Metallica: Salto frustrado a la gran pantalla.
Pero lo que consiguen METALLICA con esta mezcla indefinida es desconcertar, desorientar y decepcionar. Salvo que la idea de Lars Ulrich sea la de dar el paso a otras plataformas mediáticas con la excusa de “Through the Never” y afianzar el posicionamiento mainstream del grupo. Lo cierto es que el cine de Callao estaba lleno de heavies. Difícilmente un público que no es seguidor de METALLICA va a invertir 35 Euros en observar “Through the Never” desde una perspectiva puramente artística o curiosa.
Llevan dos años hablando de su película en 3D. En el negocio de la música, la realidad se mide frente a las expectativas creadas. Es decir: aunque la realidad sea muy positiva, si tus argumentos de venta han sido algo desmedidos corres el riesgo de terminar decepcionando. Eso es exactamente lo que pasa con “Through The Never”, la primera incursión cinematográfica de los cuatro jinetes de San Francisco.
De entrada, “Through The Never” tiene de película lo que “Sálvame” de periodismo serio. No es más que un concierto de la banda, grabado en alta definición e imagen tridimensional, con un espectáculo tremendo sobre el escenario…pero poco más. Si se suponía que METALLICA debían reinventar el cine con su película musical, no han conseguido nada que LED ZEPPELIN no hicieran ya en 1976 con “The Songs Remain The Same”. La linea argumental del filme es vaga y poco clara y no creo que nadie llegue a comprender de qué trata realmente. Realmente, el hilo conductor es un concierto de METALLICA en un recinto interior, dirigido por Nimrod Antal. Sus credenciales son lo suficientemente dignas como para tomarse este trabajo cinematográfico en serio, pero lo cierto es que no hay nada de nuevo en “Through The Never”. Una banda tocando en directo, un actor que hace no se sabe muy bien el qué y una banda sonora que ya está más que escuchada.
Para presentar el film, Kirk Hammett y Lars Ulrich se acercaron hasta los cines Callao de la madrileña Gran Via, donde se había organizado una buena escena con cientos de fans esperando desde media tarde. A su llegada, los dos miembros de METALLICA han pasado aproximadamente unos quince minutos firmando autógrafos y posando para los fotógrafos, antes de entrar a la sala principal del cine, donde han dirigido unas palabras a quienes habían pagado una cantidad ciertamente desorbitada por su entrada, entre 20 y 35 Euros. Todo vendido, eso sí, demostrando que el tirón de METALLICA sirve para justificar prácticamente cualquier cosa. Al poco de empezar la película, Lars y Kirk se han ido de la sala, pues su vuelo era esta misma noche a la siguiente ciudad. Así mismo, tras los primeros cinco minutos, se ha tenido que volver a iniciar el pase, porque no había sonido debido a problemas técnicos (al menos en la sala 2). Si sirve de pista, los aplausos al acabar la película han sido ciertamente tímidos. No ha habido grandes momentos de “concierto” en el cine (como sucede en este tipo de pases) y el público ha mirado discretamente la película sin mucho aspaviento.
Como concierto de METALLICA, “Through the Never” tampoco es especialmente atractivo. Las continuas interrupciones “argumentales” hacen que el concierto pierda ritmo y gracia. No se hasta qué punto habría sido mucho más lógico plantear esto como un documental (como IRON MAIDEN hicieron exitosamente en “Flight 666”) o como un simple concierto grabado con grandes recursos, incluso con el 3D de por medio. Pero lo que consiguen METALLICA con esta mezcla indefinida es desconcertar, desorientar y decepcionar. Salvo que la idea de Lars Ulrich sea la de dar el paso a otras plataformas mediáticas con la excusa de “Through the Never” y afianzar el posicionamiento mainstream del grupo. Lo cierto es que el cine de Callao estaba lleno de heavies. Difícilmente un público que no es seguidor de METALLICA va a invertir 35 Euros en observar “Through the Never” desde una perspectiva puramente artística o curiosa.
En un aspecto más positivo, el espectáculo del concierto que refleja el film es tremendo. El despliegue de medios y escenografía es muy intenso y es un escenario que, si METALLICA movieran por todo el mundo, valdría el precio de la entrada en sí mismo.
Al final, da la impresión de que hoy en día METALLICA son un ente creativamente reseco (un disco nuevo cada cinco o seis años difícilmente puede servir como defensa) que hace las cosas sencillamente porque puede y tiene la posibilidad. Como “Lulu”. Pero eso no quiere decir que sean necesariamente buenos experimentos. Lo que está claro es que hay una gran diferencia entre poder y deber hacer algo. Lars Ulrich aún no ha entendido la diferencia.
Si sirve de algo, el final de la película -ininteligible- queda compensado por unos créditos en que la banda toca “Orion” sentados unos junto a otros, a solas, en el gran escenario. Posiblemente, el chicle de menta que quita el sabor a vinagre.
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