Probablemente, pocos nombres provoquen, a la vez, tanta desidia y grandeza.
Y es que tales conceptos,  peyorativos y ensalzadores, son los que conlleva
la demasiado alargada (y ancha) figura de YNGWIE JOHANN MALMSTEEN.

El sueco volvía a pisar tierras catalanas presentando su último “Attack”,
haciendo de su actuación en una abarrotada sala Bikini la cita más obligatoria
de la agenda musical semanal. Ya sea por su lealtad musical (o léase estancamiento
estilístico), YNGWIE ya hace tiempo que demostró al mundo que pocos superan
su buen hacer a las seis cuerdas, al menos en cuanto a técnica se refiere,
ahora bien, poco o nada quiso sorprender al fiel seguidor que sufrió su anterior
concierto durante la gira de “War to end all wars”. No obstante, aunque con
una banda un tanto más mediocre que antaño, Malmsteen mejoró pasadas venidas
haciendo hincapié en un sonido totalmente eficaz, además de mostrarse mucho
más interesado en complacer a una audiencia, ya de por sí, entregada.

Como era de esperar, casi de forma inevitable, la descarga se inició, otra
vez, con “Rising Force”, corte que volvió a provocar hambre de arpegios y
escalas, aunque dejando entrever que la frescura del año 84 dejó hace años
de existir. Aunque cualquiera hubiese preferido escuchar los clásicos que
encumbraron a Yngwie en su época, las canciones de “Attack” fueron las que
llevaron la tónica de un set list discutible. Así pues, cortes como “Rise
up” o “Ship of fools” demostraron que su último disco no es, para nada, tan
desastroso, como el anterior. Sin embargo, no fue hasta “Fire & Ice” donde
la maestría del músico se vio de forma más imperecedera alardeando de su singular
destreza técnica y sensitiva para interpretar tales composiciones. “Dreaming
(tell me)”, la tierna balada del “Odyssey”, se rigió por las mismas directrices
emocionales, aunque evidenciara el hecho de que la voz del nuevo grumete Doogie
White, ya no es lo que era. Aún así, el concierto transcurrió encandilando
al adulador respetable al son de piezas instrumentales como “Baroque ´n roll”,
fragmentos que rozan lo neoclásico en lo vertiginoso de las escalas mezclados
con un aparente y sutil toque de improvisación. Sin olvidar mencionar títulos
como “Razor eater” o “Attack”, el show logró enfriarse en su teórico momento
más álgido a la vez que se produjeron los suprimibles solos del resto de componentes
del grupo. Así, hasta que llegó la ilusionante “You don´t remember, I´ll never
forget”, pareció transcurrir una eternidad. Tal tema, interpretado a modo
de medley incluyendo el “Strange kind of woman” de DEEP PURPLE en su epicentro, 
devolvió el ánimo por revivir los olvidados clásicos como “Far beyond the
sun”, “Heaven tonight” o “The seventh sign”. Pero, no fue así, “Valhalla”
una pieza más perteneciente a “Attack”, sirvió para cerrar un concierto que
solamente se reanudó para conceder un único bis el cual sirvió para mantener
incandescente la llama de Yngwie hasta el próximo disco. Efectivamente, la
noche acabó bruscamente con un “I´ll see the light tonight” que confirmó el
notable concierto que pudimos vivir en la noche del virtuosismo elitista.

Manu Estrada Fotos : Sergi Ramos

Datos:

Sala Bikini
Publico: 900 aprox.

Día:16/03/2003

Puntuación:7