Amadeus: Black Jack

Por fin tenemos aquí este Black Jack, el tan esperado por muchos, entre los que me encuentro, nuevo trabajo del genial Israel Ramos y sus Amadeüs.

Han sido tres años de espera ansiosa, de necesidad física, de horas y horas de vacío, todo por volver a escuchar la preciosa voz de Israel interpretando sus nuevos temas.

Todo hay que decirlo, han sido años complicados para los catalanes, con la salida de casi la totalidad de la banda que grabó el inmenso Caminos del alma. Tan sólo Rubén Lanuza a las guitarras se ha mantenido como fiel escudero de Israel. Lo dicho, Ramos ha tenido que sacar fuerzas de debajo de las piedras para que su proyecto, su sueño hecho realidad, perviviese.

Black Jack suena más que nunca a Israel, ya casi como disco en solitario, con la voz copando todo el protagonismo. Un disco lleno de temas cortos, con poco desarrollo instrumental, centrado íntegramente en las melodías e interpretaciones vocales.

El disco ha sido grabado y producido en los Dante Estudios, propiedad del propio Israel, con masterización de Alberto Rionda de Avalanch, con un resultado similar al de Caminos del alma, pero a lo mejor, todo hay que decirlo, sin la brillantez absoluta en cuanto a sonido que supuso su disco debut. El sonido es bueno, pero quizás algo más opaco que el logrado con su primer trabajo, probablemente relacionado con que el nivel de los arreglos es sensiblemente inferior.

Black Jack es una obra conceptual que narra la historia de Duncan Fiorello, un buscavidas en forma de croupier, que pierde la vida a manos de un derrotado jugador de Black Jack. Así, es conducido por una especie de Ángel de la Guarda, Pariseo, en la eterna búsqueda del amor ideal, su amada Juliet.

Israel sale de nuevo completamente vencedor. Su trabajo vocal es perfecto, increíble, inmejorable. Israel canta como los ángeles, su timbre tiene un brillo único, su técnica es depuradísima y su gusto en la interpretación sencillamente sobresaliente. Él mismo se encarga de la composición de todos los temas, así como de todos los arreglos. Israel es un tipo único, que deberíamos cuidar como el mayor de los tesoros, ya que nunca este país ha parido un artista de su talento y caché. Desde hace tres años es uno de los artistas a los que más admiro.

Black Jack vuelve a tirar de Power Metal melódico, menos pulcro y arreglado que en Caminos del alma, pero muy efectivo, todo ello mezclado con amplias dosis de Hard Rock y Rock melódico. Estamos ante un disco corto de minutaje, con canciones sencillas, sin demasiadas esquinas, donde la melodía actúa como el mayor reclamo.

El trabajo de líneas vocales es sencillamente PERFECTO. Los temas tienen muchísimo gancho, muchísimo brillo, sonando inmensos, sin paliativos. A todo ello colabora, obviamente, la clase que muestra Israel tras el micro, sin duda. Así, nos encontramos con joyas como el inicial "Multiverso", todo un estribillo en sí mismo, que pone el vello de punta, "Tres Milagros", derrochando magia por doquier, donde aparece por primera vez el gran Nacho Ruíz (ex-Perfect Smile, ex-Arwen, Santelmo), Pariseo, en las voces, con una interpretación brutal, los impecables "Cabello de Ángel", la dulzura hecha música, con un verso de infarto y un estribillo que no te lo puedes sacar de la cabeza, y "Juliet", la joya de la corona, un tema matrícula de honor, con una interpretación colosal de Israel, con una técnica bestial (sólo hay que echarle un ojo a los giros que ejecuta en el puente), y un juego de melodías a la altura de muy pocos, "Por Todos Los Santos", una canción con muchísima chispa, como salido de un musical, de nuevo con Nacho Ruíz colaborando en los micros, o "El Barco de Papel", de nuevo con la melodía hecha arte, con un estribillo lleno de azúcar y sabiduría musical.

Israel Ramos lo ha vuelto a conseguir, tomando el relevo del gran Alberto Rionda al frente del Rock en castellano, una vez se ha anunciado el parón de la banda asturiana. No tengo palabras para expresar lo que me hace sentir este chico. Su música es magia, sus melodías son terciopelo y su voz es simplemente belleza.

Gracias, simplemente gracias.