¿Quién no conoce Korpiklaani? Aunque el folk metal no sea exactamente lo tuyo, lo más probable es que hasta el trve más trve haya oído hablar del “tio de las rastas que canta Iske Iske” o que hasta lo haya dado todo gritando “Vodka” a pleno pulmón a las 3 de la mañana por las calles de Marina (o de Argüelles). No sufras, es normal. Los finlandeses suelen causar este efecto en la gente con su mezcla de metal y música tradicional suomi, sus ritmos hiperactivos, y los berreos aún más hiperactivos de Jonne. Quien diría que el invento daría para diez discos... pero aquí estamos.

La cuestión es que, más allá de sus setlists que parecen querer emular una carta de bar, los de Lahti llevan desde 1993 sobre los escenarios, sacando en algunas épocas de su carrera hasta un disco al año de manera inexorable. Son ya de esas bandas que se han ganado a pulso tener la página de discografía aparte en la Wikipedia. Como decíamos al inicio de esta reseña de “Kulkija” de Korpiklaani, estamos ante el décimo disco oficial del grupo (treceavo si contamos los que sacaron bajo Shamaani Duo y Shaman) en una trayectoria plagada de éxitos comerciales y coronada, como quien no quiere la cosa, por ser un poco los padres del folk metal moderno.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, y las voces críticas contra su falta de temáticas, variedad rítmica, buen gusto compositivo o, directamente, talento, han sido implacables a lo largo de su historia. Y un poco de razón no les falta: hubo uno época en que Korpiklaani se limitaba a sacar una y otra vez las mismas canciones, que resultaban en discos algo inconexos, y donde ir a verles en un directo conllevaba el riesgo de que el vocalista se cayera al suelo borracho en cualquier momento. A pesar de ello, algo empezó a cambiar cuando los del norte decidieron espaciar más sus lanzamientos y, sobre todo, se incorporaron dos nuevos integrantes con trasfondos mucho más académicos (recientemente, los directos han estado siendo buenos y constantes)

El Viajero que vaga

Ya en el primer momento que te cae en las manos, te das cuenta que “Kulkija” puede ser el paso definitivo de la banda para distanciarse de su pasado. Para empezar, por primera vez en la vida, no vemos al viejo Vaari: de alguna forma, fuera simbólicamente o hasta dibujada como un cartoon, el viejo “abuelete” mascota de la banda había hecho siempre acto de presencia en la portada de todos sus discos. En su lugar, nos encontramos un paisaje rural, con un camino que desaparece en el horizonte tras cruzar un pequeño poblado (donde sí hay la calavera de alce característica) hacia un paraíso natural de ríos y bosques.

Esta imagen encaja a la perfección con el concepto que ata las diferentes piezas del álbum: la vida del Viajero (o, más precisamente, “de El que vaga”). En palabras de la banda, el disco debe experimentarse como un viaje, y narra la historia de ese personaje que, a la vez, se refleja en la propia experiencia de los músicos en la carretera, lejos de casa. Esto lo convierte en su álbum más personal e íntimo, y éste cambio de perspectiva se refleja perfectamente en la música: no estamos frente uno de esos discos que sacaron como churros entre 2005 y 2009, si no que este trabajo es un proyecto manufacturado con consciencia, con objetivo y, sobretodo, con mucha intención. Además, “Kulkija” es el disco más largo que los de Finlandia nos han presentado nunca: tiene la friolera de 14 temas. Y os los vamos a reseñar todos. Pero por si os da palo leerlo todo, os subimos aquí la conclusión:

Conclusiones de “Kulkija” (Korpiklaani)

Sin lugar a dudas, Korpiklaani – Kulkija supone un cambio de dirección en el viaje musical de la formación. Lejos quedan los himnos de fiesta, fáciles y frívolos, siendo substituidos ahora por temas mucho más elaborados, que flirtean en ocasiones hasta con un cierto folk progresivo. En ocasiones, Korpiklaani hasta se olvida de que es un grupo de metal y no pretende tocar como tal. La virtuosidad de Rounakari y Perttula aportan aire nuevos a los temas, sustituyendo los acordes mañidos por sutileza melódica, y Jonne explora sin medio varias formas de expresarse (pero es triste ver que cada vez deja más atrás el yoik). Aunque en su momento declarara que su carrera en solitario no afectaría a la banda, la verdad es que la influencia de éste es innegable: la banda sale de su zona de confort a la búsqueda de nuevas inspiraciones, y toman ahora reminiscencias de otra música popular a lo largo y ancho de Europa.

Es un buen signo de la intenciones del grupo ver que también otros miembros, como Matson, se han subido al carro de esta regeneración. Korpiklaani ha madurado y ha tomado la difícil y, quizá, poco agradecida elección de desvincularse de la esencia que, en el fondo, les ha hecho conocidos. Al principio, pueden ver que este cambio de foco es castigado por el rechazo del grosor de sus fans pero, posiblemente, vayan a conseguir nuevos seguidores y una nueva reputación por el camino, que les lleve a caminos por los que nunca antes habían viajado. Quizá al principio la perspectiva cueste de digerir pero, en el fondo, es muy buena.

