En un lapso de menos de diez días, la sala Razzmatazz 3 ha hospedado tres conciertos que claramente se perfilaban como los más interesantes en mucho tiempo en la ciudad condal. Y no será porque esté el calendario vacío, señoras y señores pero… simplemente estas tres fechas son muy difíciles de superar. Aquí es donde se demuestra aquello de que «el mejor perfume viene en frasco pequeño», o como decimos los catalanes, «al pot petit hi ha la bona confitura», porque en una sala como Razz 3 (cuyo aforo es de 220 personas) estamos viendo a bandas de un nivel impresionante. El sábado pasado fue el turno de Amenra, y el lunes pudimos disfrutar de los suecos In Solitude, mientras que ayer nos postramos ante la genialidad de Gorguts y Misery Index en directo.

Ambas bandas traían un repertorio relativamente corto (50 minutos Misery Index y 65 Gorguts), pero que es perfectamente adecuado para el estilo que practican. Si vas a ver a Camel, lo suyo es que toquen dos horas y media, pero es bastante más difícil aguantar el mismo tiempo de esa tormenta sonora que son los canadienses en directo. Ellos son muy conscientes de esto, y por ello deciden hacer un setlist moderado pero intenso, que no se pueda hacer tedioso. Además, se agradeció mucho el hecho de que acabase a las 23:00, dado que era domingo y la mayoría teníamos que madrugar al día siguiente.

A las 20:30 comenzaron Misery Index con su descarnada mezcla de death metal y grindcore, dejando claro quién mandaba con una actitud inmejorable y una fuerza arrolladora. Descargaron un total de once temas ante un público algo estático, ya fuese porque los domingos cuesta más moverse o porque sea verdad eso que dicen que en los conciertos los barceloneses somos bastante fríos. Sea como sea, los de Baltimore dieron esa noche una lección de brutalidad y precisión con temas como «The Illuminaught» o «Sleeping Giants». El sonido fue muy bueno desde el principio, y durante los 50 minutos se mostraron contentos de estar allí, y cercanos con los presentes. Presentaron un par de temas de su nuevo trabajo, «The Killing Gods», que sale a la venta el próximo 23 de mayo, pero tampoco olvidaron sus raíces más añejas con un balazo del calibre de «Manufacturing Greed». Lo más increíble de la formación en directo es el despampanante Adam Jarvis a la batería, que es un auténtico reloj humano. Blastbeats a discreción y fills tan precisos como limpios hacían que uno se pudiera entretener hasta sólo con mirarlo a él. Acabaron, como no podía ser de otra manera, con «Traitors», todo un himno para la banda.

Muchas veces relacionamos música con personalidad, y esto es lo que me había pasado con Gorguts. Escuchando su último trabajo, el colosal «Colored Sands», uno se imaginaba a unos tíos muy serios y místicos, de rostros impasibles y gélidas miradas, pero esto está muy lejos de la realidad. Curiosamente, muchos nos sorprendimos (aquellos que no habíamos visto vídeos de ellos) al ver que son una banda bastante afable y cándida con el público. Ellos mismos probaron sus instrumentos con una sonrisa en el rostro, y no se dieron demasiados aires de grandeza para arrancar su espectáculo. De hecho, me quedé impactado con el inicio del concierto, ya que fue algo así como «¿Nos puedes pasar un poco más de bajo por el monitor?», y a los dos segundos arranca el omnipotente comienzo de «Le Toît du Monde». Un muro de sonido, alto como el techo del mundo y denso como un alud de nieve tibetana, se plantaba ante nosotros. La actuación de los canadienses se centró en «Colored Sands», ese excepcional álbum conceptual que publicaron el año pasado y que para muchos (me incluyo) es su mejor trabajo hasta la fecha. Lo interpretaron en su integridad salvo por la pieza de sección de cuerda «The Battle of Chamdo» y «Absconders», tema que retiraron del setlist por tal de hacer hueco para algunas canciones antiguas.

Si la ambientación de «Colored Sands» y su vínculo con el concepto tratado está trabajadísima, su puesta en escena no puede ser menos. Temas como «An Ocean of Wisdom» suenan de otro planeta y nos hacen levitar, como si el profundo conocimiento tibetano se transfiriera a nosotros a través de sus estrambóticas disonancias y sofocantes pasajes. Las barbaridades técnicas de Patrice Hamelin a la batería son tan espectaculares como las estelares líneas de bajo de Colin Marston, por no hablar de que la voz de Luc Lemay está en un gran estado de forma, lejos de flaquear. Los primeros 30 minutos del concierto pasaron volando, puesto que interpretaron encadenadas las cuatro canciones que conforman la primera mitad de «Colored Sands».

Sólo después del tema título se dirigieron a nosotros por primera vez, mostrando su agradecimiento unos instantes antes de acometer con tres cortes del lado más oscuro del álbum: «Enemies of Compassion», «Ember’s Voice» y el colofón con «Reduced to Silence». Sencillamente apocalíptico. Una vez acabado esto no tenían nada más que demostrar. Ya habían dejado claro que tienen un directo fuera de serie, intenso y profundo como pocos, pero por si fuera poco nos trajeron otros tres temas, esta vez de sus discos más antiguos, para hacer que la noche fuese todavía más completa. Un par de cambios de guitarra y bajo, y cayeron ante nosotros «The Carnal State», «Orphans of Sickness» y «Obscura», de un estilo mucho más directo y salvaje pero de gran calidad. Fue impresionante poder disfrutar tanto de una obra tan profunda y mística de la talla de «Colored Sands» como de algunos de los temas más «sencillos» y extremos que los llevaron a ser quien son. Una noche para enmarcar.

Promotor:Madness Live

Día:2014-04-27

Hora:20:30

Sala:Razzmatazz 3

Ciudad:Barcelona

Teloneros:Misery Index

Puntuación:9