La emotiva carta de despedida de Blackie Lawless a Frankie Banali
El líder de WASP escribe una larga despedida a su amigo mientras que otros como Glenn Hughes, Paul Stanley o Slash ofrecen sus respetos.
El fallecimiento de Frankie Banali el pasado jueves 20 de agosto a causa de un cancer pancreático ha dejado un reguero de homenajes y dedicatorias en las redes sociales por parte de algunos músicos con los que Banali ha trabajado a lo largo de los años o con los que simplemente ha coincidido en la carretera.
Glenn Hughes ha publicado uno de los más sentidos. Hughes asegura que «las palabras no pueden expresar como me siento en éste momento». El bajista y vocalista ha recordado que conoció a Frankie en 1981, cuando él y Pat Thrall estaban preparando el disco conjunto que editaron bajo el nombre Hughes/Thrall.
«Siempre era el primero en llegar al estudio de ensayo en Burbank y el primero en llegar al estudio de grabación en United Western, en Hollywood, donde estabamos grabando el disco».
«Nuestra relación sobrevivió al paso de los años. No había nadie más honrado, leal, valiente y comprometido con la música y la amistad que Frankie. Siempre estuvo ahí para mí y nunca me falló. Gabi y yo le enviamos nuestros mejores deseos y rezos a su esposa Regina y su hija Ashley Banali».
Otros como James Durbin, Tony Franklin, Charlie Benante, Paul Stanley, Slash y Mike Portnoy también han ofrecido sus condolencias públicamente.
Una sentida despedida
Pero ha sido Blackie Lawless, el líder de WASP, quien ha publicado el más extenso y emotivo homenaje al baterista caído. Juntos grabaron siete discos de WASP, algunos tan importantes como «The Headless Children» y «The Crimson Idol», dos trabajos de importancia capital en la carrera de la banda.
«Frankie Banali y la batalla que ha librado contra el cáncer durante más de un año y que ha tenido su coste físico, emocional y espiritual, ya no existen. Mi amigo se ha ido» ha explicado en un post en redes sociales el músico.
«Le conocí el 17 de julio de 1975. Fue mi primera noche en Hollywood. Estaba asustadísimo ante lo que me esperaba en ésta ‘fabrica los sueños’ que tanto prometía pero que tenía una reputación de ser increíblemente cruel con los novatos. Él estaba en el exterior del Roxy Club en el Sunset Strip, apoyado en el muro. Arthur Kane le había conocido en uno de sus últimos viajes con los NY Dolls a LA y me lo presentó. Recuerdo pensar ‘no tengo ni idea de si este tío sabe tocar pero es una estrella del rock y nadie lo sabe aun. Quiero estar en una banda con él pero ya».
«A lo largo de los años nuestras vidas se cruzaron muchas veces personal y profesionalmente y yo fui a ver en directo bandas en las que él tocaba y siempre destacó en todas ellas. Su talento le separaba de todo el mundo que había con él sobre el escenario».
«Una noche en 1979 me lo encontré en una hamburguesería y le puse las demos de las canciones que acababa de finalizar. Estuvimos sentados en mi coche escuchándolas y en ese momento empezamos a desarrollar una verdadera amistad que duraría toda la vida. Esa canciones que escuchamos en el coche serían los cimientos de algo que construiríamos desde cero once años después. El disco se llamó ‘The Crimson Idol’.
«A lo largo de los años, pudimos conocernos muy bien. Su amor por la música y la historia nos llevó a pasar incontables horas hablando de música y de las bandas que nos gustaban. Una de las cosas que más me impresionaron fue que conocía muchos detalles de otros instrumentos. Pequeñas cosas que solo los que los tocan pueden saber. El podía hablar sobre todo ello y siempre llamaba la atención que un baterista tuviese ese conocimiento tan detallado. Pero él no era tu típico batería. Eso lo demostró muchas veces con todo lo que tocó con su genialidad musical».
«Siendo chavales de New York teníamos una inclinación natural hacia el baseball. Durante los días de descanso de la gira de ‘Headless Children’ en el 89 íbamos a todos los Ball Parks de la Major League que podíamos. Una vez estábamos en Cincinatti y los Reda jugaban esa noche. Teníamos un concierto que hacer pero pensamos que quizá podríamos ver la primera mitad del partido y luego ir corriendo al recinto. Bueno, el partido estaba siendo muy bueno y teníamos que tirando o llegaríamos tarde al concierto. Estábamos ahí hablando y diciendo ‘toda la gente debe estar en el recinto pensando que la banda está preparándose en el backstage y que el concierto va a ser la hostia!’. Pero ahí estábamos, en un campo de baseball viendo el partido, comiendo cacahuetes y riendo, pasándolo bien. Al final vimos que teníamos un problema y nos levantamos y nos fuimos camino al concierto -llegamos media hora tarde al concierto. Durante el concierto me giraba, lo miraba y nos daba la risa, como un par de niños que se han saltado el colegio. Fue uno de esos momentos en los que solo tú y la otra persona saben lo que ha pasado».
