Running Wild es, probablemente, la banda más esquiva del heavy metal alemán. Siempre bajo sus propias reglas y sus propios tempos, los de Rolf Kasparek vuelven casi cinco años después de su último trabajo de estudio con ‘Blood On Blood’, una inconmensurable nueva obra de estudio que nos coge a todos por sorpresa.

El problema que tienen muchas bandas que fueron pioneras del heavy metal o formaron parte del boom inicial de los ’80 es que mucha de su historia ya se escribió con letras de oro hace casi cuatro décadas. Todo su legado es inevitablemente comparado con un pasado distante y brillante que a menudo oscurece otros brillos más cercanos en el tiempo. Pero nadie puede decir que el nuevo disco de Running Wild no es brillante.

Desde principios de los 2000, cuando editaron el aclamado ‘Victory’, la banda de Rolf Kasparek no ponía en circulación un disco tan bien medido y mimado como este ‘Blood On Blood’. Un trabajo repleto de himnos al más puro estilo de la banda que se ha servido ampliamente de los complicados periodos que ha vivido el líder del grupo, Rolf Kasparek. 

Si bien el hierático Kasparek nunca ha sido particularmente dado a la exposición pública, lo cierto es que en años recientes ha tenido motivos sobrados para estar un poco más recluso que de costumbre. La motivación, los problemas de salud y la creciente complicación para componer un buen set de temas que sea merecedor de llevar el nombre “Running Wild” por bandera han sido parte del problema. 

“Comencé a trabajar en este disco nada más finalizar la mezcla de ‘Rapid Foray’”, explica Kasparek por teléfono desde Alemania en referencia al disco más reciente de la banda -editado en 2016-. Tras aquel trabajo, apenas un EP titulado ‘Crossing The Blades’ vio la luz del día en 2019. “Fue en aquel momento cuando compuse el tema título, ‘Blood On Blood’”, precisa. “Desde ese día fui compilando ideas, aunque tuve diversos parones de por medio”.

“Uno de ellos fue la gira que hicimos en 2017 en algunos festivales”, explica. La gira recaló con una parada exclusiva en el Rock Fest Barcelona de aquel año, su primer concierto en España después de más de doce años sin aparecer por nuestro país. “Tuve que echarle horas a los ensayos con la banda y eso hizo que el disco pasase a segunda línea. Tras acabar los festivales me centré a trabajar de nuevo y volví a repetir la operación en 2018 para el show de Wacken Open Air.

En 2019 tuve un gripe muy complicada que me tuvo parado una buena temporada. Yo tenía problemas de alergia, asma y corazón y eso me tuvo parado unos cuantos meses. Después de eso comencé a trabajar de nuevo y pusimos en circulación el single ‘Crossing The Blades’ porque sabíamos que llevaría más tiempo acabar el disco y no queríamos un hueco tan grande entre álbumes”.

Running Wild (Foto: Javier Bragado)

“A principios de 2020 tenía las canciones seleccionadas”, prosigue el músico y compositor. “Comenzamos a grabar las baterías. Tenía todo casi acabado antes del primer confinamiento en Alemania. Tuvimos suerte en ese sentido. Entonces me puse a trabajar en la producción, tuve una hernia y me tuvieron que operar. Después de esperar dos meses para la operación no me pudieron operar debido al coronavirus, así que todo se paralizó, nuevamente, durante medio año. No podía tocar la guitarra, no podía cantar… y al reponerme, comencé a trabajar de nuevo en el disco a principios de 2021”, dice ya casi riendo.

“Lo acabé una semana antes de tener que entregárselo a la discográfica y, debido a las diversas restricciones que había y los retrasos en la fabricación, lo tuvieron que posponer durante un par de semanas más”, cuenta el veterano músico alemán. Pero tiene claro que “ciertamente me ha venido bien todo este tiempo extra para trabajar con calma y permitir que las canciones fluyan adecuadamente”.

Desde que Running Wild anunciase su separación repentina en 2009 su ritmo de ediciones de estudio ha sido más o menos constante. Kasparek editó ‘Rogues En Vogue’ en 2005 y dejó un largo vacío discográfico hasta el año 2012. “Me costó mucho componer aquel álbum”, reflexiona. “Era el último que tenía en mi contrato con BMG y en aquel entonces sentí que había perdido totalmente la motivación”.

La banda anunciaría su desbandada, valga la redundancia, en aquel ya lejano 2009, y realizó un show de despedida a lo grande en el macrofestival alemán Wacken Open Air. Y tal y como la banda desapareció oficialmente, a Kasparek comenzó a picarle la inspiración, curiosamente. “Sentía que había perdido la motivación y la pasión”, remarca de nuevo. “Tuve que irme durante algún tiempo. Entre 2005 y 2012, cuando edité ‘Shadowmaker’, estuve desaparecido discográficamente y tuve que hacerlo porque necesitaba empezar de nuevo. Desde entonces las cosas han ido mejor y me siento más inspirado”.

