Moonsorrow: «Nunca seríamos capaces de escribir un álbum que fuera sólo un puñado de canciones.»
Mitja Harvilahti (guitarra y coros) nos recibe en el backstage de Razzmatazz 2, y nos sentamos a charlar en la hora y pico que queda antes del bolo. Quizá fuera porque venía entusiasmado por el buen tiempo que hace en la ciudad condal, tan distinto de su natal Finlandia, porque llegaba enamorado de la Barceloneta, o porque justo había descubierto los mojitos del Born, pero nos explicó detalles del nuevo álbum, su viaje personal por la trayectoria del grupo, el motivo del nombre “Finnish Folk Metal Mafia”, novedades sobre "Lakupaavi", y hasta una historia sobre cómo fueron víctimas de una investigación del FBI.
Este jueves, Barcelona era asaltada por la Finnish Folk Metal Mafia, o lo que es lo mismo, las bandas finlandesas de folk metal Korpiklaani y Moonsorrow. Aprovechamos para hablar con los segundos, que es apenas la segunda vez que visitan nuestro país en sus veinte años de trayectoria, y que recientemente han sacado su séptimo álbum, «Jumalten Aika«.
Mitja Harvilahti (guitarra y coros) nos recibe en el backstage de Razzmatazz 2, y nos sentamos a charlar en la hora y pico que queda antes del bolo. Quizá fuera porque venía entusiasmado por el buen tiempo que hace en la ciudad condal, tan distinto de su natal Finlandia, porque llegaba enamorado de la Barceloneta, o porque justo había descubierto los mojitos del Born, pero nos explicó detalles del nuevo álbum, su viaje personal por la trayectoria del grupo, el motivo del nombre “Finnish Folk Metal Mafia”, novedades sobre «Lakupaavi«, y hasta una historia sobre cómo fueron víctimas de una investigación del FBI.
Empezamos hablando del nuevo álbum, que llegó a las tiendas a principios de este mes, después de levantar gran expectación por las redes y cosechar excelentes notas entre las publicaciones especializadas. En palabras de Mitja, “mezcla elementos nuevos y viejos, como el folk escandinavo, pero a la vez también tiene una atmósfera muy oscura”. Nos cuenta que están especialmente satisfechos porque han logrado un álbum muy sólido, “que funciona como una pieza” pero que, a la vez, “tiene muchas variaciones interiores, especialmente con la instrumentación”, y que eso es algo que llevaban mucho tiempo queriendo conseguir.
Las letras del álbum tratan de la mitología y el nacimiento de las religiones: “Empieza cuando la gente está creando la fe, para poder explicar sus propias vidas, y luego caen en creer que los dioses los crearon a ellos”, y acaba formando una narrativa circular, pues “en la última canción [«Ihmisen aika«], los hombres han abandonado a los dioses y sólo se mueven por la avaricia y el dinero”. Pero no se trata enteramente de un álbum conceptual, como ya habían hecho anteriormente, si no que “sigue una historia, pero no completamente. No todas las canciones están conectadas directamente las unas a las otras, si no que sólo se relacionan porque tratan el tema de la mitología.” Debido a esto, Mitja opina que, en «Jumalten Aika«, las canciones “no están muy conectadas las unas a las otras, son más individuales”, pero que tampoco se han alejado mucho del estilo de Moonsorrow, y que “nunca seríamos capaces de escribir un álbum que fuera sólo un puñado de canciones”. En general, Mitja reconoce la influencia de la cultura escandinava en los temas que trata el grupo – concretamente, destaca las Edda, y aunque le gustaría que pudieran tratar más el Kalevala (su leyenda favorita, sobre el asalto de unos héroes a otro país, pertenece a este recopilatorio), bromea sobre que Amorphis ya se encarga de esto.
Una de las cosas que más ríos de tinta han hecho brotar sobre Moonsorrow es la longitud de sus canciones, que pueden cómodamente alargarse hasta el cuarto de hora. Escoger cuándo se acaba una canción “es muy difícil; podemos empezar con una idea, pero luego tenemos que probarlo todo”, nos confiesa, y nos cuenta que “no escribimos de principio a fin de golpe, si no que escribimos algo para el principio, algo para el medio, y luego algo para el final, y empezamos a mezclarlo.” Es algo que, según Mitja, tiene que ver con la forma cómo crean el concepto de las canciones, con una fuerte estructura de motivos recurrentes, pues, “cuando tienes motivos fuertes, se acaban volviendo a entremezclar al final, [aunque] cuando empezamos a escribir un tema no siempre lo tenemos planeado, pero siempre acaba siendo la mejor forma. La forma con la que Moonsorrow funciona”.
