Hexvessel: When we are death

“When we are death” es un álbum muy, muy agradecido de escuchar. Fluye bien en todas sus facetas, y se retira sin causar mucho ruido. Se descubre de una manera especial si consigues un rincón tranquilo para escucharlo con auriculares, bien enterrado en el sofá una noche de frío y silencio. Sólo pide que le dediques un poco de tiempo. No te dará el secreto de la vida – o quizá sí – pero sí que te hará olvidar los problemas durante 44 minutos.

Parece que por algún motivo el stoner ha decidido introducirse en mi vida a la fuerza. Recientemente han caído en mis manos “Voyage” y “Arrival”, ambos de The Vintage Caravan, y “Nucleus”, de Witchcraft. Con la llegada de “When we are death”, de Hexvessel, que se anuncia como Forest Folk, pensaba que habría un cambio en el horizonte… pero no. Eso de Forest Folk es mentira. Hexvessel, liderado por el británico Mat McNerney (a pesar de que la banda se considera finlandesa), se conjuga más en las líneas estéticas del hard rock psicodelico, y reduce el contenido naturalista a las letras, que destacan con frases como “When the dawn of man fades all flesh will turn in hay, won’t you lay the Earth over us?”. Resulta interesante como combinan este tipo de frases casi apocalípticas y proféticas con ritmos muy retro y, en cierto modo, hasta animados. De hecho, “When we are death” (es que hasta el título suena mórbido) es un álbum alegre de escuchar, con un buen número de temas que te animan, te da ganas de llevar el ritmo con los pies o hasta marcarte unos pases de baile.

Excepciones hay, como el tercer tema, un medio tempo introspectivo llamada “Cosmic Truth”, aunque más que “triste” se podría tachar de “solemne”, haciendo honor a su título. Tiene un aire a los clásicos de los sesenta y setenta, y hasta se acerca a saludar la forma de sonar de The Doors.La base de casi todas las composiciones es la voz y las guitarra, ayudadas por el órgano de Kimmo Heln, como en “When I’m dead” (que cuenta también con un fantástico bridge respaldado por los bombos). Pero es en “Green Gold” donde la voz grave de McNerney, que recuerda a Danzig, en conjunto con la de Marja Konttinen, se vuelve más humana y te captura. Suenan nostálgicos y anhelantes, y el estribillo, sencillo pero efectivo, evoca tiempos mejores – y más jóvenes, verdes y dorados. Creo correcto afirmar que va a ser una canción de las que se van a convertir en un imprescindible de la lista de los domingos por la tarde.

En contrapunto, el álbum continua con “Mushroom spirit doors”, donde la banda suena a ratos irreverente y decidida, y a ratos insinuante y quijotesca. Este tema, como “Drugged up on the universe”, no deja lugar a dudas de la posición sobre los estupefacientes del grupo, que en ocasiones también ha designado su estilo como el de “una gran seta mágica”. Sin embargo, aunque estas dos piezas sean las más obvias sobre el tema, el asunto narcótico de la banda se cuela en todas las canciones, dándoles un aire hipnótico y alucinógeno.

El álbum cierra con “Hunter’s prayer”, otro tema de desarrollo lento y bello, bellísimo. “And when I’m dead I am your and you’re mine”. A diferencia de la mayoría, este se sustenta en los tambores, que dan un ritmo terrenal, constante, que da la bienvenida a unas líneas completamente atmosféricas y sugerentes.

En general, “When we are death” es un álbum muy, muy agradecido de escuchar. Fluye bien en todas sus facetas, y se retira sin causar mucho ruido. Se descubre de una manera especial si consigues un rincón tranquilo para escucharlo con auriculares, bien enterrado en el sofá una noche de frío y silencio. Sólo pide que le dediques un poco de tiempo. No te dará el secreto de la vida – o quizá sí – pero sí que te hará olvidar los problemas durante 44 minutos.