La velada fue cañera, reinó un ambiente espectacular aunque no estábamos muchos, y los músicos estuvieron a la altura en un festival de cuatro bandas con algunos puntos comunes y otros no tanto.

Hacía meses que nos habíamos fijado en esta suculenta fiesta organizada por Madness Live! Prods. Y no podíamos perdernos este evento. Lucía una estupenda tarde primaveral en la capital andaluza y sin embargo, sea por ser martes, sea por coincidir con la feria de Abril, sea porque esta entrada de año ha sido intensa en cuanto a conciertos de Metal y las billeteras empiezan a resentirse, pero en contra de todo pronóstico, pocas decenas de thrashers y metalheads se dieron cita en la sala Custom.

Harlott comenzaron a caldear la velada

La velada empezó con rigurosa puntualidad algo más tarde de las siete de la tarde para encontrarnos con los australianos Harlott y su Thrash Metal de manual. El cuarteto de Melbourne sonó bien, pero no supo convencer al público con sus riffs facilones de bordón una y otra vez en un concierto que fue corto y se hizo largo. Todo muy bien ejecutado, pero no encontramos nada nuevo, nada fresco, nada personal, sino una ristra de temas bien tocados que se parecían mucho unos a otros. Eso sí, demostraron buena actitud ante los pocos que allí andábamos aún. Tiene mérito cruzarse el planeta y tocar en las antípodas de su país natal para presentar su tercer disco, “Extinction” (2017), pero ni por esas triunfaron pese a ser ellos mismos un cliché thrashero de arriba abajo.

Cephalic Carnage: cuando la veteranía es un grado

Otro gallo cantaría con Cephalic Carnage. Sin duda esta fue una tarde de contrastes y sorpresas. A priori los estadounidenses eran la única formación que despuntaba un poco de la temática del cartel con su versátil y flexible grindcore/death metal técnico hasta la excelencia. La explicación es bastante simple: desde el año 2015 que su bajista, Nick Schendzielos, milita en Havok. ¿Nos montamos una gira juntos? Pues eso. Cephalic Carnage, además de ser la banda más veterana de la noche, demostraron una calidad técnica y profesionalidad desde las pruebas de sonido previas al show, durante las cuales probaron el paneo de las guitarras sobre monitores y PA. Buena idea, me la apunto. En su concierto nos golpearon con cortes grind breves e intensos, con temas más progresivos plagados de disonancias, digitaciones extravagantes, rítmicas imposibles y juegos de voces sensacionales. Lenzig Leal, único miembro fundador desde 1992 (se dice pronto), se metió al público en el bolsillo con su simpatía, sus bromas sobre la hierba de fumar, y su chorro de guturales.

Los cinco tipos, cada uno a su instrumento, probaron su valía ante la mirada estupidificada de la concurrencia, que no venía preparada para tal demostración de virtuosismo, definición, técnica, absurdo y parodia. En la recta final tocaron un tema con máscaras de black metal (Schendzielos con careta de caballo) y se intercambiaron los instrumentos (subiendo a la guitarra la chica encargada del stand de merchandising, WTF?), poniendo la brocha a un, para mí, demasiado corto concierto en el que varios géneros de Metal tuvieron cabida y fueron magníficamente interpretados. Esta banda es una máquina musical tanto a nivel individual como grupal. Suenan muy gordo. Algunos no venían preparados para tal cantidad de metralla escupida en tan poco tiempo aunque el sonido fuese de diez, pero vaya bolazo que se marcaron los Cephalic Carnage. Espectaculares. Palabra.

La fiesta la puso Darkest Hour

Probablemente Darkest Hour fueran la banda que más movimiento suscitó entre los asistentes, porque fue, después de lo narrado, un concierto muy fácil de digerir. Su música es bastante personal, pero enganchará a amantes desde el hardcore punk hasta el metalcore más modernito. Por eso fueron aplaudidos por el público, que disfrutó de un show dinámico, cañero, muy visual, y con un volumen tremendo. El quinteto de Washington comandado por el guitarrista Mike Schleibaum fue pura actitud sobre las tablas. Sonaron definidos, brillantes, poderosos, y se movieron mucho, intercambiando sitios y corriendo todo lo que el escenario de la Custom les dejaba. Incluso se atrevieron a hacer un amago de castellers que les quedó muy cuco.

