Bon Jovi: Burning Bridges

Lo que tenemos delante, según su creador, es un “disco de ideas inacabadas”. Canciones que provienen de sesiones previas y que han sido renovadas o acabadas para la ocasión.

A día de hoy, BON JOVI tienen muy poco que ver con la banda que un día fueron. Poco a poco, lo que aparentaba ser una banda (siempre fue el show de Jon Bon Jovi, pero al menos se disimulaba un poco) se ha ido convirtiendo en un proyecto en solitario del vocalista y líder indiscutible del grupo americano. Pero desde que Richie Sambora ha salido de la banda las cosas han perdido aun más el sentido y la identidad. Jon se encuentra en un rondo en el que pasa de “quiero ser Bruce Springsteen” a “quiero ser Nickelback” y “quiero ser un cantautor respetable”. Obviamente, nadie pide que vuelva a grabar himnos adolescentes de hard rock como “You Give Love a Bad Name”. Ni su espíritu ni sus intereses musicales tienen nada que ver con los de aquel chiquillo de New Jersey que enamoró a millones de chicas a golpe de buenos estribillos y una sonrisa cegadora. Pero hay una diferencia entre querer evolucionar y perder la esencia. “Burning Bridges” no tiene ni un ápice de la esencia del sonido de Bon Jovi. De hecho, incluso dudo que la mayoría d canciones hayan sido grabadas por la banda habitual. Ni la batería suena a Tico Torres ni los teclados a David Bryan. Es un disco en solitario de Jon Bon Jovi maquillado con el nombre de su banda habitual, lo cual no deja de ser un engaño.

Lo que tenemos delante, según su creador, es un “disco de ideas inacabadas”. Canciones que provienen de sesiones previas y que han sido renovadas o acabadas para la ocasión. Según el propio vocalista “es el nuevo disco pero no es el siguiente disco de Bon Jovi”. Más confusión para un lanzamiento cuyas canciones, si no se habían publicado hasta la fecha, es por algo.

“Burning Bridges” es un disco intimista en algunos momentos, moderno en otros, rockero en muy pocos. El primer single, “Saturday Night Gave Me Sunday Morning”, es lo más “clásico” de todo el disco. Clásico en base a los estándares actuales del sonido de la banda, claro. Estribillo pop-rock con guitarras eléctricas muy discretas y una acústica rellenando. Es la única donde aún tiene crédito de compositor Sambora, lo cual explica el porqué es la única que se asemeja a la banda que pone en la portada del disco.

Lo demás es una colección de temas pasables, de mucho componente acústico, muy melódicos y muy aburridos. “We All Fall” duerme a un oso. “Life is Beautiful” tiene unos coros que parecen robados de Coldplay y un trabajo de guitarra eléctrica fusilado de U2. “Blind Love” es muy sentida, pero no tiene la épica propia de baladas previas de la banda. “Who Would You Die For” es más lineal que el mapa de metro. Hay algo de inspiración en “Fingerprints”, cuyo solo de outro, si se desarrolla bien en directo, puede ser arrollador. “I’m Your Man” tiene ecos de Tom Petty y se hace curiosa en ese sentido, pero no pasa de ahí.

“Burning Bridges” es lo que sucede cuando estás forrado de pasta, te rodeas de gente que te dice que si a todo y se apaga la llama en tu interior. Si además el único elemento que aún te hacía rockear duro, aunque solo sea por la fricción y tensiones, se va de tu banda, lo que pasa es “Burning Bridges”. En medio de todos sus millones de dólares, Jon quizá debería recordar que los estadios no los llena con estas canciones, ni con las de “What About Now”, ni con las de “The Cirlce”. Los llena con todo lo que grabó de “Crush” hacia atrás.