Mitja nos relata que, con este nuevo álbum, han tenido especiales problemas para delimitar el contenido de los temas (“No sé por qué, ¡pero fue muy difícil! ¡Teníamos que probarlo todo!”), y que, por ejemplo, con la segunda canción [«Ruttolehto«] “justo un día antes de entrar al estudio, Henri cambió la estructura completamente, y nosotros nos quedamos como “¿y ahora qué coño es esto? ¡No podemos hacerlo!”, pero, por suerte, mantuvimos los cambios”, desembucha entre risas.
Hablando de Henri Sorvali [guitarra, teclados, voz y compositor principal], Mitja nos confirma que tampoco le veremos girar en esta ocasión debido a los motivos que él mismo mencionó en su blog, pero le pedimos que le haga llegar los mejores deseos de todos los fans hispanohablantes y que, aunque entendemos la situación, sería bonito algún día ver llegar a nuestras costas a la banda completa.
Son ya más de veinte años en activo, y con siete trabajos bajo el brazo, puede resultar complejo para los novatos orientarse y escoger con qué álbum empezar a adentrarse en el mundo de Moonsorrow. Mitja os recomendaría enfrentaros a ellos en estricto orden cronológico, para ver la evolución de la banda – “No me gustaría escuchar “Suden Uni” (2001) después de “Hävittety”(2007)” -, una evolución de la que a él le gusta destacar el giro hacia un estilo más intimista y “realista, práctico y humilde”. Señala “Verisäkeet” (2005) como el punto de inflexión donde se dieron cuenta de que no necesitaban tantos elementos sinfónicos, “que en “Kivenkantaja” (2003) nos llegamos a ahogar entre tanta orquestración y arreglos”, y que ellos debían hacer lo opuesto a grupos como Nightwish (en ese momento, en pleno despegue).
Y otro de los puntos clave de su carrera que escoge destacar es el lanzamiento de “Hävittety”, por el hecho de que se trataba de un álbum que contenía sólo dos canciones (de media hora de duración cada una.) “Es el epítome de cuán épicos podemos llegar a querer ser, porque no creo que nunca hagamos algo más grande que aquello”. Pero, ¿fue complicado para la discográfica -que tiene que pensar en la viabilidad económica de las propuestas- aceptar algo tan atípico? “¡Tuvieron que hacerlo!”, exclama Mitja entre risas, para después ponerse serio: “No pueden controlar qué escribimos. No somos un producto, somos artistas. Y si no podemos hacer lo que deseamos hacer, realmente no hay ningún motivo para sacar trabajos.” Por suerte, la crítica y el público les dio la razón, valorando el álbum muy positivamente, aunque Mitja advierte que “es algo complicado de escuchar, requiere mucha energía”.
Recientemente, Moonsorrow ha llegado de una gira por China bastante ambiciosa, con apenas un par de días en Helsinki para descansar antes de enfrentarse a la rama europea de la promoción. Aunque no tienen ningún ritual concreto para encarar los bolos, “sólo un par de birras y ya” (y en este punto de la entrevista ya va por la segunda), Mitja reconoce la labor del personal técnico, que “hacen un gran trabajo, muy profesional, para que no nos tengamos que preocupar de la logística y nos podamos enfocar sólo en tocar”.
Llama la atención que, cuando giran con Korpiklaani, los dos grupos se hacen llamar Finnish Folk Metal Mafia. Justo en el momento de hacer la pregunta, un roadie entra en la sala y los dos se miran significativamente sin apenas poder aguantar la risa. Esto huele a buena historia. “Estábamos en una gira junto con unos otros grupos alemanes y, bueno, nos lo estábamos pasando bien, estábamos ya algo borrachos, y decidimos empezar a robar el bote de los alemanes, y llegó el punto en que nos hicimos llamar Finnish Folk Metal Mafia. ¡Hasta nos hicimos unos tatuajes a juego!”, y nos muestra un tatuaje en su muñeca, donde pone FFMM en tipografía rúnica. “Nos todos lo tenemos, pero algunos sí que nos atrevimos”.
