WHITE LION
Mike Tramp, hasta hace unos años, era un tipo resentido. Resentido porque tras ser la piedra angular de la creación de WHITE LION tenía que estar actuando con toda clase de nombres (Mike Tramp, Tramp’s White Lion) debido a que el verdadero no podía ser utilizado gracias a las artimañas legales del ex –guitarrista de la banda, Vito Bratta. En las entrevistas, Tramp dejaba claro su descontento pero nunca cerraba las puertas a una eventual reunión con Bratta. Solo aseguraba que el no sería el que iría a picar a su puerta por enésima vez. Bratta, mientras tanto, pasaba de todo. Y sigue pasando. Es por ello que Tramp, pese a haber conseguido la opción de utilizar el nombre, sigue siendo un tipo resentido. Si lo ves sobre el escenario sabes que le encanta estar ahí pero que hay algo que lo tiene permanentemente amargado. Y es que, como el ha dicho, Bratta se lleva tanto dinero como él de cualquier actividad de WHITE LION aunque no mueva ni un solo dedo. Salir de gira y patearte varios países para que un tipo que no hace nada desde hace quince años cobre lo mismo que tu debe ser una sensación tan jodidamente agria que no quiero ni imaginarmela.
Tramp, profesional que és, no deja que todo eso influya en su manera de satisfacer al público. Puede que su cara tenga un dudoso rictus que dice muchas, muchas cosas, pero en el fondo el vocalista es un profesional y sabe que la gente quiere verle y cantar toda una retahíla de himnos que se han convertido en tales por derecho propio. La profesión va por dentro, como se suele decir en estos casos. Además, pese a que la sala no estaba llena del todo como la última vez, Tramp tenía motivos para sonreir: que en plena temporada estival y con la avalancha de conciertos que ha habido haya unas 200 personas dispuestas a verle y pagando entrada en Barcelona es una sorpresa. Y Tramp tenía como regalo lo que todos necesitábamos: una batería de clásicos atemporales del hard melódico que era imposible que no contentara al personal.
Antes de hablar de Tramp debería hablar de su banda, pues el tipo lleva detrás un grupo que no tiene desperdicio, comenzando por el batería Troy Patrick Farrell, quien aporrea como nadie y ofrece un espectaculo visual que es plenamente ochentero, aunque sin caer en el cliché fácil y embarazoso de muchos. Por otra parte está el guitarrista Jamie Law, que parece hecho a imagen y semejanza de Randy Rhoads, no tanto en los licks como en las poses y en la manera de coger su guitarra. Jovencísimo pero curtido con Tramp desde hace años, el músico demuestra que no tiene miedo a encarar los viejos temas de Vito Bratta y darles un toque incluso más potente desde la posición que ocupa en la banda. Completan la formación el teclista Henning Wanner y el bajista Claus Langeskov, quien terminan de redondear el sonido. Y de algún modo, Tramp consigue que aquello no parezca una de esas situaciones de el-lider-y-sus-comparsas que tanto vemos hoy en dia. La banda se integra plenamente con Tramp y, aunque éste ejerce de claro lider, no tiene remilgos a la hora de dejar el centro del escenario a su banda de acompañamiento. No obstante, Tramp es el rey y eso se nota en cuanto sale a escena y el público estalla en un grito común de simple agradecimiento. Las siguientes dos horas estarían regadas de clásicos, con una banda que los ejecutaría con tanta facilidad como un coche arranca con aceite nuevo.
“Hungry” fue la primera en sonar, seguida de cerca por “Little Fighter”. Las dos primeras en toda la frente, como no podía ser de otra manera. “Lonely nights” precedió a “Radar Love” y pronto tocaron un demasiado heavy “El Salvador” (la mejor versión del tema sin duda es la que Tramp grabó en su disco de remakes de WHITE LION hace unos años) que demostró que Tramp tiene todos los ases que quiera y más bajo la manga. Para ser una banda relativamente “de culto” a dia de hoy, WHITE LION tienen una batería de canciones reconocidas que rivaliza con cualquier grupo de los supuestamente grandes. Y es que la corta pero prolífica carrera de la banda dio lugar a muchos éxitos que hoy en dia muchos olvidan pero que en su dia marcaron época, como “All The Fallen Men”, “Wait”, “Broken Heart” y “Lady Of The Valley”.El show terminó, como no podía ser de otra manera, con “When The Children Cry” y la nueva “Sangre de Cristo”, con un Tramp empapado de sudor y sin dejar de dar las gracias a un país que siempre le ha acogido gustosamente desde que aterrizara aquí a finales de los 70 con MABEL.
Un gran concierto, sin ningún genero de duda. Pero todos, como siempre, seguimos esperando ese último elemento de mágia que falta sobre el escenario. La vuelta de un guitarrista que no quiere volver y que nadie va a poder convencer jamás de que vuelva. Pero todo el mundo tiene un precio…
Texto y Fotos: Sergi Ramos
Promotor:RM Concert
Asistentes:200
Día:06/07/2008
Sala:Apolo 2
Ciudad:Barcelona
Puntuación:9
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