Si te gusta el rock y la guitarra eléctrica, te gusta Joe Satriani
Por poner una nota negativa, reincido en el calor horroroso que sufrimos, ya que éramos muchos, los restos del astro rey aún pesaban sobre nuestras cabezas, y bueno, Sevilla es así. Pero la sala debe solucionar esto pronto.
Viernes 8 de Julio, y con un calor sofocante típico de estas fechas, nos aproximamos a los aledaños de la sala Custom en Sevilla, para comprobar cómo, una hora antes del inicio del evento, ya hay formada una cola que avisa de la masiva asistencia. Y no es para menos, ya que hace quince años desde aquel Octubre del 91 en el que Joe Satriani, Steve Vai, Brian May y demás magos de las seis cuerdas visitaran la capital andaluza en un concierto para el recuerdo.
Se abren las puertas a las ocho y media y la multitud va entrando poco a poco. Encontramos, como viene siendo habitual, un stand con merchandising a la derecha: Cds, camisetas y sudaderas con la cara y el nombre de esta leyenda de la guitarra. ¿Egocentrismo? Puede, pero a este hombre se le pueden pasar por alto estas frivolidades. En una esquinita también estaban expuestos los discos en solitario de los miembros de la banda, todo hay que decirlo.
El concierto comienza con absoluta puntualidad a las nueve y media de la noche. Ni un minuto más. De detrás del escenario surgen los miembros de esta superbanda: Mike Keneally, multiinstrumentista de larga trayectoria que se ocupará de los teclados y la guitarra rítmica; Bryan Beller al bajo, y Marco Minneman a la batería. Estos dos últimos pasaron en Enero de este año por la misma sala a tocar con su banda, The Aristocrats, junto a Guthrie Govan que, aunque no estaba presente por razones obvias, se sabe que andaba de gira con ellos para participar en posteriores citas en Alemania. Y es que solamente con este trío haciendo de soporte rítmico ya hubiéramos tenido una tarde redonda, pero estaban aquí para hacerle los colchones al maestro de ceremonias, Mr. Joe Satriani.
¿Y qué decir de este hombre? Pionero del rock virtuoso, maestro de varios grandes, mente inquieta y prolífica, este neoyorquino de sesenta años (muy bien llevados, por cierto), llena la sala con su presencia. Un cañón de azules, y todos los focos se centran en su icónica figura, y cuando comienza a tocar, ya no hay más. Viene presentando su último trabajo, “Shockwave Supernova”, y es precisamente con el tema homónimo con el que abre su recital. Este señor de reluciente cabeza, ataviado de negro y con sus acostumbradas gafas de sol, nos embelesa desde los primeros acordes y escalas.
La mezcla sonora es fácil: un bajo potente y grave, una batería machacona y colchones de teclado, y al frente la guitarra limpia, compacta y chillona de Satriani. Con “Flying in a Blue Dream” cambia totalmente el estilo para adentrarnos en los universos paralelos del whammy y el trémolo en notas infinitas. El acompañamiento es un leitmotiv en modo bucle para que el maestro se explaye: escalas, vibratos, palanqueo, pentatónicas arriba y abajo, bendings y melodías en las que la afinación tonal no existe, y ese tapping suyo tan recurrente con la púa. Y es que la habilidad no sólo estriba en su digitación, su coordinación pasmosa ni en su estilo definido, sino también en el uso de pedales y efectos que añade y usa a su antojo para conferir ese aura mística y espacial a sus composiciones.
Con un soporte como el de Keneally, Beller y Minneman, Satriani goza de una seguridad absoluta, en un recital que, apuesto lo que sea, cada noche surge diferente. Se suceden las miradas, las sonrisas, entre cuatro tipos que disfrutan de su trabajo. Ni el intenso calor (la sala sólo contaba con ventiladores para el público, ya que los aparatos de aire acondicionado no estaban funcionando), ni la espontánea caída de la electricidad en el escenario al final de un tema, fueron capaces de borrar ese ambiente mágico y ese buen rollo que respirábamos emocionados. Porque lo hace fácil y con estilo, porque contagia Rock y entusiasma. Da gusto verle tocar.
Con la fantástica “Crystal Planet” nos cautiva. Puede que las bases rítmicas sean algo más lineales y simples que las de otros virtuosos de su generación, pero son las afinaciones y las melodías de Satriani las que nos mantienen sedientos de Rock. Y es que en su setlist de dos horas casi exactas, a pesar de que predominan cortes de su citado último disco, incluye temas emblemáticos de su discografía, de treinta años atrás. Y con cada corte crea un ambiente distinto: oscuridad en “Cataclysmic”, alegría en “If I Could Fly”, nostalgia en “Butterfly and Zebra”, y si además añadimos proyecciones visuales sobre la lona negra al fondo del escenario, encontramos atmósferas y climas que nos adentran en un viaje introspectivo por los rincones de la mente.
Hay hueco para un largo e intenso solo de batería en el que Minneman se permite jugar con las baquetas sobre los micros, golpear rápidamente platos alternando manos mientras ejecuta un rapidísimo redoble de caja, o incluso regalarnos una demostración de habilidad manejando dos charles con los pies. Absolutamente genial. También hubo un solo de teclado, esta vez más rítmico (y corto, afortunadamente), para interpretar otro bombazo rockero ejecutado con soltura y tablas, “God is Crying”, un tema construido sobre los clichés más repetidos del Rock para regalarnos solos espectaculares y un pasaje de lo más divertido en el que solista y banda alternan a modo pregunta-respuesta e incluyen fragmentos de los riffs más emblemáticos de la historia del Rock: Sabbath, Purple, Zeppelin, ACDC, Van Halen, etc… sin olvidarnos de ese estribillo majestuoso sobre el que llega el clímax.
En definitiva, un concierto impecable tanto en lo visual como en lo sonoro. Calculo que nos juntaríamos unas ochocientas personas para contemplar a este monstruo de la guitarra, ya que la sala (con aforo de novecientas) estaba casi hasta los topes. Y para el que lo haya visto en más ocasiones, hay que decir que no tenía mucho escenario por el que moverse, dando a los músicos calidez y cercanía con el público. Por poner una nota negativa, reincido en el calor horroroso que sufrimos, ya que éramos muchos, los restos del astro rey aún pesaban sobre nuestras cabezas, y bueno, Sevilla es así. Pero la sala debe solucionar esto pronto.
Para cerrar, se dejó caer un tema vocal de 1989, “Big Bad Moon”, el único con voz (y con pasaje de harmónica) que nos brindó esta noche. Interpretaron el clásico “Surfing with the Alien” con un sonido más actualizado y sobre una animación proyectada de Silver Surfer, y nos dejaron con la boca abierta, para variar. Joe Satriani es caballo ganador, es apuesta segura. Si te gusta el Rock, te gusta Satriani. Si te gusta la guitarra eléctrica, te gusta Satriani. La entrada era cara, pero vale lo que cuesta. Impecable.
Texto y fotos: Odigir Olaf.
Promotor:Riff Raff
Día:2016-07-08
Sala:Custom
Ciudad:Sevilla
Puntuación:5
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