Kulkija, tema a tema

“Kulkija” abre con “Neito” que, en medio de una atmósfera de suspense, va introduciendo los distintos instrumentos de manera gradual. Paulatinamente, damos la bienvenida a, como es habitual, Matti “Matson” Johansson (batería), Jarkko Aaltonen (bajo) y Kalle “Cane” Savijärvi (guitarra). Tuomas Rounakari (violín) y Sami Perttula no tardan en incorporarse, dos músicos que se han ganado a mucho pulso un lugar de respeto y referencia dentro de la banda desde su incorporación, respectivamente, el 2012 y el 2013. Finalmente, Jonne Järvelä (voz) irrumpe de golpe, convirtiendo la canción en un ritmo cabalgante típico de Korpiklaani que promete fiesta y que, sin lugar a dudas, funcionará como un fantástico tema de apertura en los conciertos.

La fiesta continúa con “Korpikuusen Kyynel”, que mezcla ritmos bastante dispares pero igualmente bailables: algunos de ellos están basados en la polka y el pop de influencia soviética, y mientras que algunos otros, más grave y pesados, son reforzados por el violín. A lo largo de ‘Kulkija’ se puede escuchar un refrescante y muy acertado aumento de la presencia de Matson, que en este tema hasta cuenta con un buen momento de lucimiento.

“Aallon Alla” rebaja un poco el frenesí, al sustentarse sobre la melodía del violín y unos riffs de guitarra pesados y melancólicos. Sin embargo, la nostalgia del tema se ve interrumpida antes del estribillo por un puente que, si bien rompe un poco con la repetición de figuras, lo hace de una forma que resulta hasta casi demasiado cómica para el contexto: funciona mucho mejor el pizzicato disimulado que el violín introduce antes del segundo estribillo o hasta el reprise de éste con mucha más energía sobre un solo de Rounakari.

Escuchando el global del álbum resulta extraño que Korpiklaani haya elegido “Harmaja” como uno de sus singles, aunque, viendo que en el álbum anterior la elegida fue “Lempo”, tampoco es que sorprenda mucho. Se trata de una de las baladas más melancólicas del disco, con unas preciosas guitarras acústicas, una percusión relajada de matices pulidos, y una voz expresiva. Es una canción francamente bella, que transmite perfectamente la historia de añoranza que quiere contar (basada en el poema de 1853 escrito por Zachris Topelius y titulado “Sylvian Joululaulu”), aunque el oyente no hable palabra de finés.

Elegida con mucho acierto como primer single, “Koitkonnut” destaca por ser una propuesta buen rollera con mucho gancho, que nos acerca de nuevo al Korpiklaani más querido sin caer tampoco en el exceso de la fiesta descerebrada. Lo destacaría todo: partiendo de la lánguida pero soñadora introducción a dos manos entre Rounakari y Perttula, pasando por los acertados cambios de ritmo que estructuran con mucho acierto toda la composición (que llegan hasta a hacer una pausa completa antes del estribillo para darle más punch), y llegando a los perfectos cimientos que es Matson a lo largo de todo el tema. Llegados a este punto, el solo con la guitarra acústica es ya un verdadero regalo, y el cambio de tono final no puede si no dar un cierre perfecto a una canción que tiene todas las de la ley para convertirse en un clásico memorable del género.

Quizá al tener la mala suerte de ir después de “Koitkonnut”, “Korppikalliota” aún se percibe como más floja de lo que realmente es. El tema abre con un ritmo de vals al acordeón, que viaja ajustado con la guitarra y un agresivo bombo de una forma arriesgada pero suficientemente resultona. Sin embargo, cuando entra la voz de Jonne, este delicado equilibrio pierde fuelle. No es hasta que la canción ataca el estribillo (después de repetir dolorosamente 8 veces la misma frase musical con nula variedad) que la canción se recupera un poco. Este pasaje de influencia marinera es de las pocas partes del tema que realmente funcionan, siendo el resto un mejunje de varias ideas que recaen demasiado en la repetición cansina de compases que no es que sean tampoco demasiado memorables. Finalmente, “Korppikalliota” termina con un corte en seco que nos deja con un eco desangelado de la intro que, si bien bello, no luce tanto como debería. Creo que se podrían haber sacado perfectamente tres o hasta cuatro canciones de todas las ideas que se pasean durante estos casi seis minutos.

