AMFest: La exitosa transgresión de Barcelona

No sólo de heavy vive el hombre (ni la mujer), por lo que este fin de semana en The Metal Circus hemos aprovechado que el renacido festival Amfest aterrizaba en Barcelona para descubrir, entre nombres tan nuestros como Caligula's Horse, Amenra o Toundra, otras propuestas más alejadas de nuestro día a día.Bajo la premisa de ser un festival “para la gente a la que le gusta la música” y con el foco puesto en bandas de estilo instrumental y progresivo, Amfest reunía a los amantes del género en el peculiar espacio industrial de Fabra i Coats, uno de los muchos equipamientos culturales municipales de la ciudad condal.

La propuesta estaba organizada de manera que se pudiera disfrutar de todos y cada uno de los artistas de su cartel con calma y serenidad. Nada de correr de un escenario a otro o de, aún peor, tener que escoger entre los dos grupos de tu vida porque, oh horror, se solapan. Aunque el AMFest contaba con tres escenarios, la planificación estaba hecha de manera que los grupos tocaran uno detrás de otro; de hecho, el tener tres escenarios facilitaba resolver las labores técnicas fuera del foco y que el usuario sólo tuviera que preocuparse de disfrutar de la música.

Además, el espacio contaba con varias barras (entre 2 y 3, dependiendo del día y la hora), unos servicios limpios (y siempre con papel) cuyas colas avanzaban rápidas, un reducido espacio de merchandising con el material de los artistas del día, food trucks, y la total posibilidad de entrar y salir del recinto a placer. Perfecto para disfrutar de la buena música de tranquis, relajado.

Al finalizar el festival, no sé si AMFest tiene aún dudas a la hora de responder a la pregunta que les hizo nacer, pero yo ahora sí que tengo claro de que sí que hay público para la música instrumental. Y con festivales con esta calidad de experiencia, ¡quién no lo disfruta!

AMFEST BARCELONA – VIERNES 12 DE OCTUBRE

El primer día del Amfest arranca con el swamp rock y free jazz de Blood Quartet, nacidos y crecidos en Barcelona. Sofa, de Euskadi, les toma rápidamente el relevo para presentarnos el math rock de su última lanzamiento “II”. Linalab, barcelonina, se escapa más allá de toda definición posible con sus exploraciones metafísicas a través del sonido. Pero el viernes es también el día para dejarnos embelesar por los ingleses 65daysofstatic, que nos presenta su nuevo proyecto “Decomposition Theory”, y pasárnoslo de muerte con Playback Maracas y sus divertidísimos beats de influencia tropical. Pero, además, un buen número de artistas procedentes de toda Europa nos regalan sus mejores actuaciones en esta primera jornada del AMFest Barcelona 2018:

Soup, arrancando con energía

Los noruegos Soup nos presentan su post-rock cercano a Steven Wilson y Sigur Ros, caracterizado por esa base constante cargada de groove y por esas melodías sintetizadas que se van construyendo y evolucionando, creciendo con intensidad y virando en momentos clave hacia nuevos horizontes. Traen el show ambientado con humo y beams de luz, que envuelven a los cinco miembros de la banda.

En los momentos álgidos, unos paneles de luces led iluminan toda la sala, en la que se ha concentrado ya un público nada desdeñable: éste no tiene vergüenza en acercarse más a petición del grupo, aunque quejándose tímidamente del calor que suponía la aglomeración. Pobres insensatos, no sabíamos aún a estas alturas lo que nos esperaba.

Amsia te mete una ostia de sonido

Lo mejor de los festivales como el AMFest es la diversidad y valentía de sus propuestas. Hay festivales en los que sales un poco de tu zona de confort y, con suerte, te enganchas a algún grupo ligeramente diferente. En otros casos, como con Amsia, viene ese grupo nuevo y te fuerza a abrir la mente, y ale, te espabilas.