«Pasamos momentos muy divertidos juntos y lo echaré mucho de menos. Me podía hacer reír más que nadie. Era uno de esos tipos genuinamente divertidos. En serio: Frankie podía hacer reír a un perro. Podíamos explicar muchas historias pero siempre serán mías y no tengo ninguna vergüenza de ser tan egoísta».
«También pasamos mucho dolor juntos. Hace años estábamos el y yo solos en una habitación en el funeral de su madre. Estaba tan triste por el, porque no podía quitarle su dolor. Uno de esos momentos que te unen para siempre».
«Como cristianos nos enseñaron que ‘no dejes que la mano izquierda sepa lo que la mano derecha está haciendo’. Eso quiere decir que no hay que procurar que el mundo sepa las cosas buenas que haces para que te aplauda. A lo largo de los años el dio mucho apoyo a niños huérfanos en distintos países y vio a muchos de esos niños hasta que fueron adultos. De vez en cuando me enseñaba sus fotos…niños que jamás podría conocer. El nunca habló públicamente de ello. Así era Frankie».
«Quiero dedicar un momento, para poner las cosas en perspectiva, a las contribuciones que éste hombre ha hecho y que ahora tomamos como garantizadas, en el mundo del heavy metal!».
«Para bien o para mal, la industria del entretenimiento intenta emular sus propios éxtos».
«Rara vez ninguna compañía de cine, televisión o discos se mete en territorios inexplorados por miedo al fracaso. En 1983, cuando QUIET RIOT editaron un disco rompedor como «Metal Health», el negocio de la música tal y cómo lo conocemos cambió. Ese disco dio vida un movimiento y yo y muchos otros nos beneficiamos de él».
«Metal Health» vendería más de diez millones de copias en Estados Unidos y muchas más en el mundo. Esto nunca había pasado hasta entonces en el mundo del ‘hard rock’ o el ‘heavy metal’ en la historia del negocio de la música. Abrió las puertas a todo el pensamiento convencional de lo que una banda de rock debería hacer y creo que toda banda de rock le debe a QUIET RIOT algo que nunca podrán pagar. Sin esta banda, el género que amamos no existiría de la manera en que existe hoy en día. Creó un efecto dominó que le mostró a la MTV, a las discográficas, a los promotores y a los agentes que el rock no se iba a ninguna parte, sino que era algo masivo».
«Por mi parte, no hay manera en que pueda exagerar la importancia de su talento en mi carrera. De los muchos discos que hicimos juntos lo más memorable para mí era ver la manera en que interpretaba su visión de mis ideas. Como músico era muy superior a lo que él mismo sabía pero lo que hizo de nuestra colaboración algo especial fue su respeto a las canciones. Porque normalmente estábamos los dos solos en el estudio, él era mi instrumento principal. Le empujaba a cargar con los arreglos en un modo que normalmente se reserva a las voces o las guitarras. Era tremendo ver su mente trabajando. Le lanzaba ideas y luego las veía pasar por su filtro de baterista.»
«No puedo resumir la totalidad de la vida de un hombre en solo unas pocas palabras. Lo único que nos queda en el mundo es lo que dejamos atrás. Fue el gran educador Horace Mann quien dijo ‘avergüenzate de morir hasta que no hayas conseguido alguna victoria para la humanidad’. Frankie Banali no tiene nada de lo que avergonzarse. El fue una gran parte de la banda que ganó la victoria para la música que amamos.»
«M amigo se ha ido. Pero en cada corazón hay una verdad que late».
«El creía en nuestro señor Jesucristo. Tengo la seguridad de que le volveré a ver algún dia».
«Hace unos días le escribí por última vez y le dije ‘hace un tiempo tu y yo hicimos una canción titulada ‘Hold on to My Heart’…agárrate a mi corazón, yo me agarraré al tuyo». Me respondió «te quiero, hermano».
«Buena suerte Frankie Banali…mi amigo».
Descanse en paz.
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