Shooting Star: Circles

A mi parecer, que imagino no será el de todos, los seguidores del AOR de calidad deberían llenar algún que otro hueco de su estantería con cualquier disco en el que Kevin Chalfant exponga su monumental voz. Ya sea de prestado o por mutuo propio (THE STORM y TWO FIRES en primera línea), el vocalista de Illinois siempre ha demostrado la elegancia y la clase que a lo largo de los años ha ido recogiendo. Por el contrario, dejando sus cualidades vocales a un lado, no son pocos los que ponen el grito en el cielo cada vez que Chalfant pierde, según dichas lenguas, el tiempo en grabar proyectos como vocalista de alquiler, en vez de resucitar a THE STORM. No les culpo, la nostalgia es un lastre que acaba cayendo por su propio peso y nunca falta a la cita cada vez que el nombre del cantante vuelve a la actualidad, pero de ahí a subestimar el trabajo de sus últimos años (cada vez más inactivo, reconozcámoslo) va un trecho. El ejemplo perfecto fue SHADOWS FADE, donde Chalfant, como siempre, dejaba impreso su buen hacer en este proyecto del ex guitarrista de DOKKEN, Alex De Rosso. Buen disco, pero como pasa en infinidad de casos, con todas las papeletas para caer en el olvido entre el mar de publicaciones del mismo ramaje. Ahora Kevin Chalfant vuelve pero sin proyecto puntual de por medio. Lo hace con SHOOTING STAR, veterana formación de Kansas City con una trayectoria marcada por unos cuantos meritorios discos, pero también con demasiados cambios en su formación que termina por descolocar a su seguidor más acérrimo. De nuevo, tras su último “Leap Of Faith” del 2002, a la banda le tocaba elegir vocalista para entrar a grabar tras la marcha de Keit Mitchell, y visto los resultados, al menos en estudio, la decisión de Kevin Chalfant es sin duda más que acertada.

Con “Circles”, SHOOTING STAR parecen no haber querido dormirse en los laureles, y continúan con su afán de superación tras 26 años de carrera, que se dice pronto. No solo la labor de Chalfant es la destacable de este trabajo, eso de antemano se sobreentiende, sino que el resto de músicos, pieza por pieza, aportan su veteranía para recoger en diez temas un disco de canciones. Porque a fin de cuentas, “Circles” es una colección de diez grandes canciones, concepto fácil en apariencia, pero con resultados no muy dados a conseguirse.

Con la movida “Runaway” inician un disco donde los medios tiempos, las baladas y los cortes más dinámicos se compensan de forma inteligente. La aportación de los teclados de Dennis Laffoon y del violín de Shane Michaels, la savia nueva de SHOOTING STAR, es comedida y nada redundante. Por aquí y por allá, sus pinceladas hacen que “Circles” en su totalidad, se convierta en un disco multidireccional. Muy patente su participación se hace en “Trouble In Paradise”, tema que podrían haber firmado KANSAS por la sonoridad que desprende y por esas líneas de violín (al igual que en “Temptation”, con un estribillo de lujo), o en “Everybody’s Crazy”, el tema más directo del redondo y en el que tu memoria se recrea con los primeros pasos de WHITESNAKE, y donde los teclados, esos toques violín y los solos de guitarras de Van McLain, conjugan su buen hacer de forma equilibrada con un excelente resultado. También en “I’m A Survivor” pisan acelerador a modo RAINBOW, bañando su AOR de influencia setentera con aire fresco y renovado. No menos destacables son las baladas, las tres que se incluyen con notable factura. Recuperan para este “Circles” su tema antiguo “Without Love”, le dedican a George Harrison la emotiva “George’s Song” y cierran de forma calmada con “What Love Is”, donde un Kevin Chalfant en estado de gracia nos sigue bien acostumbrando a las melodías interpretadas con verdadero sentimiento.

Desconozco la trascendencia que pueda tener la vuelta a la actividad tanto de SHOOTING STAR como de Kevin Chalfant, pero desde luego, con este trabajo dejarán más que satisfechos a su base de seguidores. Lo que en un principio parecía un anecdótico disco donde primaba la curiosidad por comprobar la unión entre vocalista y grupo, ha terminando convirtiéndose en una grata sorpresa. Por supuesto que, como mínimo, deseamos su continuidad.