Ahora que ya hemos dejado atrás la parte más técnica de la entrevista, parece el momento de preguntar por «Lakupaavi«, un proyecto en broma con el que Moonsorrow hizo perder la fe por unos instantes a todos sus fans. Ahora que ya han pasado diez años de la aventura, ¿cómo se ve des de la distancia? “Sigue siendo pura mierda”, bromea Mitja. “No, ahora en serio, creo que fue algo genial, muy espontáneo.” Y nos sorprende confesando que “habrá más noticias de «Lakupaavi«, sólo que no sé cuando, y esta vez no tendrá nada que ver directamente con Moonsorrow. De hecho, hasta tenemos ya una canción”.
El sentido del humor es algo que caracteriza a los integrantes de Moonsorrow. De «Lakupaavi» ya hace diez años, pero apenas hará un año, Henri puso patas arriba la comunidad metalera a costa de la marca de ropa H&M. Mitja tampoco acaba de entender cómo fue que todo se salió de madre tan rápidamente – “Empezó como una cosa de Facebook y de golpe la gente se empezó a unir (no puedo decir quiénes eran, pero había más de 40 personas implicadas), y en un día ya había el sello discográfico, las canciones, las portadas, las páginas web…”. El problema, según él lo ve, llegó con las webs americanas, “que malinterpretaron el asunto. Si todo el mundo hubiera entendido que era una broma, no habría llegado a ningún sitio, pero se pensaron que iba en serio, y en dos horas ya se había compartido millones de veces.” Nada que decir, pero, contra el público americano, del que destaca que son “muy amables”, aunque, por supuesto, también hay una historia que contar detrás de su primera gira al otro lado del charco, con implicación del FBI incluida: “La primera vez que tocamos allí fue en un lugar que estaba como conectado a un hotel [cuyo huéspedes da a entender que debían ser gente muy religiosa], y se quejaron, y unos días más tarde, el FBI empezó una investigación y hasta preguntaron a los organizadores si habíamos sacrificado algún animal o algo así.”
“Creo que todo el mundo quiere creer en algo”, nos cuenta Mitja, ahora que hemos decidido hablar un poco de religión. “La gente crecemos y no tenemos una madre que nos siga cuidando, y acaba siendo necesario creer en algún tipo de dios. No importa si es o no es [el] Dios [cristiano], pero se necesita creer en algo, algún tipo de marco que ayude a entender qué somos, de dónde venimos, o qué es sagrado para nosotros”. Unas reflexiones interesantes, provenientes de una banda cuyo miembros se identifica como ateos o paganos.
Para Mitja, algo muy importante (quizá hasta cercano a lo sagrado) es la naturaleza. Nos cuenta que intenta preservarla, que da dinero a diferentes organizaciones y está reduciendo su consumo de carne, pero que por encima de todo es realista (“no me puedo considerar vegetariano”), e intenta no ser hipócrita: “No puedo decir que sea un santo, pero por lo menos intento ser lo más honesto posible. Creo que daño al mundo más que la gente normal porque estoy volando todo el tiempo, y la contaminación que sale de todos los aviones que usan las bandas cuando giran no puede ser ecológica de ninguna manera.”
Finlandia tiene la peculiaridad de que la tierra se regula según los derechos tradicionales de acceso, es decir, así por encima, que cualquiera puede pasear libremente por el bosque y recolectar bayas, setas, u cualquier otro recurso natural, aunque dicho bosque pertenezca a un territorio con propietario. “Simplemente, es de buena educación no acercarse a los edificios donde vive la gente”. Sin embargo, recientemente se dijo que el gobierno finlandés había propuesto una ley que permitiría la privatización de los bosques por parte de las empresas. Mitja nos actualiza y nos cuenta que esta ley ha sido, tristemente, aceptada, y que “realmente es muy jodido. No sé exactamente cuáles van a ser les consecuencias, pero es ridículo. Quién quiera que esté al mando de esto…” Lejos del paraíso natural que pueda parecer, Finlandia está forcejeando con varias problemas referentes al ecosistema, “como los lobos. Apenas hay 100 lobos en todo el país, y podría haber más, pero están dando permisos para matarlos.”
Mitja no lo ve muy claro: “Creo que van a haber manifestaciones. Pero los finlandeses no somos muy buenos con las manifestaciones, somos demasiado amables, y vagos”. Mejor no se fijen en nuestro estilo, de mucho ruido y pocas nueces.
El reloj nos avisa de que queda ya poco para dar inicio al bolo, y dejamos que Mitja vaya a asaltar el catering – nos parece ver restos de paella – y coger energías para darnos un concierto que, seguramente, será inolvidable.
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