Amsia (Foto: Elena Marco)

El DJ vasco subió al escenario con su brutal propuesta de ruidismo: un solo tema constante, terriblemente bien hilvanado, de una cacofonía rocambolesca de sonidos cuyo sentido cuesta encontrar, pero que es gratificante buscar. Presidiendo está la portada de su último disco, protagonizado por (como bien nos cuenta), Lilith, la primera mujer de Adam: un ser fantasmagórico y amenazante que contribuye al ambiente tenebroso e incómodo de la situación.

Thermic Boogie cumplen sus promesas

El dueto barceloní Thermic Boogie se hace llamar “la banda más ruidosa de la ciudad”, y cumplen con creces la promesa. Cargados con un nada pequeños número de amplis (un poco por utilidad, un poco por el espectáculo, entendemos), el público congregado no tarda en lanzarse a disfrutar de su estilo nacido del rock, que se acelera con el noise y, a ratos, se ralentiza tanto que acaba cayendo en un pozo de stoner.

Baptiste Gautier-Lorenzo (a la batería) es una espectáculo de la naturaleza, entregando su ánima a la canción con movimientos espasmódicos. Albert Martínez-López (a la guitarra) muestra un proficiencia envidiable haciendo uso extensivo de todos los efectos de sonido que los temas requieran. El resultado es un ritmo con el que no puedes evitar mover los pies, intoxicado por los constantes cambios, siempre manteniendo la potencia y la energía en lo más alto.

Amenra, expectativa tangible

Amenra llegan precedidos por media hora de espera, en la que muchos aprovechan para ir al baño, salir a fumar (o a respirar aire fresco) o buscar algo que comer: cosas difíciles de hacer con un horario tan cargado de actuaciones como nos regala el AMFest 2018. A nadie le extraña ver a personas en el baño refrescándose bajo el chorro de agua, víctimas del calor infernal que sufrimos en todo el recinto, en previsión a lo que será el concierto más multitudinario de la noche.

Amenra (Foto: Elena Marco)

Amenra es, sin lugar a dudas, lo más esperado: sólo es necesario ver el número de camisetas con su nombre que se pasean por la sala. Asaltan el escenario con una puesta en escena cuidadísima y sobria: el blanco y negro impera, ellos se pasan casi más tiempo de espaldas (mostrando Colin H. van Eeckhout, vocalista, su tatuaje identificativo) que de caras al público, y son lo suficientemente parcos en palabras como para dejar que su música hable por ellos. El resultado es una atmósfera fantasmal, escalofriante e hipnótica, que transmite volúmenes a todos los presentes.

Amenra (Foto: Elena Marco)

Resulta increíble ver como todas las almas del expectante público encuentran su propia forma de disfrutar de esta música tan extrema: sea moviendo la cabeza, ocupando el espacio de diez personas con sus aspavientos, o simplemente cerrando los ojos y dejándose llevar por la magia que crean las composiciones de Mathieu J. Vanderkerckhove y Lennart Bossu (guitarras), Bjorn J. Lebon (batería) y Levy Seynaeve (bajo).

Eevee: beats, calma y sosiego

El escenario 3 no deja de ser fuente de sorpresas para una servidora. La DJ holandesa trae un rollo antagónico a lo que acabamos de vivir en Amenra, con su dulzura vestida de blanco y moviéndose delicadamente al ritmo de una música sosegada. Hace girar los platos con repeticiones y ecos, sin malicia pero con un groove digno de envidiar.

Eevee (Foto: Elena Marco)

Eevee mantiene la atención del respetable con inesperados silencios y hiccups, consiguiendo la increíble hazaña de que la atmósfera de la sala mute completamente a un remanso de paz en la aproximadamente media horita que la tenemos encima del escenario: tan querida ha sido que, aunque acabe despidiéndose con unos minutos de retraso, aún hay gente que continúa pidiéndole temas.

Mutiny On The Bounty nos regalan su show más personal

Los ecos de la última nota de Eevee se están aún desvaneciendo en al aire cuando los luxemburgueses empiezan a tronar. Esto provoca una migración en masa del público hacia la sala grande, pero allí ya hay un pequeño foco de fans acérrimos esperando y arengando desde el minuto uno. Sacha “Falcon” Hanlet y los suyos responden, dando más de su math rock a la gente que no deja de pedir. Se lanzan a surfear encima del público y éste se vuelve loco.

