irreverencia febril de “The chaos path”; la mascarada burlesca de “Painting my horror”; la lírica cósmica, pero a la vez dotada de un aire intimista y melancólico, del grandioso “Ad astra”; el frenesí dionisíaco de pasajes recargados de barroquismo; los fragmentos de locura, sencillamente, que sin previo aviso toman el control de la orquestación para conducirnos a abismos de exceso musical sin fondo… Todo ello me hace pensar que ésta es una obra imperecedera, y que sus autores, como todos los grandes artistas, pusieron su mirada en lo más recóndito y fluido que hay en el hombre a fin de crear una música que destila una representación maravillosamente caótica, fulgurante y oscura de nuestros tiempos.      

Federico Fernández “Mad Wilson” Giordano

Grupo:Arcturus

Discográfica:Misanthropy Records

Puntuación:10

Canciones:

  1. Master Of Disguise
  2. Ad Astra
  3. The Chaos Path
  4. La Masquerade Infernale
  5. Alone
  6. The Throne Of Tragedy
  7. Painting My Horror
  8. Of Nails And Sinners

Año:1997