Running Wild (Foto: Sergi Ramos)

Si bien el grupo tiene contrato con la alemana SPV/Steamhammer, lo cierto es que la banda funciona, a estas alturas, bajo sus propias reglas. Las prolongadas esperas no han venido acompañadas de presión de su casa discográfica. “Tenía un contrato para dos discos”, detalla. “Lo que pasa es que si te dicen que tienes que entregar el álbum y el disco no está acabado… pues el álbum no está acabado. No tiene más. Por eso estuvieron esperando. Sabían que tuve muchos problemas, que tuve que prepararme para los varios festivales y que tuve problemas de salud, así que no quedaba más remedio que sentarse a esperar. Por eso hice el EP, para que pudiesen tener algo que editar y que los fans tampoco tuviesen que esperar un tiempo tan largo”.

El disco mantiene un toque muy positivo, tanto en el tema título, ‘Blood On Blood’, como en las canciones más festivas como “Wild & Free” o “Wild, Wild, Nights”, típicos himnos ochenteros con los que Kasparek hace guiños a las bandas que le marcaron de joven, como Kiss. 

“Me gustan las canciones tal y como son. La música de Running Wild siempre ha sido cambiante. Si comparas un disco como ‘Death Or Glory’ con ‘Gates To Purgatory’, son dos cosas totalmente distintas”, sostiene. “Siempre he ido introduciendo cambios porque yo he ido cambiando como persona. He ido modificando las melodías y con el tiempo te planteas cómo funcionan las canciones en directo: un tema como ‘Blood On Blood’ va a funcionar evidentemente en directo. Las canciones tienen que tener una cierta energía y actitud”. 

“Para ‘Death Or Glory’ la discográfica nos dio mucho dinero porque había cuatro bandas en el contrato y tres se descolgaron. Todo el presupuesto fue para nosotros” (Rolf Kasparek)

El evidente momento de cambio que vive la música metal y el rock duro lleva a que muchas bandas veteranas encaren sus últimos años y sus giras de despedida. Kasparek acudió a uno de los conciertos de la gira de despedida de Kiss en Alemania en 2019 donde les rindió homenaje con una versión de “Strutter” en el EP ‘Crossing The Blades’ que editaron aquel mismo año. ¿Estamos viviendo los últimos coletazos de una manera de entender la música rock?

“No lo pienso así, porque siempre habrá nuevas generaciones de chavales que escuchan esta música”, ofrece el músico. “Si yo observo los fans que tengo en las primeras filas cuando toco en un festival, ahí no hay nadie de más de treinta años y mira que somos una banda veterana. Si tienes a un fan de 21 o 22 años en el público, él era un niño cuando yo hice ‘Shadowmaker’ y ha crecido con la música, del mismo modo que los fans más antiguos crecieron con ‘Gates To Purgatory’, por decir algo.

Running Wild (Foto: Sergi Ramos)

Siempre es bueno ver que tu música sigue siendo relevante para las nuevas generaciones. Ese es el motivo por el que Kiss y AC/DC siguen estando ahí y se resisten a irse. Tienen a un montón de nuevas generaciones queriendo verles en directo”.

El disco contiene, como viene siendo tradición, un tema épico titulado “The Iron Times (1618-1648)” que supera los diez minutos de duración. Como ya sucediese en trabajos recientes, la banda da el carpetazo final al álbum con una canción superior, una suerte de broche de oro orientado a dejarlo en lo más alto. Ya en años recientes ofrecieron “Last Of The Mohicans”, “Bloody Island” o “Dracula”. Ahora ofrecen una pieza sobre la Guerra de los Treinta Años que tuvo lugar en Europa Central entre 1618 y 1648.

“No tengo una obligación de cerrar con un tema épico”, asegura Kasparek. “Depende de si el disco necesita eso. No es que me sienta forzado a hacer una canción de ese estilo, pero a veces queda bien hacer una gran canción que sirva de final impactante para el disco. ‘The Iron times’ es uno de los mejores temas del nuevo disco, así que cerrar el álbum con un tema destacado siempre queda bien. Pero nunca me he sentido forzado a ello. Tienes que tener la historia, las melodías y la idea”.

El posicionamiento político del líder de Running Wild quedó claro cuando en “Fight The Fire Of Hate”, allá por 1994, se posicionaría contra el fascismo y los nazis. ¿Cómo vive Kasparek el ascenso de la ultraderecha? “Con preocupación”, admite. “Ya hice un posicionamiento incluso antes de eso con ‘Bad To The Bone’, que era una canción contra los nuevos y los viejos nazis alemanes. Odio a esa gente. No los soporto.

Pero veo que hoy en día tenemos problemas también con la extrema izquierda y sus conatos de violencia. Estoy en contra de ambos extremos porque ambos favorecen la violencia y eso no es bueno. Todo el mundo tendría que unirse. Estos tiempos nos deberían enseñar que divididos no vamos a ninguna parte. Espero que el nuevo gobierno resultante de las elecciones alemanas sepa luchar contra ello”, se plantea.

