Foscor: Entrance To The Shadows’ Village

¡Cabronazos! ¡Menudo pedazo de disco que han cagado estos barceloneses! Tras
su split cd con XERION, el malsano triunvirato metálico formado por Norax, Falke
y Fiar ha visto por fin editada su gran obra a través de los franceses especialistas
en black metal Sacral Productions, brindando así la oportunidad a inquietas
y desgarradas almas de impregnarse de su propuesta de jodido black metal impío,
malsano, truculento y de frías atmósferas.

No son muchos los grupos nacionales que actualmente deciden lanzarse espada
en ristre a la pedregosa aventura del black metal de corte clásico, pero cierto
es que menos son los que consiguen pergeñar obras de tal calidad como FOSCOR.

Tras una minimalista, breve y oscura introducción, “Inferus (Dungeons and Caves)”
marca el punto de partida de este tortuoso camino por los rellanos de la inmensidad
más tremebunda. Avernales voces desgarradas, guitarras agudas, densidad sonora
y buenas composiciones son aspectos que desde un principio asaltarán nuestros
sentidos para posteriormente adivinarse constantes durante el desarrollo del
compacto. Pero todo ello no sería significativo por sí solo, pues podría quedarse
en la mera fotocopia monocolor si no fuera por una serie de virtudes sólo al
alcance de algunos de los grupos que se atreven a lanzar al mercado un álbum
de estas características: la conjugación de atmósferas, inspiración y sentimiento.
Estos tres adjetivos son los que diferencian a los grupos de calidad. Y, para
sorpresa de muchos, FOSCOR, grupo de aquí, los atesora.

La verdad es que algunos de los temas me han hecho pensar en el grandioso “Pure
Holocaust” de los noruegos IMMORTAL, disco que ha aparecido en mi mente en algunos
momentos como principal referente. Sírvanse de ejemplo cortes como “Lunar Landscape”,
“Ravens of Battle” y, sobretodo, “Al Cor de la Boscúria”, tema cantado en catalán
que no es otra cosa que un poema de Guerrau de Liost (trovador catalán medieval),
canción que me recuerda, obviamente, a lo que han hecho recientemente los también
catalanes VIDRES A LA SANG adaptando los poemas de Martí i Pol. Asimismo, algunas
de las composiciones, como “Old Winds Revenge”, pueden hacernos pensar en grupos
como BATHORY, pudiendo apreciarse algún que otro riff de guitarra más propio
de los grupos previos a la eclosión noruega de la pasada década. La aparición
en ciertos pasajes de algunas voces limpias a modo de coros (en momentos muy
puntuales y sin cobrar protagonismo, que quede claro) ayudan a impregnar las
melodías de sentimiento pagano y espíritu guerrero. El hecho de que estemos
hablando de comparaciones no resta mérito a estos barceloneses, pues a más de
un grupo noruego le tocaría mirarse el ombligo, recoger su kit de maquillaje
y marcharse a los fríos montes de su tierra a darse un paseo tras escuchar este
“Entrance to the Shadows’ Village”.

Tal y cómo muchos se estarán oliendo, la producción de este disco no es lo
que se dice especialmente cristalina y pulida, pero no seamos tarugos: ¿Los
árboles no nos dejan ver el bosque? El sonido no es un ejemplo de buena producción,
sino que más bien es herrumbroso, pero al mismo tiempo resulta perfecto, por
paradójico que parezca. La mayoría ya sabéis de qué estoy hablando. ¿Serían
los primeros discos de DARKTHRONE o el “Deathcrush” de MAYHEM lo que son sin
esa crudeza en la producción? No. Que no se me malinterprete, que hay mucho
listillo suelto: un disco de black metal a la vieja usanza no necesita necesariamente
una producción deleznable para que sea auténtico, del mismo modo que un disco
no es mejor disco por el hecho de haber sido grabado en los Abyss Studios con
Peter Tägtgren. La calidad es intrínseca al cómputo global del álbum, y algunas
obras adquieren matices y transmiten sensaciones que con una producción perfecta
y fría quedarían soterrados bajo una capa de perfeccionismo vacío. Pero en fin,
como siempre habrá a quien este disco le parezca ruido, pero ya sabemos que
no toda la gente es capaz de saber captar según qué sentimientos y atmósferas
que van más allá de un aparente pelaje áspero sin más. A pesar del discursito,
que tampoco se vaya a pensar que el sonido de FOSCOR es un ejemplo de lo más
primitivo que existe sobre la faz de la tierra, simplemente es que tocaba hablar
del tema en cuestión.

Volviendo al contenido del disco, mención especial merece el corte “The Sorrow
of Delight”, composición a medio tiempo majestuosa que viene a ser un respiro
no exento de sentimiento y maldad, que se erige por derecho propio como uno
de los puntos de inflexión de la recta final del disco. Tan sólo en esta composición
podremos apreciar un protagonismo de los teclados, perfectos y utilizados sabiamente
para dar ese toque solemne que desembocará en unos sugestivos sonidos de lluvia
y tormenta al final del corte, ideales para que unos cuantos escalofríos recorran
tu cuerpo. El comienzo del último y homónimo tema del compacto se hace servir
de unos riffs pausados que se arrastran de la mano de sus gemelas notas acústicas
para introducirnos en páramos tristes y llanuras bélicas donde la velocidad
se ve relegada por una parsimonia igualmente impregnada de sentimiento pagano,
voces limpias y odio contenido que, no es vano, explotará mas tarde para luego
devolvernos a mares de nihilistas arpegios a cargo de guitarras acústicas. Todo
un paseo por el horror más psicótico en el que viene a ser el tema más heterogéneo
y “experimental” del disco, siendo este el elegido para despedir un álbum de
altos vuelos

La verdad es que mientras existan grupazos como los increíbles 1349 o estos
FOSCOR la llama del black metal noruego no se va a apagar ni con agua bendita.
Sin ir más lejos, en la escena española existen ahora mismo toda una retahíla
de bandas de calidad suficiente para segar unos cuantos cuellos: NAZGUL, ARGAR,
EMPTY, SHEMHAMPHORASH o BERSERK son un buen ejemplo. Esperemos que la escena
se vaya moviendo poco a poco y que la nueva sangre brote sin tregua.

En fin, de FOSCOR poco más hay que decir. Espero que disfrutes como yo lo he
hecho de esta espeluznante y apetitosa truculencia vesánica no apta para paladares
no avezados en las artes más oscuras del black metal más puro. ¡Qué decir! Si
amas este estilo, se te caerán los cataplines al suelo para después rebotar
y romperte las narices. Colosal.