Mutiny On The Bounty (Foto: Elena Marco)

El momento clave de la noche es cuando anuncian que tocan un tema por primera vez, dedicado a un amigo recientemente fallecido, pero las novedades no acaban allí, sino que inmediatamente después estrenan en público una canción del que será su nuevo álbum: destaca su polirritmia acentuada y su rollo futurista, que el respetable aprecia y celebra. Mutiny On The bounty se despiden por todo lo alto con dos canciones adicionales, dosis extra de simpatía y siendo receptores de mucho cariño tanto por sus fans más leales, como por el puñado que han hecho esta noche.

AMFEST FESTIVAL – 13 DE OCTUBRE

El segundo día empieza con la alegría de la organización al anunciar que han vendido todos los tickets para la jornada: sold out completo. A esto le sigue el horror de los asistentes en previsión a estar expuestos a aún más calor, pero la organización lo tiene solucionado: nos espera un nuevo sistema de ventilación y más medidas para paliar el infierno térmico que, decididamente, a lo largo del día se notan y agradecen. Algunos problemas son imposibles de prever en un evento de tal envergadura, por lo que, en estos casos, lo que resulta crucial es la velocidad de acción de la organización: el Amfest ha cumplido con matrícula.

A nivel musical, nada más llegar nos encontramos con el proyecto audiovisual (en el sentido más literal de la palabra) de los locales La Son, que encaja a la perfección con la celista Jo Quail y su neoclasisimo experimental proveniente de Reino Unido. Owen nos trae desde Estados Unidos toda la delicadeza y preciosidad de su nuevo proyecto “The King of Whys”, que choca frontalmente con el noise rock de los barceloneses iou3R.

A lo largo del día escuchamos también a más grandes artistas barceloneses, como el ya veterano del Amfest Jaime L. Pantaleón (experimental y electrónica), Ralp (sintetizadores y modulaciones de otro planeta) y Za!, que ponen un punto y final único y colorido a la jornada. Pero muchos otros grupos, algunos bien locales y otros de calibre internacional, nos sorprenden y emocionan en esa segunda jornada del AMFest Barcelona 2018:

Caligula’s Horse: a 16,937 kms de casa

El sold out ya se nota a estas horas de la tarde, cuando Caligula’s Horse saltan a la palestra frente una sala llena y entregada, dispuestísima a disfrutar de su prog rock con tintes metal. Parte del entusiasmo debe ser, seguramente, gracias al nuevo sistema de ventilación, que permite al respetable disfrutar mucho más sin terminar exhausto. Va de perlas, porque los de Australia traen caña para dar y regalar. Se les nota agradecidos de tocar en Barcelona, y encima del escenario no faltan saltos, ni headbanging, ni hasta pasos de baile.

El diálogo con el público es constante, con momentos divertidos como al liarse con el buenas tardes y el buenas noches, o al tener que decir a los fans que espabilen para aplaudir durante “Rust” en los momentos correctos. Caligula’s Horse da un concierto excelente, cargado de buen rollo y amor, y con el mismo cariño les despiden los fans.

A Storm Of Light hacen vibrar el AMFest

Los neoyorkinos A Storm Of Light son potencia fina. Aunque el sonido algo disparado y tronado del principio no les ayudó, poco a poco éste se fue poniendo en su lugar para permitir que el público congregado (que no era poco) descubriera los matices que el grupo tenía que ofrecer. Josh Graham y los suyos acercaron su propuesta de post-metal y música industrial a un público entregado, que vibró con su energía y tralla.

A Storm Of Light (Foto: Elena Marco)

Mono son esos momentos

El título de grupo más esperado para este segundo día está disputado: se me hace difícil decir si se ven más camisetas de Mono o de Toundra entre el público. Sin embargo, una cosa está clara: Mono vienen de Japón y, teniendo en cuenta que resultan de lo más complicado de ver por estos lares, ante la duda, mejor aprovechar tenerlos en el AMFest.

