Jardin De La Croix: 187 Steps to Cross the Universe

El Universo es infinito. O eso dicen algunas teorías. No lo deben pensar JARDÍN DE LA CROIX, que con su nueva obra nos explican en 187 pasos como cruzarlo. Y para ello no necesitan de parrafadas ni discos conceptuales donde las letras sean el hilo argumental, sino que siguen en sus trece de ser uno de los máximos exponentes del rock instrumental de nuestro país junto a TOUNDRA.

De hecho, son varias las similitudes entre ellos, llevando una carrera, digamos, paralela, y editando discos casi a la par. ‘(III) veía la luz hace unos meses, y ahora lo hace el tercero del grupo que nos ocupa. Ellos también nos lo ofrecen gratuitamente en su Bandcamp, si bien existe la posibilidad de “comprarlo” por el precio que uno estime oportuno. Los cambios de ritmo son la constante de sus composiciones, y si le añadimos el buen hacer de Carlos Santos (con masterización posterior de Jens Bogren) en sus estudios Sadman, nos encontramos ante la combinación perfecta para degustar… y para que nos haga viajar a ese universo que nos proponen.

‘Man made lightning’ arranca enérgica, con Ander Carballo y Pablo Rodríguez haciendo diabluras en forma de punteos sobre la base rítmica nada más empezar (terminando el tema de la misma manera). La técnica de la que hacen gala los cuatro es envidiable, sabiendo pasar de la tempestad a la calma (y viceversa) con una facilidad pasmosa. ‘Topsy's revenge’ tiene otra atmósfera, un aire más melancólico y melódico… hasta que su ritmo in-crescendo explota pasados los dos minutos; otra maravilla. El interludio central con su mathrock de calidad, para enmarcar. Más complicada todavía es ‘Colorado springs’, rica en melodías y, de nuevo, en cambios de todo tipo; el minuto final, épico, emotivo y con arreglos de cuerda en segundo plano, marca posiblemente el mejor momento de todo el álbum. La guinda la pone ‘Talking with planets’, con tres partes muy diferenciadas: casi cuatro minutos de intro (por llamarlo de alguna manera), apaciguados, antes de volver a su sana locura en la mitad de canción, y volver a esos punteos casi agónicos en su último tramo. Es una delicia que tengamos grupos así; no lo es tanto que no se les preste la atención merecida.