Es decepcionante que, hoy en dia, la primera visita en TED NUGENT en lustros
no consiga llenar recintos. El americano quizá se ha ganado demasiada mala
fama con su discurso político como para llegar a nuevos fans potenciales, pero
no creo que ese motivo sea de peso suficiente para justificar que un tipo como
Nugent no esté hoy en dia tocando, como mínimo, en Razzmatazz 1 ante un par
de miles de personas. No se trata ya de que el artista sea santo de la devoción
de éste crítico, sino que los clásicos como éste son los que han ayudado a
forjar un género y es sorprendente que la gente no valore esa aportación de
la manera que se espera. De todas maneras, los promotores programaron el show
en salas de pequeño aforo como son Macumba (Madrid) y Bikini (Barcelona) por
lo que imagino que no tendrían expectativas de llenar grandes pabellones con
el viejo loco patriótico.

Patriotismo fue precisamente lo que se vió sobre el escenario de la sala barcelonesa.
Con una gigante bandera estadounidense presidiendo el escenario, Nugent (el
artista más a menudo confundido con un producto McDonalds) arrancó su show
con una sentida versión del “Star Spangled Banner”. Ante la sorpresa de la
gente y el comentario generalizado de “no veas, ya comienza a dar guerra”,
el viejo tio Ted no pasó del homenaje patriótico en grado de tentativa. Pocos
segundos después, estaba sonando una aplastante versión de “Stormtroopin’”.
Claramente, pudimos ver como “Wild” Mick Brown (DOKKEN) iba a intentar robarle
el protagonismo a don Ted Nugent con una rabia sin igual a la hora de tocar
la batería. Menuda máquina. Aún recuerdo que, en su visita con DOKKEN durante
el verano de 2003, estuvo a punto de destrozar por completo el kit de batería
que tenía al final del concierto. Tipos como éste ya se ven pocos hoy en dia.
Sólo algunos como Tommy Aldridge son capaces de generar esa sensación de “este
tipo está loco” mientras observas como tocan. Brown no será un tipo tecnicamente
perfecto como puede ser Flo Mournier de CRYPTOPSY y otros de su calaña, pero
toca con una mala leche que, si te lo encuentras con dos baquetas por una calle
oscura, sales corriendo. La banda quedaba completada por Barry Sparks, otro
miembro actual de DOKKEN, que demostró tener una buena voz y unos mejores hábitos
a la hora de tocar el bajo.

Una pronta versión de “Wango Tango” facilitó el inicio de los discursos-a-100-por-hora
de nuestro querido y controvertido Ted. Ataviado con una guitarra que era tan
grande como el bombo de la batería ( o más!!) y un micro inalámbrico al más
puro estilo MADONNA, Nugent se dirigía al público casi inquiriendo algo que
nadie comprendía. Era pura rabia, la rabia que desprende un tio de cincuenta
y tantos años que aún cree en lo que hace y lo hace con una energía capaz de
tirarte de espaldas si te pilla desprevenido. A partir de ahí, el público obvió la
bandera estadounidense y se limitó a disfrutar con uno de los guitarras más
legendarios del rock. El set list incluyó “Snakeskin’ Cowboy” (donde Ted enseñó su
rabo, o al menos esa cosa que el se engancha en su trasero y que mueve sinuosamente
como si fuera un rabo…), “Raw Dawgs”, “Soul Man”… Todos ellos temas suficientemente
conocidos que, apoyados por la pedazo de banda acompañante –a la que Ted hizo
mención en muchas ocasiones-, cobraban nueva vida y se convertían en pelotazos
en toda la frente que nadie era capaz de evitar.

Los momentos más clásicos de la noche fueron las interpretaciones de “Dog
Eat Dog”, “Motor City Madhouse”, donde la gente se volvió totalmente loca,
especialmente las primeras filas. En la recta final, como si de una competición
por hacer el show más intenso de todos los tiempos se tratara, Ted destapó el
frasco de las esencias con “Cat Scratch Fever”, “Strangehold” y un incendiario “Great
White Buffalo”. Pocos conciertos como éste ve uno a lo largo de su vida. Ted
puede ser un maldito chalado yanki, un maldito yanki, como su famosa banda
de hace unos cuantos lustros, pero no puedes negar que lo que hace lo hace
con la misma convicción con la que la niña del exorcista decía estar poseída
por el demonio. Viene a ser el caso de Nugent, sólo que el está poseido por
barras y estrellas. Algo bastante más surrealista.

Texto y Fotos: Sergi Ramos

Datos:Bikini
Barcelona
Público: 600 personas
Promotor: RM Concert

Día:02/06/2006

Puntuación:8