Great White: Back To The Rhythm

Tras la trágica noche de marzo de 2003 en la que un centenar de personas perdieron la vida en un concierto de GREAT WHITE la banda de Jack Russell tenía dos opciones, igual de extremas ambas: o seguir adelante y aguantar la presión estoicamente o hundirse o dejar que el recuerdo de aquella triste experiencia se convirtiera en una profunda borrasca sobre las cabezas de cada uno de los miembros de la banda hasta enloquecerlos. Y aunque GREAT WHITE deben haber vivido la segunda opción intensamente en los últimos años, ahora es el momento de que prevalezca la primera de ellas. No hay vuelta atrás posible y la música es probablemente la mejor terapia para poner punto y a parte tras lo acaecido ya hace casi un lustro.

En esencia, el nuevo disco de la banda no es para nada una obra repleta de cañonazos hard-rockeros capaces de poner a bailar a medio planeta como en los años ochenta. Para nada. Pese a que se mantiene el tono relativamente desenfadado y rockero de la música de la banda, es muy notable la cantidad de temas lentos o de medio tiempo que se incluyen en “Back to The Rhythm”. Como es lógico, la tensión psicológica de los últimos años ha contribuído sobremanera a ensombrecer el resultado musical de éste nuevo disco, pero hay que reconocer que como via de escape es un disco considerablemente bueno. Y no solo eso, sino que en un futuro Great White podrán seguir haciendo discos más cañeros y similares a su estilo de toda la vida. Pero primero, por lógica, era obligatorio sacarse estas canciones de encima.

El disco, no obstante, tiene una buena ración de esos temas tan stonianos y setenteros de los que siempre ha gustado la banda. La apertura, con el tema que da título al disco, es toda una declaración de intenciones. Un riff sencillo pero duro de roer protagoniza los primeros minutos del disco, posteriormente apoyado por la buena disposición de canciones como “Take Me Down”, “Neighborhood”, la divertida “30 Days In The Hole” o “Still Hungry”. La voz de Russell y la guitarra de Mark Kendall y Michael Lardie brillan como si nunca se hubieran apagado, aunque si que es cierto que en el resto del disco, la intensidad es mucho menor. Canciones como “Was It The night”, con buenas dosis de dramatismo guitarrero, o la final “Just Yesterday” ponen el punto lento, sombrío y triste al disco. No obstante, el mejor tema del disco –personalmente- es una de esas baladas, titulada “How Far Is Heaven?”.

Probablemente ésta es la semilla de próximos discos mucho más rockeros y entretenidos, aunque no se puede obivar que el esfuerzo de la banda es innegable en éste nuevo disco. Y estoy practicamente seguro de que, en el fondo, va a ser una gran terapia para recuperar a los Great White de toda la vida.