Presentaron temas viejos y algunos nuevos de su reciente “Godless Phrophets & the Migrant Flora” (2017). Había mucha melodía de guitarra, muchos riffs thrashers machacones, alguno más modernito para la chavalada, y mucho movimiento. Ni aún con la buena iluminación de la sala éramos capaces de sacarle una foto buena a John Henry, que se tiró todo el concierto con la melena en la cara. Travis Orvin aporreó con su musculatura una vacía batería sin timbales, priorizando sobre la pegada. Darkest Hour tienen una fórmula que funciona. Se adaptan a los tiempos según corre el viento, y así llevan desde 1995, con nueve discos a las espaldas y un buen directo. Ellos saben.

Concierto de medias tintas de Havok

De Havok, para seguir con la dinámica de cal y arena, esperábamos más. Los había visto en la edición de 2014 del Resurrection Fest y entonces pegaron un conciertazo de los de cagarse a las cuatro de la tarde. En esta ocasión venían con un flamante nuevo disco, “Conformicide” (2017), que les ha consagrado como representantes de la nueva escuela de Thrash Metal Yanki. Con la partida de Mike Leon a Soulfly, venían con nuevo bajista, el citado Schendzielos, que fue, de lejos, con su bajo con leds verdes en el mástil, el más activo, dinámico, acaparador de todas las atenciones del público sevillano tanto en lo musical como en lo visual. Desde sentarse en una silla sobre el escenario durante un solo de guitarra, mostrando aburrimiento, hasta bajar del mismo corriendo hacia la barra, cruzando la pista para compartir unos tragos con los fanes en medio de un tema, espectacular el tipo, vaya fichaje. Lo mejor de la noche.

Reece Scruggs es un magnífico guitarrista solista y Pete Webber no queda atrás como batería, añadiendo un abanico de detalles de juegos de platos a los típicos ritmos de vieja escuela sobre la batería. David Sanchez tiene una voz tan thrashera (de esas de rata pisada) que recuerda a viejas glorias estadounidenses del género como Nuclear Assault  u Overkill. Sin embargo, y a pesar de salir con el público bien calentito después de pinchar íntegra “Bohemian Rhapsody”, no lograron calar del todo en un concierto, repitiéndome, que se hizo largo a pesar de no tocar más que cincuenta y cinco minutos. Parecía que el escenario les quemaba los pies, porque fue terminar el repertorio y bajar prácticamente sin despedirse. Qué mal irse, de verdad, que dejó a los presentes un poco desubicados.

Tocaron muy bien, son muy buenos, y el sonido fue impecable aunque demasiado alto de volumen. Tan alto que molestaba según uno se colocara en la pista. Igual Sanchez parecía que estaba de trámite y no se le vio ni disfrutar ni con la intención de hacer disfrutar (que es el objetivo de una banda y por eso te subes a una tarima, ¿verdad?) en toda la noche, así que nos quedamos un poco fríos con ese final tan trambólico.

La velada fue cañera, reinó un ambiente espectacular aunque no estábamos muchos, y los músicos estuvieron a la altura en un festival de cuatro bandas con algunos puntos comunes y otros no tanto que disfrutamos una vez más en Sevilla.

Texto y fotografías: Odigir Olaf.

 

Havok setlist:

  1. Hang ‘Em High
  2. Prepare for Attack
  3. F.P.C.
  4. Out of My Way
  5. Covering Fire
  6. Masterplan
  7. Point of No Return
  8. Ingsoc
  9. From the Cradle to the Grave
  10. Intention to Deceive
  11. Time Is Up

Texto y fotografías: Odigir Olaf.

Promotor:Madness Live Productions

Día:2018-04-17

Hora:19:30

Sala:Custom

Ciudad:Sevilla

Teloneros:Harlott, Cephalic Carnage y Darkest Hour

Puntuación:8