Yngwie Malmsteen: eres muy bueno y muy soporífero
Malmsteen siempre fue un tipo capaz de lo mejor y lo peor, capaz de desatar pasiones incontroladas entre sus más acérrimos y a la vez dar argumentos suficientemente solventes a sus detractores para odiarle un poquito más si cabe. Si bien es cierto que con los años parece haberse calmado un poco (la sobriedad ha suavizado su temperamento), el gigantón sueco sigue siendo poseedor de uno de los egos más decididamente inflados y desatados de la galaxia rockera.
Tras una década sin venir de gira por España, Malmsteen y su banda (o lo que es lo mismo, 3 tipos a quien nadie conoce relegados a un rincón del escenario), recalaban por la península para llevar a cabo 3 actuaciones en Santander, Madrid y Barcelona. En la última de estas 3 fechas, el sueco se presentaba en la Razzmatazz grande, sala en la que nunca había actuado dado que todas sus actuaciones previas se habían programado en la Bikini y la sala Apolo (y por supuesto recintos mucho mayores en sus días de mayor fama a principios de los 90). Dado el elevado precio de la entrada y la mala fama que le precede, a muchos sorprendió ver un Razz con una muy buena afluencia de público que rondaría las 1000/1500 personas.
El formato que presenta Malmsteen en directo realmente no debería sorprender a nadie, de hecho hace ya algunos años que viene llevándolo a cabo. La cosa consiste en amontonar a tu bajista, batería y teclista a la izquierda del escenario, como si fuese ganado, para así tener todo el tablado para tí solito, lo que no deja de ser una consecuencia lógica de los acontecimientos de los últimos tiempos. A Ripper Owens le consintió un poquito más de protagonismo (no dejaba de ser el ex cantante de Judas Priest) sin embargo el trato que dispensaba a sus ex músicos y ex cantantes solía rondar la esclavitud y por supuesto la indiferencia y desprecio.
Aún recuerdo al diminuto Mark Boals intentando asomar la cabeza por detrás de Yngwie dada la prohibición expresa de poder estar por delante de él en primera línea del escenario. No menos irrespetuosas eran las miradas que dirigía el sueco a cualquier músico que osara fallar una nota o técnico despistado que miraba en otra dirección cuando él se disponía a lanzar su guitarra hacia el lateral del escenario sin previo aviso. No es de extrañar que alguien que ha tenido a bordo a los mejores músicos y vocalistas de la escena haga siglos que no presenta un line-up en directo con tipos de cierto nivel, prestigio y reconocimiento. O no queda nadie de peso con ganas de subirse a un escenario con él o quizá es que dado su papel de meros escuderos su sueldo sea tan irrisorio que no atraiga más que a músicos amateurs desconocidos en busca de una oportunidad. Sea como fuere, es obvio que Malmsteen acumula todas las miradas y él es el foco de atención, lo sabe y nadie lo pone en duda, pero a la vez sus directos eran más entretenidos con 4 tipos más rodeándole, moviéndose y actuando.
Actualmente, lo que Yngwie propone es situar al batería, bajista y teclista a la izquierda del escenario, inmóviles, apelotonados, sin protagonismo alguno y es que de hecho sin siquiera presentarles en ningún momento lo que me parece una falta de respeto colosal. Su presencia era meramente testimonial y es que incluso al teclista y al bajista, ni se les escuchaba. Lo curioso del caso es que el propio teclista, Nick Marino, hacía de vocalista también y no lo hacía nada mal, atacando los temas con registros más bajos y dejando para Yngwie los más medios y asequibles.
Me perdí el inicio de su actuación a ritmo de “Rising Force”, tema con el que viene abriendo sus conciertos desde hace muchos años. Con apenas 90 minutos de show y a sabiendas de que medio repertorio suelen ser instrumentales y pasajes de música clásica llevados a su terreno, los cortes viejos elegidos para la ocasión fueron pocos y previsibles. La realidad es la que es y ésta indica que al 95% de la sala le importaba bien poco todo lo que ha hecho Malmsteen en las últimas dos décadas (discos mediocres en su mayoría, existe consenso al respeto) y quería escuchar los viejos clásicos de los 80 y principios de los 90. Exceptuando “Rising Force”, las instrumentales “Black Star” y “Far Beyond the Sun”, “The Seventh Sign”, “You Don’t Remember, I’ll Never Forget” y “I’ll See the Light Tonight”, el resto de repertorio pasó con más pena que gloria pese a algún que otro guiño a viejas instrumentales y riffs de temas clásicos suyos que dejaba caer entre medio de otros cortes más actuales. Encima, para más inri y desprecio a su legado antiguo, todos esos viejos temas fueron recortados de forma brusca dejando únicamente la primera estrofa, estribillo, solo, estribillo final y listos, fuera todo lo demás. No son formas señor Yngwie Malmsteen, no lo son.
Todo ello no quita que el estado actual de Yngwie, tanto a las 6 cuerdas como frente al micro, ronde la excelencia. Siempre fue un virtuoso, es innegable, pero el nivel que ha adquirido con los años y el paso de las décadas le sitúa a una altura al que muy poquitos mortales pueden siquiera asomarse. Y es precisamente eso lo que salva su show; ese nivel estratosférico que le hace ir tan sobrado que resulta casi insultante. Vocalmente tampoco lo hizo nada mal, de hecho juraría que es la vez que le he visto cantar mejor pese a que el gran peso de las voces recaía sobre su teclista Nick Merino dejando a Yngwie solo frente al micro en 3 o 4 ocasiones nada más y en varios coros y armonías. Justamente, por todo esto, es una lástima que Malmsteen presente un show tan parco y tan poco atractivo desde el punto de vista visual; está en mejor estado de forma que nunca a sus 55 años de edad, tiene un repertorio de temas que habla por sí solo y una legión de seguidores que aún siendo tratados con desprecio, sigue yendo a verle fervorosamente.
No le costaría nada de nada cerrar bocas y poner a todos sus detractores en su sitio llevando a cabo una gira con musicazos de prestigio y un repertorio a la altura de las circunstancias. Y sin embargo, sigue apostando por lo que vimos ayer noche que no es más que una Jam session semi improvisada con la banda del bar de fondo y un puñado de espectadores delante. O el señor Malmsteen cambia el enfoque de sus actuaciones en vivo, o mucho me temo que en su próxima visita no vengan a verle ni siquiera aquellos que se lo perdonan y se lo vienen perdonando todo desde tiempos remotos. La paciencia y comprensión tiene un límite y ya son muchas las que Yngwie Malmsteen nos las ha puesto a prueba.
Promotor:RM Concerts
Día:2018-09-23
Hora:21:00
Sala:Razzmatazz
Ciudad:Barcelona
Puntuación:6
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