Rush: Clockwork Angels

Pocas presentaciones necesita una banda con más de 40 años de existencia y que a día de hoy publican, ni más ni menos, su vigésimo trabajo de estudio. Hace tiempo que RUSH dejaron su nombre plasmado en los anales de la historia de la música rock. “2112”, “Grace Under Pressure” y “Moving Pictures”, entre otras tantísimas obras de su discografía, son imprescindibles, y temas como "The Spirit of Radio" o "Tom Sawyer", serán inmortales. Por los siglos de los siglos. Son meros y superficiales ejemplos de la importancia en el pasado, presente y futuro del trío de Toronto.

Pero ahí no queda la cosa. Siguen en plena forma, pueden presumir de tener una colección de obras intachables, y seguir manteniendo su cabeza bien alta con este “Clockwork Angels”. Dicho de otra forma, RUSH presentan uno de los mejores discos de su carrera. Así de simple. No se han dormido en los laureles (y es que nunca lo han hecho), y este álbum rezuma calidad por los cuatro costados. Es sorprendente como mantienen su sello de identidad,  sin ningún atisbo de debilidad compositiva,  haciendo que todas sus composiciones expulsen aire fresco. Sin fecha de caducidad. Es lo que se llama un clásico contemporáneo. Es algo que se percibe de primeras de la mano de “Caravan”. Alex Lifeson, Geddy Lee y Neil Peart colocan las piezas de su puzzle con el objetivo de hacer de una canción una auténtica obra de arte.

No serán pocos los que vean en “Clockwork Angels” un ejercicio musical que intenta recuperar su etapa más “comercial” de los 80, pero cuando los temas hablan por sí solos, las comparaciones resultan inútiles e innecesarias. Todo este entramado de imaginativas líneas de bajo, de solos y punteados de guitarras emotivos acompañados de una ejecución perfecta de batería, es RUSH. Puro RUSH. No hay intenciones externas, solo enormes canciones como “BU2B”, la propia “Clockwork Angels” (un auténtico repaso de todas sus atmósferas en un solo corte), o “The Wreckers”, que aunque parezca resultón, posee uno de los mejores estribillos de todo el redondo.

Aunque el nivel no decae en ningún momento, hay tres cortes claves en este trabajo. “Headlong Flight”, en el que sus experimentos con el rock alternativo quedan más que latentes, encandilará a propios y extraños por su fuerza y empuje. Por otro lado, la base rítmica de “Seven Cities Of Gold” se me antoja de las más creativas y atrayentes del listado. Y es que algo parecido le ocurre a “The Anarquist”, donde los canadienses meten en una misma dimensión elementos pasados en comunión con varios tanteos de innovación.

El caso es que cuando cierran con “The Garden” (que con esas guitarras limpias y esa bella melodía llevan al embrujo), la sensación es de haber oído un gran trabajo. Pero es que tras varias escuchas, se llega a la rotunda afirmación de que RUSH han hecho otro disco que llevará el nombre de clásico en años venideros.

Como ya anunciaron, y de hecho hay novela publicada y convertida en best seller en Norteamérica, “Clockwork Angels” es un disco conceptual que según su autor Kevin J. Anderson, relata las aventuras de un joven que persigue sus sueños invadido por fuerzas del orden y el caos. Su viaje a través de distintos mundos ficticios, donde la alquimia, piratas, anarquistas, ciudades perdidas y carnavales exóticos sirven de escenario, viene marcada por un reloj que le exige precisión en todos los aspectos de su vida. Dicho reloj es el protagonista de una portada en la que se percibe un gran guiño a su “2112” por las manillas que marcan la hora.

A la gran noticia de un nuevo y sobresaliente trabajo de los canadienses, le acompaña su reciente nominación para entrar en el Rock 'N Roll Hall of Fame. Un reconocimiento que a estas alturas resulta incluso innecesario. Por méritos propios, y como decía al principio, RUSH entraron en la historia hace mucho tiempo. Todo lo que nos ofrecen ahora son regalos extras que no hacen más que revalorizar su enorme legado.