Éxito en ascenso bañado al natural: Kadavar
Con una carrera que apenas alcanza el lustro, muchos se están rascando la cabeza ante el súbito éxito de los alemanes Kadavar. Hace unos meses llenaron hasta los bordes la sala Bikini de Barcelona, con un público variopinto y ávido de escuchar el rock monolítico y paleolítico del que hace gala la banda.
Con una carrera que apenas alcanza el lustro, muchos se están rascando la cabeza ante el súbito éxito de los alemanes Kadavar. Hace unos meses llenaron hasta los bordes la sala Bikini de Barcelona, con un público variopinto y ávido de escuchar el rock monolítico y paleolítico del que hace gala la banda. Lo mismo sucedió en la mayoría de ciudades de su gira europea. Como su propia baterista, Tiger, admite «no me esperaba todo esto». Ahora, sin pausa, nos presentan un nuevo trabajo titulado «Berlin» que ve la luz en estos días. Más de lo mismo pero con tanta energía que no puedes quedarte al margen. Abra Kadavar, nunca mejor dicho.
¿Esperabais que Kadavar subieran tan rápido como lo han hecho?
«Siempre nos ha sorprendido la manera en que esto ha evolucionado. Recuerdo cuando comenzamos la banda y sacamos el primer disco: el interés ya era gigantesco. No pensaba que fuésemos a vender ni 500 copias del vinilo. Todo vino muy rápido y simplemente estoy feliz y agradecido por ello. Aunque no me lo esperaba, para serte sincero».
Gran parte de la música de hoy en día peca de un exceso de tecnología. Tanta que se deshumaniza la música. ¿Es Kadavar la antítesis de todo ese planteamiento?
«Yo soy un ingeniero de sonido desde hace años y es como me ganaba la vida antes de que la banda despegara. He hecho producciones donde he tenido que poner la batería y programarla sobre el grid y usar autotune y todo eso. Siempre pensé que, para mi propia música, no quería eso. Si usas demasiada tecnología pierdes autenticidad en el proceso.»
«Con Kadavar siempre hemos querido ser naturales y tocar en directo cuando estamos juntos en el estudio. Es nuestra manera de interpretar la música, que no tiene porque ser la de los demás, claro».
¿Es esa naturalidad la seña principal de identidad de Kadavar?
«Te diría que si. La manera en que yo escucho la música es buscando la personalidad que hay tras cada instrumento. Eso es lo que hace que me guste una banda. Si grabas con naturalidad y sin buscar la perfección extrema, la personalidad puede apreciarse. Sino, es como escuchar una maquina. Me gustan los errores, me gustan las cosas que no son perfectas».
¿Dejáis espacio a la improvisación en vuestros shows?
«No improvisamos demasiado en los shows en directo. Generalmente tocamos las cosas de la misma manera en cada show, mayoritariamente. Pero cada show es distinto porque tu te sientes de una manera distinta».
¿Usas click en los directos y en los discos o tiras de tu propio metrónomo interior?
«Siempre toco con feel. Nunca uso click y los odio profundamente. No creo que sean una buena idea».
En uno de los temas del nuevo disco, concretamente en «Lord of The Sky», se puede apreciar claramente como el tempo baja varios bpm unos segundos después del inicio del tema. Una tontería que nos recuerda que la música la están tocando seres humanos imperfectos y no robots.
«Hay varios momentos en el disco donde sucede eso: nos aceleramos y nos ralentizamos. Y a eso me refiero: no usamos click y eso me parece algo que humaniza mucho el sonido de la banda. He trabajado con mucha gente que se obsesiona con ese tema y no tiene ningún sentido: que una canción tenga cierta dinámica es lo que cualquier músico debería buscar».
¿Grabáis todos juntos en el estudio? ¿Predicáis con el ejemplo?
«Tocamos todos en una habitación con los amplificadores y la batería. El 90% del disco es básicamente eso. No queríamos ser muy dogmáticos acerca de ese asunto, pues si que hay algunos overdubs posteriores.La banda, en esencia, debe ser capaz de defender el tema en directo sin ayudas pero si queremos añadir una textura distinta en una guitarra o algo por el estilo, lo hacemos, sin destruir la idea principal, que es la de tocar juntos».
