Yes: Fly from Here

Dos lustros y un año más tarde desde que apareciera “Magnification” reaparecen estos colosos del progresivo discográficamente hablando. La banda sigue contando con un line-up excepcional a pesar de la sensible baja de Jon Anderson, aquejado de una dolencia de garganta. Esta formación con Chris Squire, Steve Howe, Alan White, Geoff Downes a los teclados (con alguna presencia de Oliver Wakeman también), se une a Benoit Benjamin a la voz principal. Este canadiense es un caso similar al de Arnel Pineda con Journey o al de Ripper Owens en Judas Priest. El chico tocaba en una banda de versiones y su sueño se ha hecho realidad. Fue llamado a filas de Yes y ya lleva con ellos tres años de conciertos.

Aunque a muchos nos duela la ausencia de Anderson hay que reconocer que el disco funciona y que Benoit cumple de maravilla, intentando no ser un mero clon del legendario vocalista al que sustituye. Los guiños a los Yes clásicos están a lo largo de todo el disco. Esa suite larga compuesta con varias canciones es algo muy Yes, así como la preciosa portada y esos desarrollos accesibles que deambulan entre lo acústico y lo eléctrico. Evidentemente la cosa no está al nivel de sus legendarios discos, pero que error sería no ver los muchos méritos que aparecen en “Fly from Here”. Ya en “Overture” y “We Can Fly” –enorme tema- hay toda la esencia del grupo, suma belleza y elegancia. Los coros repuntan los temas, los teclados aparecen llenando y hay unas percusiones muy sutiles pero muy presentes.

Preciosa es “Madman At the Screens”, jugando con los acentos, un teclado muy protagonista y unos coros marca de la casa. Ya fuera de la suite destaca la comercialilla “The Man You Always Wanted to Be”, accesible, dulce y muy elegante, toda a medio tiempo. “Life on a Film Set” combina flauta y teclado en terrenos baladísticos. Luego hay un pasaje precioso a acústica, teclado y voces sobrepuestas. “Hour of Need” y “Solitaire” –instrumental a acústica- suenan excesivamente predecibles y poco aportan a la magna discografía de Yes. Cumplen expediente y poco más. La verdad es que la primera parte del disco es mucho más inspirada que la segunda. Afortunadamente se vuelve a elevar el listón con la coral “Into the Storm”, que retoma la electricidad.

Ahora que bandas como Transatlantic, Dream Theater o Porcupine Tree poseen un gran número de seguidores y vuelven tiempos óptimos para la música progresiva, es normal que los padres del invento reclamen su parcela. El disco entra a la primera, es muy accesible y muy digno de Yes, pero evidentemente está lejos de su época dorada. Benjamin cumple a la perfección su cometido y dudo que ningún fan del combo progresivo por excelencia se vea defraudado.