Running Wild (Foto: Sergi Ramos)

Desde hace muchos años, el asunto de la batería en los discos de Running Wild ha sido controvertido. Ya en discos como el mencionado ‘Victory’, con un estilo de batería muy mecánico y pesado, se especuló con que estas no eran reales y procedían de una programación. A tanto llegó el debate por las redes que se dijo que Angelo (el nombre con el que se identificaba al batería que grabó el disco) era el nombre del ordenador con el que se crearon las partes de percusión para aquel disco. “La gente hablaba de cosas que no tenía ni idea”, dice Rolf. Angelo, amigo personal de Kasparek, moriría unos años después, añadiendo sal a la herida. “La música se basa en emociones y puede gustarte o no, pero el debate que hubo por entonces me pareció ridículo”, afea. 

No es una acusación de la que se haya librado ni siquiera a día de hoy. “La gente dice que hay una batería programada en ‘Rapid Foray’, por ejemplo. Aún siguen con ello”. El batería de Running Wild hoy en día es Michael Wolpers, también habitual de Victory (el grupo alemán) e infinidad de proyectos de estudio. “él grabó la batería para este disco, como te decía, justo antes del confinamiento. Por suerte”. 

“No es un tema que me preocupe, pero de vez en cuando sale el debate a relucir. Un tío de la prensa me decía hace poco que la batería llevaba triggers y yo le decía que no”, asegura el músico. “Pero hay compresores y otros aspectos que te hacen conseguir ese sonido, no solo los triggers. Hay todo tipo de técnicas hoy en día y las posibilidades de Pro Tools son infinitas. No necesitas triggers para sonar así, te lo aseguro”. 

Running Wild nunca se han prodigado excesivamente por los escenarios con largas giras mundiales. Hacen breves tours por Centroeuropa o selectas participaciones en festivales. El carácter esquivo de Kasparek siempre ha sido motivo de curiosidad. Un outsider del que se decía que era difícil para trabajar pero que asegura que no es tan fiero el león como lo pintan.

“Es mi personalidad. Soy así”, se defiende. “Si quieres dejar huellas en el suelo, no puedes caminar tras el paso de otra persona. Tienes que hacer tu propio camino. Yo lo hice todo a mi manera, como decía Frankie”. 

Running Wild (Foto: Sergi Ramos)

“La gente te asocia con clichés y te dice lo que tienes que hacer”, prosigue. “Cuando a nosotros nos decían lo que teníamos que hacer de pequeños decíamos ‘no, que te jodan’ y esa sigue siendo mi personalidad. Hago lo que me place. Como siempre han hecho Kiss. Soy el tío que soy y desde el público se me ve con una personalidad totalmente distinta. Si hablas con Paul Stanley fuera del escenario, se comportará muy distinto a cuando está actuando. Yo vivo mi vida a mi manera y no soy un tío muy metido en la escena del heavy metal. Me mantengo fiel a mí mismo, que es lo que siempre digo en mis letras”, remacha. 

La carrera de Running Wild tuvo su particular zenit con ‘Death Or Glory’ y, posteriormente, el exitoso ‘Blazon Stone’, dos discos que terminaron de cimentar la leyenda de la banda. Posteriormente vivirían una época de esplendor con ‘Pile Of Skulls’ (1992), ‘Black Hand Inn’ (1994) y la trilogía formada por ‘Masquerade’ (1995), ‘The Rivalry’ (1998) y ‘Victory’ (2000) que cerró una época de gran éxito para banda. Pero todo comenzó con un ‘Death Or Glory’ (1989) que les llevó al siguiente nivel en cuanto a fama y popularidad en toda Europa. 

“Era el siguiente paso para nosotros y nuestra música”, rememora. “Todo estaba mejorando: tanto nosotros como músicos como la calidad de nuestras producciones. Todo el disco era manifiestamente mejor que ‘Port Royal’. La discográfica nos dio mucho dinero para trabajar porque había cuatro bandas en el contrato y tres se descolgaron, así que todo el presupuesto fue para nosotros y hubo mucho dinero para promoción. Eso fue el punto de partida para lo que fueron Running Wild en los ’90”. 

El siempre controvertido Karl Ulter-Walterbach, fundador de Noise Records e impulsor de bandas como Helloween o Kreator -así como de todo lo que conocemos hoy en día como metal europeo- aparecía como productor en los créditos del disco, pero su influencia fue escasa según palabras de Rolf. “Él era el productor ejecutivo, lo que significa que pagaba todo”, se ríe. “Yo he sido siempre el productor real desde ‘Gates To Purgatory’. El disco pone que lo compuso la banda, pero todo lo hice y produje yo”. 

“Yo solamente puedo hablar por mi caso y circunstancia”, comenta sobre las polémicas alrededor de su figura. “Hubo algunas cosas que eran como eran. Algunas cosas que se dicen son ciertas. Siempre se dice que la gira por USA fue lo que cambió el destino de Running Wild, pero no fue el caso. Nos dieron mucho dinero por hacerla y la hicimos porque no tenía coste para nosotros. Decidimos no girar más por allí y concentrarnos en Europa, y esa ha sido la historia para nosotros desde entonces”.

Sergi Ramos