The Aristocrats en Madrid: versatilidad, perfección y humor

El trío de los súper-músicos Guthrie Govan, Marco Minnemann y Brian Beller aterrizaron en Madrid para su segunda de siete fechas en España. La sala But, con una gran afluencia de público, fue testigo de los límites de la música.

La música es un concepto tan amplio que no conoce límite alguno. A su vez, es un mundo muy desigual, donde tan sólo unos pocos que dan con una tecla muy concreta son capaces de apelar a las masas, mientras que otros que buscan esa tecla se quedan a medio camino, en el olvido. No obstante, hay un grupo selecto de músicos que no buscan la tecla del éxito necesariamente, si no, precisamente, alejarse de ella mediante el desarrollo de sus habilidades. Este grupo de músicos, que en su totalidad son estudiosos de su instrumento y del de su compañero, tienen como meta romper las barreras de lo conocido mediante la creación de nuevas sensaciones, texturas, sonidos etc. Si este párrafo no ha tenido sentido alguno para ti, es por aún no has probado la fruta de The Aristocrats, el trío de música fusión compuesto por Guthrie Govan, Marco Minnemann y Brian Beller; todos reconocidos como grandes virtuosos e innovadores de sus instrumentos.

Se avecina un tornado

Casi dos horas de concierto para interpretar “tan solo” 11 de sus temas en un repertorio protagonizado por su último disco ‘You Know What…?’ les bastó para imantar las mandíbulas del público al suelo ante semejante despliegue técnico. Sus canciones son algo así como una interpretación excéntrica de la música ya creada, como se puede comprobar en el tema de apertura “Blues Fuckers”, en el que homenajean ligeramente el estilo padre de la música popular mientras la llenan de distintos riffs en amalgama, acordes disonantes y otras excentricidades. Se podría decir que su música es lo más cercano a un retrato de Picasso que uno puede ver hoy en día: la imagen no concuerda en absoluto con el retratado, pero sí que hace que el espectador sienta relación entre ambos.

The Aristocrats (Foto: Ignacio Sánchez)

Brian Beller hizo de principal maestro de ceremonias, con bromas por aquí y por allá para amenizar la densidad de sus composiciones. Prácticamente todo el repertorio estuvo acompañado de una breve descripción sobre el origen de los temas a interpretar, aunque, siendo sinceros, bien podrían haber sido historias que se inventaban en el momento. “D-Grade Fuck Movie Jam”, por ejemplo era una “mala canción compuesta para una mala película porno”, puesto que, según nos comentaron, esa fue la descripción que recibieron sobre su música antaño, algo que les hizo gracia. “When We All Come Together” es una composición de Marco Minnemann, que se asemeja al folklore irlandés, pero luego contiene sus raíces metaleras (fruto de su pasado militando en Kreator y Necrophagist, por ejemplo) y así, sucesivamente.

The Aristocrats (Foto: Ignacio Sánchez)

Magos sobre las tablas

Algunos momentos claves del evento fueron el desorbitado solo de batería en “Get It Like That”, el constante cambio de sonidos de Guthrie Govan según quisiese y se requiriese (hay DJs que hacen menos con más medios) y el surrealismo genérico de las composiciones, que pasaron de una balada acerca de la hora de cierre de los bares en Reino Unido en “Last Orders” al country veloz y atropellado de “The Kentucky Meat Shower”, The Aristocrats nadaron como peces en el agua durante todo su concierto.

The Aristocrats (Foto: Ignacio Sánchez)

Como era de esperar, y es lógico, este concierto no es apto para todos los públicos. Estamos hablando de tres de los músicos más excepcionales de nuestra época exprimiendo al máximo su potencial, lo que pudo hacer en ocasiones que el concierto se sintiese algo largo (más de uno aprovechaba ciertos momentos para mandar mensajes o mirar las redes sociales en el móvil) lo cual no exime de mérito sus obras. Tal vez, si el concierto se alojase en un recinto con asientos, sería más cautivador, ya que en la comodidad de una butaca se puede digerir mejor este cocido tan intenso.

The Aristocrats (Foto: Ignacio Sánchez)

Para concluir, y a modo de bis, “Smuggler’s Corridor”, con una intervención bastante solvente del público en distintos coros, hizo de guinda a un pastel artístico incomparable hoy en día. Las visitas de The Aristocrats son frecuentes, pero no por ello predecibles. Cada noche es única y asegura la satisfacción de sus asistentes constantemente.