Parkway Drive vuelven a Barcelona a modo de calentamiento para el Resurrection Fest

Hace poco más de un año que Parkway Drive actuaron en Barcelona, ante un Razzmatazz lleno hasta los bordes. Catorce meses después volvían dentro del marco del Route Resurrection, el ciclo de conciertos que sirve como prolegómenos al Resurrection Fest de este año, aunque con una ocupación inferior en la sala. Algo más de media entrada en la sala grande de Razzmatazz (sobre las 1300 personas) dieron la bienvenida a un cartel hecho a medida, donde Stick to Your Guns y Darkest Hour abrieron la tarde.

Hace poco más de un año que Parkway Drive actuaron en Barcelona, ante un Razzmatazz lleno hasta los bordes. Catorce meses después volvían dentro del marco del Route Resurrection, el ciclo de conciertos que sirve como prolegómenos al Resurrection Fest de este año, aunque con una ocupación inferior en la sala. Algo más de media entrada en la sala grande de Razzmatazz (sobre las 1300 personas) dieron la bienvenida a un cartel hecho a medida, donde Stick to Your Guns y Darkest Hour abrieron la tarde.

Para muchos son el ejemplo de todo lo que está mal en el metal hoy en día -muchos siquiera les consideran metal y hablan de ellos con ese desprecio de las viejas generaciones hacia las nuevas corrientes del movimiento. Es obvio que Parkway Drive no son Judas Priest en 1984, pero el metal pesado y melodibruto que hacen sintoniza de manera más que obvia con un sector de público púber y post-adolescente que probablemente no sabe quien demonios es Michael Schenker y -lo que es más importante- les da igual. Este es SU metal y Parkway Drive son sus principales proveedores. Para los que estamos más curtidos todo puede parecer tremendamente derivativo, tanto del metal clásico británico, como del death melódico sueco o del propio nu-metal de finales de los 90. Pero la fórmula de Parkway Drive conecta con el público y a nadie le cabe duda de eso. Es más, comenzar el concierto con “Wild Eyes”, del “Atlas” de 2012, es incitar desde buen principio al público a cantar, con esos coros grandilocuentes que posee. A partir de ahí, se crea un ambiente lo suficientemente eléctrico como para que el concierto camine solo.

El problema con Parkway Drive es que, más allá de sus canciones y de su energía, hay más bien poco que decir. Es una banda que toca directamente el bajo vientre con la caña de sus canciones, del mismo modo que te lo puede tocar un martillo neumático en unas obras callejeras. Pero más allá de eso, hay una falta de sustancia considerable. Winston McCall es un vocalista carismático pero, con la excepción ocasional de Jeff Ling, el resto de miembros son ceros a la izquierda a nivel escénico. Todo el peso del show cae sobre los hombros de McCall, que dirige el escenario con soberbia y simpatía a partes iguales. Por su parte, las canciones dan lo que dan de sí: es una banda claqueteada hasta la muerte donde el espacio a la improvisación brilla por su ausencia. Es como escuchar los discos, con el extra de que te salpique el sudor de otros fans o alguno de ellos te pase volando por encima en uno de los múltiples intentos de crowdsurfing que se dieron durante la noche. Y esto no tiene nada que ver con la música. Tiene que ver con el lugar hacia donde está enfocado el impacto de Parkway Drive: como decimos, es el bajo vientre. No el cerebro. Veo complicado que en veinte años, haya una generación de cuarentones deseando ver la gira de reunión de Parkway Drive porque sus canciones han aguantado el paso del tiempo.

Pero en lo que nos ocupa, que es el show de Barcelona, la banda fue solvente, enérgica y tuvo la simpatía de alterar el setlist respecto al de la anterior visita, pese a estar todavía técnicamente presentando “Ire”. Precisamente del último trabajo sonó una buena selección de temas, como “Vice Grip” -otro himno-, la aplastante “Destroyer” y la densa “Writings on the Wall”.

Apenas una hora y diez después de haber aparecido en escena se fueron con “Crushed” y “Romance is Dead” del ya lejano “Killing With a Smile”. El público contento, saciado. De eso se trata.