Batushka lleva su oscuro ritual a Barcelona

Retomando el legado de la gira "Black Rituals" acontecida el pasado mes de noviembre, Batushka pisó territorio peninsular con motivo de la extensión del Black Liturgy Pilgrimage Tour a través de diversas ciudades españolas.

La ceremonia acontecida contó con la presencia de Diabolical (Suecia), Vananidr (Suecia), Paradise in Flames (Brasil) y Eshtadur (Colombia), una ciclogénesis musical de amplia representación geográfica en la que las distintas tendencias aglomeradas en el género derivaron en un siroco que dejó a la sala Bóveda lamiéndose las heridas. Un espectáculo heterogéneo ofrecido el pasado 23 de abril como alternativa a la clásica celebración de Sant Jordi, festividad tradicional catalana. Una vía de escape para aquellos más aficionados a los gruñidos del dragón que a las espinas de las rosas.

Toma de contacto

Eshtadur, primer maestro de ceremonias, encarnó en el alma de los presentes una atmósfera melódica mortal, trasladando sus vagas voluntades hacia un páramo de oscuridad y desesperación en vistas de la decadencia de la humanidad. Abrazaron de pleno la realidad abyecta y materializaron un rebelión sónica surgida de las mismísimas entrañas de Colombia.

Eshtadur (Foto: Elena Marco)

Cambio de set-up y Paradise In Flames tomó el relevo. La banda originaria de Brasil, suficientemente atrevida para dotar al death metal de un toque operístico, calcinó el espíritu de grupo con letras de temática anticristiana y misantrópica. Sus últimos trabajos de estudio, ‘Act One’ (2021) y ‘Devil’s Collection’ (2020) constituyeron la piedra filosofal de su setlist, con temas como “Bringer of Disease” y “Dark Pilgrimage”.

Paradise In Flames (Foto: Elena Marco)

Por su parte, Vananidr emplearon sus cincuenta minutos de escenario en la presentación de ‘Damnation’, su última entrega discográfia, en la que una marea de sangre destilada estableció un vacío sonoro de alto calibre para curar las heridas de antaño de la mano de tracks como “Reflection” o “Void”.

Sonido diabólico

El tour contó con la presencia de Diabolical, banda de death metal con más de veinticinco años de carrera forjada a fuego lento en la fragua sueca. El sexteto se materializó en el escenario de Bóveda con una declaración de intenciones en plata. El remitente, ‘Eclipse’, long-play fechado en 2019. “We are Diabolical” y “Requiem”, tracks que, respectivamente, abren y cierran dicha entrega discográfica, constituyeron la paga y señal del setlist de la formación.

Diabolical (Foto: Elena Marco)

La presentación del eclipse diabólico continuó de la mano de “Failure” e “Inception”, que con sonoridades candentes desataron la ira del cazador extraviado de “Hunter”. A continuación, los hijos de los hombres sumaron las piezas con “The Fire Within” dando paso una metamorfosis sideral que derivó en “Betrayal”.Por su parte, “Children of The Mushroom Cloud”, tema incluido en ‘Ars Vitae’ y “Black Sun” condensaron en los últimos minutos de espectáculo la energía inherente de un género sin fecha de caducidad.

Misa dominical

La Iglesia Ortodoxa Oriental se tiñe de negro de la mano de la liturgia anónima de Batushka. La formación polaca dio inicio a la homilía de la mano de “Irmos I”, track de su último trabajo de estudio ‘Maria’ (2022), confeccionado de la mano de Witching Hour Productions. Los hábitos negros, enmarcados en una escenografía caracterizada por el empleo de esquemas ortodoxos orientales, mantuvieron su identidad en la cara oculta materializando su credo exclusivamente a través del antiguo idioma eslavo eclesiástivo, tal y cómo demuestran los temas “Irmos III” e “Irmos IV”, respectivamente.

Realizando un guiño a ‘Hospodi’ su segunda entrega discográfica, lanzada al mercado en 2019, las guitarras brujas de ocho cuerdas entonaron “Wieczernia”, así como “Powieczerje”. La retrospección sonora continuó de la mano de “Yekteniya III: Premudrost”, incluida en la liturgia original (‘Litourgiya’, 2015).

Batushka (Foto: Elena Marco)

Acto seguido, los hieromonjes ortodoxos predicaron la palabra de Maria a través de “Pismo I” y “Pismo II”, con “Polunosznica” a modo de intermezzo. A continuación, “Irmos II” y “Pismo IV”, preludiaron a “Utrenia”, en un momento en el que el público se preparaba para tomar la hostia consagrada. El ritual finalizó de la mano de “Yekteniya IV: Milost” y “Yekteniya VII: Istina”, ofreciendo a los peregrinos “Pismo VI” a modo de bis. En definitiva, un acontecimiento de sonido atronador en el que el cartel comercializado constituía únicamente la punta del iceberg. Ácido a quemarropa para el espectador.