Slayer: Repentless

“Repentless” recupera lo mejor de los SLAYER de “South of Heaven” y “Seasons in the Abyss” y lo entremezcla con la brutalidad y velocidad de sus primeros trabajos. Aquí llueve a gusto de todos (o casi todos) pues por fortuna apenas queda rastro de aquellos SLAYER amantes del chándal y los saltitos que dejaron para la posteridad abominaciones como “Diabolus in Musica” o “God Hates us All”.

El panorama entorno a SLAYER no pintaba francamente esperanzador tras unos últimos años un tanto convulsos, funestos y caóticos. Tras la triste defunción en 2013 del que para muchos fuera el alma mater de SLAYER, Jeff Hanneman, y paralelamente la huida (o despido) del señor Dave Lombardo, las cosas no pintaban nada bien dentro del seno del grupo. No ayudaba en absoluto el hecho de que a ojos del gran público, y gracias en parte a muchas de las desafortunadas declaraciones de Tom Araya y Kerry King, SLAYER había pasado a ser un trabajo convencional para dos señores entrados en edad consumidos por la rutina y la autocomplacencia de quién sabe que haga lo que haga, la gente le va a venir a ver igualmente y va a reventar las salas tirando de fondo de catálogo.

A título personal mi desarraigo con SLAYER duraba ya 2 décadas, desde aquel sublime “Divine Intervention” pese a que en directo siempre he sostenido que la banda se mantiene en un estado de forma envidiable. Por ello, un nuevo disco de SLAYER a estas alturas de la película para mi era casi tan intrascendente como uno nuevo de Pitbull, honestamente. Aborrecí e incluso llegué a odiar “Diabolus in Musica” y “God Hates us All”. “Christ Illusion” nos lo vendieron como el gran retorno cuando en realidad era otra cagarruta con bonito envoltorio. “World Painted Blood” ni lo llegué a escuchar más allá del par de singles de adelanto que reiteraron mi apreciación negativa hacia el grupo. SLAYER iban hacia la deriva y la pérdida de dos de sus miembros fundadores, precisamente los que mayor credibilidad tenían de cara a sus fans, pintaba un panorama desolador. Pero mira por donde, con todo en su contra, Tom y Kerry han sabido redirigir la nave y parir un disco bastante digno que si bien no puede competir con sus obras clásicas, sí creo resulta mucho más interesante, entretenido y sobretodo coherente con su pasado que cualquier cosa hecha por el grupo en los últimos casi 20 años.

Desconozco si hay material de Hanneman en “Repentless”, ciertamente el dato es irrelevante pues pese a ser el difunto rubio el creador de muchos de los riffs míticos de SLAYER, también era él quién estaba al cargo de la bazofia que posteriormente la banda lanzaría al mercado. De Lombardo no diré nada pues pese a que me parezca un batería excepcional, no creo que Bostaph tenga nada que envidiarle más allá del nombre, prestigio y cuenta corriente. Gary Holt, por su lado, apenas ha participado en este disco más allá de los solos, cojonudos por cierto y añadiendo un punto extra de melodía que quizá escaseaba en los punteos de King y Hanneman. Sea como fuere, SLAYER han cohesionado una formación realmente competente que en mayor o menos grado ha permitido dar vida a “Repentless”, el primer disco del grupo en décadas donde se pueden encontrar riffs, ideas y canciones a la altura de las circunstancias. Es que no hay que pasar por alto que estamos hablando de los dioses SLAYER, no de una banda cualquiera. A día de hoy probablemente estén bastante denostados en materia de estudio, pero atrás en los 80 y parte de los 90 un nuevo disco de SLAYER suponía toda una amenaza a la salud auditiva del personal y un evento mundial de proporciones casi bíblicas, dado el peligro y ofensa que suponía un nuevo trabajo de la otrora banda más diabólica del planeta.

Las cosas han cambiado y a día de hoy hay bandas mil veces más provocadoras y brutales que SLAYER, pero tras empaparme de “Repentless” considerablemente tengo la certeza que quien tuvo retuvo, aunque esa magia haya sido guardada bajo llave en lo más hondo del baúl de los recuerdos. “Repentless” no solo posee buenas ideas materializadas en notables canciones sino que posee probablemente la mejor producción que SLAYER hayan tenido en muuucho tiempo, gracias en parte a su productor Terry Date, maestro en estos sonidos, y al mastering del señor Howie Weinberg, especialista en Thrash Metal y responsable del punch final que atesoraba la infame triada “Reign in Blood” / “South of Heaven” / “Seasons in the Abyss”. Si a todo ello le sumamos que Rick Rubin y American Recordings han desaparecido del mapa (¡Por fin, FUERA Rick Rubin del mundo del Metal!), el viento soplaba de cara por fin para los nuevos SLAYER. Por lo menos Nuclear Blast les debe haber dejado hacer el disco que querían en vez de intentar convencerles de que debían adaptarse a los nuevos tiempos y los nuevos sonidos.

“Repentless” recupera lo mejor de los SLAYER de “South of Heaven” y “Seasons in the Abyss” y lo entremezcla con la brutalidad y velocidad de sus primeros trabajos. Aquí llueve a gusto de todos (o casi todos) pues por fortuna apenas queda rastro de aquellos SLAYER amantes del chándal y los saltitos que dejaron para la posteridad abominaciones como “Diabolus in Musica” o “God Hates us All”. Está claro que el enfoque de “Repenteless” es el correcto y hace justicia a los 10 primeros años del grupo -los más recordados, laureados y reivindicados-, sin embargo puestos a encontrarle un pero hay que incidir en un hecho importante; Los temas y las ideas son interesantes, pero aquí faltan himnos señores, temazos de aquellos que pasen a la posteridad y que enganchen a la primera. Desde luego no hay temas malos pero tampoco encontrarás un “Die by the Sword”, “Chemical Warfare”, “At Dawn they Sleep”, “Angel of Death”, “Hell Awaits”, “Postmortem”, “South of Heaven”… Y está claro que si opino así no será por falta de escuchas e interés por dar con un par de canciones que sobresalgan por encima del resto y empujen al resto. En cualquier caso, y espero no equivocarme, estamos ante un disco bastante decente que esperemos sirva para levantar el vuelo de un grupo que venía en caída empicada desde hacía tiempo y no mostraba síntoma alguno de recuperación.