Por suerte, “Kallon Malja” aparece a continuación para salvar el día: con sus 9:46 minutos de duración, estamos ante el tema més largo y progresivo que Korpiklaani nos ha regalado nunca. Balancea con corrección las partes más lentas y folk con los fragmentos más pesados y rápidos, en una especie de vaivén elegante que evoluciona con suavidad. La larga duración de la pieza permite que el sonido se vaya construyendo con calma, aprovechando la cadencia que los cambios de tempo aportan a la composición. Aunque la batuta sigue estando en la melodía del violín, destaca un fragmento donde Aaltonen se luce con reivindicación – sólo deja que Jonne le acompañe, con una voz agrietada y sentida. Una verdadera joya de tema.

Tengo la ligera sospecha de que Korpiklaani se han propuesto derribar con la fuerza de un tren las críticas que decían que sólo saben hacer un tipo de canciones (léase, de borrachera). “Sillanrakentaja” llega cargada de malévola oscuridad, con unos riffs siniestros, pesados, que absolutamente nada tiene que ver con los que nos han llegado a regalar en temas como “Journey Man”. La voz de Jonne se destiñe de toda alegría y hasta asciende para entonar unos alaridos que atinan bastante bien a producir escalofríos. La piel de gallina llega con la inclusión final de un coro de voces infantiles (los hijos del propio Jonne y Cane).

Sin embargo, está claro que los de Finlandia tienen un arte especial para crear canciones adictivas, motivadoras y disfrutables. Una de ellas es la animada “Henkselipoika” que, a pesar de desenvolverse como una canción ideal para ser coreada en los directos, tiene un aire y una cadencia mucho más madura y agradable que otros temas que la banda nos había presentado con anterioridad. Me atrevería a decirle que hasta le noto un cierto rollete ska que la hace aún más apetecible. Además, se sitúa con mucho acierto entre las menos largas del trabajo: lo bueno, si breve, dos veces bueno.

Entre sus 14 temas, ‘Kulkija’ (Korpiklaani) tiene tiempo de sobras para marcarse un instrumental de raíces muy, muy folk: “Pellervoinen”, que te hace viajar desde los páramos helados con la presencia de un bajo grave y un acordeón contenido, hasta un paisaje mucho más optimista, que acaba explotando en una alegría incontenible, casi superlativa, a manos del violín. Será difícil contener los pies si el grupo se anima a interpretar este tema en directo, cosa que sería un verdadero gustazo.

Gracias a su estribillo a base de coros monosilábicos, amena melodía de violín y acordes brillantes de guitarra acústica, “Riemu” es otra canción garantía de hacer despuntar una sonrisa cada vez que se escuche. Sin embargo, la verdad es que, con sus aires a rock americano de los 70, es algo que no hubiese dicho nunca que escucharíamos en un trabajo de Korpiklaani, pero no por eso suena mal. La estrofa, por otro lado, más afligida, y con instantes intercalados de punteos folklóricos de acordeón, encaja muchísimo más en ese Korpiklaani más oscuro que ya ha sacado la cabeza en alguna de sus composiciones.

Las influencias de las que bebe Korpiklaani se descubren más allá de las carelianas en el doceavo track del álbum, “Kuin Korpi Nukkuva”. Plagada de emoción y cierta angustia, la voz de Jonne se apena sobre unos ritmos de acordeón y violín que mezclan con delicadeza sonidos de la Riviera italo-francesa, del folk balcánico, y del tango argentino. El tema, bien cimentado sobre una batería excelente y unos acordes de guitarra y bajo muy sólidos, brilla por su determinación y energía.

Nos acercamos ya al final del trabajo con “Juomamaa”, quizá el tema más “folk metal” del disco. Sus riffs de tresillo invitan al headbanging, y la batería, que Matson redobla como un metrónomo, se oye más cruda que en otros temas. El violín y el acordeón dan un paso atrás, (actuan más como rellenos y pierden virtuosismo hasta en sus propios solos) y ceden el protagonismo a la rápida dicción de Jonne, plagada de frases fácilmente coreables.

Finalmente, llegamos al final del viaje bien pasada la hora de duración. “Tuttu On Tie”, que tiene el honor de cerrar el disco, es una reposada composición de ritmo sosegado con reminiscencias a “Harmaja”. El violín encara la narración, primero en solitario, después reforzado por unas cuerdas graves, para ser finalmente relevado por un Jonne que suena especialmente melancólico y hasta triste. Da una fantástica clausura a un disco al que no se le puede pedir casi nada más.

Grupo:Korpiklaani

Discográfica:Nuclear Blast

Puntuación:9

Canciones:

  1. Neito
  2. Korpikuusen kyynel
  3. Aallon alla
  4. Harmaja
  5. Kotikonnut
  6. Korppikalliota
  7. Kallon malja
  8. Sillanrakentaja
  9. Henkselipika
  10. Pellervoinen
  11. Riemu
  12. Kuin korpi nukkuva
  13. Juomamaa
  14. Tuttu on tie

Año:2018-09-07

Votación de los lectores:5