Además de Black Sabbath y Cream, también observo influencias del krautrock alemán de los 70, con bandas como Can o Amon Duuhl. ¿Fue esa corriente algo influyente en la concepción de vuestro sonido?
«La música que nosotros tocamos viene de finales de los ’60 y de los ’70. Para nosotros, lo que hacemos es algo que ya se ha hecho antes y que no hemos inventado, nosotros no pretendemos cambiar eso. Pero creo que en el futuro seguirán apareciendo reinterpretaciones de aquella música creada hace varias décadas. En este disco hemos intentado movernos hacia adelante y no ser tan fieles a un cierto sonido antiguo, sino darle nuestro propio toque y nuestra propia visión a las cosas. Curiosamente los Beatles son mi principal influencia, por encima de muchas otras bandas».
¿Es la evolución una fuente de preocupación para Kadavar? Más allá de devaneos psicodélicos, el estilo que tocáis no invita demasiado a cambios revolucionarios.
«Mientras nos mantengamos fieles a nosotros mismos, no nos preocuparemos demasiado sobre la evolución o anquilosamiento de la banda. Creo que hay que encontrar un equilibrio, eso es lo más importante. Hay que ir un paso adelante de vez en cuando para que las cosas se mantengan interesantes. Reproducir algo ya hecho previamente puede volverse tedioso desde el punto de vista de un músico. Claro que tenemos un sonido, claro que somos un trio, y claro que tenemos un estilo encasillado dentro del rock. Pero dentro de eso, hay muchas opciones. Sería estúpido escribir siempre la misma canción durante treinta años».
¿De que tamaño es el bombo que usas? El sonido profundo y «lleno» del bombo es una parte importante del sonido de la banda. Así mismo ¿usas triggers de algún tipo?
«El bombo es de 24″. Todo el sonido es natural. Lo más importante es la manera en que afino el kit de batería. Me he pasado años para encontrar mi sonido, encontrar los parches adecuados y la manera en que afino estos. Todo tiene un sentido dentro de nuestra música y por ejemplo yo afino la batería para cada canción, buscando la nota adecuada. La microfonía es un aspecto muy importante también al que presto mucha atención. Es toda una ciencia.»
La caja es también muy importante en tu sonido como batería, con una afinación media-baja. ¿Qué consideraciones tienes a la hora de buscar el sonido adecuado en la caja?
«Tengo dos cajas: una un poco más aguda y afilada y la otra un poco más grave, pero busco la nota adecuada para cada canción en lo que a caja se refiere también. En directo no lo puedo hacer, pero en el disco juego con tres o cuatro notas clave según la canción.»
Tienes un kit de batería tremendamente minimalista, lo cual contrasta con los baterías de heavy metal que tienden a sobredimensionar el kit. Y uno de los aspectos más importantes que se te puede ver mientras tocas, algo que es imposible con gente como Nicko McBrain o Mike Portnoy. ¿Crees que esa visibilidad es tanto o más poderosa que un kit gigante y lleno de toms y platos?
«Comencé solo con un ride, en los primeros años. Solo tenía un ride de 20″ que me servía de ride y de crash. El problema está en que lo destruía muy a menudo y al final terminé por añadir un crash para los golpes más fuertes y los acentos en las canciones. Luego también añadí un segundo goliat, pero intento mantener un kit muy minimalista. Si algún día le añado algo más al kit será otro crash, pero me gusta mantenerlo todo simple y minimalista».
«Muchos bateristas se obsesionan con el aspecto técnico de su kit y añaden diez platos para conseguir texturas ligeramente distintas que solo escuchan ellos.»
Tocáis en festivales, caso del Resurrection Fest en España. ¿Como vives la música de Kadavar en el contexto de un gran escenario con un montón de público que no es exactamente tu seguidor habitual? Es obvio que sois una banda perfecta para salas.
«Tocar en festivales es una experiencia más estresante, porque es complicado captar la atención de la gente. Hay muchas bandas tocando, no son tus fans habituales y cuesta mantener su atención. Pero en muchos festivales me lo paso bien. Los festivales son una experiencia, es algo que va más allá de las bandas que tocan. Si eres capaz de relajarte y disfrutar de las buenas vibraciones que hay en el lugar puedes conseguir cosas muy interesantes también.»
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