Mono (Foto: Elena Marco)

La legendaria banda son la definición de instrumental, yendo más allá de cualquier género dentro de éste. Experimentan y juegan con los sonidos como les place, y con ello transportan al oyente a un millar de mundos distintos. Mono tiene muchísimos registros, no sólo entre canciones si no también dentro de ellas. Sus cambios de ritmo e intensidad inesperados pillan a más de uno por sorpresa.

Mono (Foto: Elena Marco)

Pero no es sólo su música: es toda su puesta en escena, el silencio entre los miembros, la performance de tocar sentados, los pequeños rituales de Takaakira “Taka” Goto (guitarra), o el movimiento de pelo de Tamaki Kunishi (bajo y piano). Son esos momento álgidos en que todo el cuerpo vibra al mismo son, y esas sorpresas inesperadas como la colaboración con el cello de Jo Quail. Mono se crecen en esos finales apoteósicos, que dan, y dan, y no dejan de dar material de gran variedad y extrema calidad.

Mono (Foto: Elena Marco)

My Sleeping Karma, o la importancia del lugar

A nivel personal, My Sleeping Karma era uno de los grupos que más ganas tenía de ver en directo. Sus composiciones de stoner y psicodélico instrumental de influencia hindú resultan hipnóticas: su groove, sus riffs repetitivos sobre bases magnéticas y las atmósferas que consiguen crear te transportan a otra dimensión. Es un sentimiento, una sugestión, que no he escuchado en ningún otro grupo.

Fue un verdadero goce (aunque poca sorpresa) que tocaran temas como “Ephedra”, pero alguna cosa a lo largo del concierto hizo que no acabaran de transmitirme lo mismo que cuando les disfruto en casa: sería el grandísimo volumen de gente que, aprovechando que los escenarios estaban de lado, guardaba sitio para Toundra y les escuchaba más con la mente puesta en el siguiente grupo que en ellos, o sería el simple hecho de tener que disfrutarles de pie en un espacio mucho menos íntimo que el sofá de casa. En todo caso, ellos hicieron un show estupendo, por lo que tendrá que volvérseles a escuchar en una sala más pequeña, a ver si la percepción cambia.

Toundra, energía revolucionada

Cerca del final de la jornada, la banda para la que muchos han esperado el día entero salta al escenario. ¡Y con qué energía! Esteban Girón (guitarra), David «Macón» Paños (guitarra), Alberto Tocados (bajo y sintetizadores) y Álex Pérez (batería) son más que un grupo de post-rock instrumental: son una gran familia, y en esa familia caben también sus fans y todas las persones reunidas esta noche en el Fabra i Coats.

Esteban baila el limbo imaginario mientras toca (Foto: Elena Marco)

Los madrileños aman su música y así lo comparten con las personas que asisten a sus conciertos: es un gustazo ver a artistas que se lo pasan tan bien encima de los escenarios, y que interpretan con tanta ilusión. Entre temas como “Tuareg” y “Bizancio”, da la sensación que, en lugar de asistir a un concierto, los chicos de Toundra te han dejado colarte en uno de sus ensayos: tal es la familiaridad y naturalidad con la que tocan y se miran.

Toundra (Foto: Elena Marco)

El público reunido así lo sentía y agradecía. Las ovaciones y los aplausos, pero también los silencios respetuosos, se fueron entremezclando con el resto de temas que interpretaron: del nuevo y excelentísimo ‘Vortex’ (2018) no faltaron ni «Cobra» ni «Kingston Falls» ni, por supuesto «Mojave» y «Cruce Oeste», pero «Kitsune», «Magreb» y «Cielo negro» también cayeron como homenajes a su prolífica trayectoria.

Toundra (Foto: Elena Marco)

Dicen que la energía ni se crea ni se destruye: un concierto de Toundra es como un generador que convierte las vibraciones de la música y los cuerpos en pura electricidad, en un diálogo constante de ida y vuelta entre público y músicos. Si queréis experimentar esta comunión, tenéis fechas por toda España hasta Enero, incluyendo un fantástico concierto de presentación de su nuevo material en la sala Riviera de Madrid.