Fabrizio Leo: Cutaway

Fabrizio Leo es uno de esos guitar-heroes desconocidos que acompañan a tantos artistas famosos de la farándula musical. Desde hace justo dos décadas lleva colaborando tanto en el estudio como en el escenario con Umberto Tozzi, Biagio Antonacci, Gianluca Grignani y otros tantos nombres de la música italiana, la mayoría desconocidos para el mercado español. Después de años trabajando a la sombra de músicos seguramente menos capacitados que él, este año se decidió por fin a dar rienda suelta a sus inquietudes musicales en forma de CD. El resultado ha sido "Cutaway", un homenaje en toda regla que el bueno de Fabrizio rinde a su instrumento (la guitarra eléctrica).

 A la hora de puntuar un disco instrumental de guitarra hay que considerar varios factores. La técnica, por supuesto, es fundamental, ya que es en gran parte lo que marca el estilo de un músico y hace que el resto babeen de envidia o se pongan verdes por lo mismo, pero no lo es todo. Un buen guitarrista tiene que poner su técnica al servicio del sentimiento, que es el fallo que muchas veces se le ha echado en cara por ejemplo a YNGWIE MALMSTEEM, del que nadie puede discutir que es un genio tocando, pero que sin embargo no suele gustar a todo el mundo. Fabrizio Leo consigue este equilibrio a medias, ya que mientras que algunos cortes del CD tienen enganche y feeling, otros tienden a veces a perderse en una maraña de escalas arriba y abajo del mástil.

Dentro de las más pegadizas para el oído común se encuentran algunas canciones como "Metal Bragalini", que contiene algunos de los riffs más heavies de todo el CD, o el comienzo de "Yeah Vinnie!", un tema homenaje a Vinnie Moore. "Mai Dire Blues" es una curiosa composición que también se engancha fácilmente a los recovecos del oído, gracias a su estructura de blues y la melodía principal, aunque quizá se adorne demasiado en algunos momentos. Otros cortes podrían encajar perfectamente en cualquier jingle publicitario o programa de televisión, como "Romilda", que parece sacada de una teleserie de los ochenta (sin que ello sea malo necesariamente). 

El disco oscila entre acordes duros y momentos de serenidad, entre escalas de vértigo y notas sostenidas, sin que se pueda decir que es más o menos rockero. Es simplemente variado, lo que demuestra la cantidad de influencias de este musico, que van desde Iron Maiden hasta Madonna, como él mismo afirma. Composiciones reposadas son "Lonely but not forever", que es aparentemente sencilla en comparación con las otras y tiene algunos momentos de exquisitez, "Giorgi House" o la que, para mi gusto, es la mejor de todas, "Depression". Esta última canción, que cierra el disco, es la más emotiva de todas y donde el señor Leo destapa al tarro de las esencias. Además se deja sentir favorablemente la presencia de un bajo de verdad, tocado por Rossano Eleuteri, en vez de una base programada.  Otra curiosidad es "Cyborg in Love", que hace pensar en historias de ciencia ficción sobre robots con sentimientos (todo un portento, Isaac Asimov), gracias a las percusiones y sonidos electrónicos.

En el otro lado de la balanza se encuentran temas como "Chat", que como reza su título, es una conversación entre fraseos de guitarra. En este caso Fabrizio Leo se dedica más bien a ejercicios onanistas y da buena cuenta de su gran técnica, pero el resultado que deja en el oyente es más bien frío.

En definitiva, se trata de un disco aceptable, con sus pros y sus contras. La variedad de estilos que contiene puede ser tanto un factor positivo como negativo, dependiendo de cómo se mire. Por otra parte quizá le falte un puntito de sentimiento y enganche, porque no por tocar más notas se hace mejor música. Y a veces eso se tiene o no se tiene, por mucha calidad que haya de por medio. De todas formas es un disco que resulta agradable de escuchar a plazos (porque hacerlo del tirón cansa bastante) y puede resultar de interés para los aficionados al género.