Tiempos de crisis. Y nadie se escapa, ni siquiera la empresa encargada de la organización de uno de los festivales más longevos de rock and roll en todo el territorio patrio como es el Azkena Rock Festival vitoriano. Sobreviviendo a más de una década a base de mimo y dedicación, es garantía anual de calidad no solo a nivel de cartel sino a nivel de instalaciones, sonido y mantenimiento. Algo a lo que el colectivo “heavy” no está muy acostumbrado por estos lares: un festival bien organizado. Eso y mucho más es el ARF, festival que este año ha tenido que pasar por todo un calvario de presupuestos y cavilaciones para, finalmente y casi sobre la bocina, poder presentar un cartel con ciertas garantías, aunque bien es verdad que muy por debajo del nivel de años anteriores, algo que desde la propia organización se ha asumido y reconocido con total naturalidad. Sin embargo y pese a todo, ahí volvía Vitoria a engalanarse para recibir un año más a los miles de asistentes que, casi sin importar el cartel, volvían a responder de la propuesta cultural de Azkena. Y ahí estuvo The Metal Circus.

En primer lugar y lo que más ha llamado la atención es la reducción a dos días del cartel, con respecto a los tres que venían desarrollándose en años anteriores. Las causas no atienden sino a las circunstancias de la crisis, como todo el mundo imagina. Observamos menos puestos de comerciantes entre la oferta dentro del festival, pero salvo por eso, ningún otro atisbo de crisis. Cero recortes en cuanto a la calidad del servicio, mantenimiento constante, muy buen ambiente y en definitiva, todos los factores que han de darse para poder disfrutar plenamente de un evento de estas características, más allá de lo ostentoso de un cartel potente. 

Mención haremos en este punto para no repetirnos durante la crónica al tema de la acústica del recinto y el sonido en general de las bandas participantes. De diez. Sencillamente de diez. Y no por la perfección con la que sonaron las bandas, que fue prácticamente toal en algunos casos, sino por el trabajo incesante y el esmero por parte de los técnicos en solucionar cualquier problema que pudiera surgir, esfuerzo y dedicación que en la totalidad de los casos terminaba por solucionar los problemas iniciales, facilitando al asistente el pleno disfrute de la música en directo. Es aquí, en este punto, donde más se me hizo evidente la diferencia cualitativa entre un festival como el ARF y otro como el Sonisphere. Mientras que el primero parece mantener la calidad acústica de los conciertos como un elemento imprescindible para el disfrute del asistente, el segundo, y a las pruebas nos remitimos, se caracteriza por “castigar” a sus asistentes con acústicas que en ocasiones llegan a mermar por completo el disfrute de un show. Cuestión de proponérselo.

Nos estrenábamos en el recinto acercándonos por el escenario secundario, curiosos nosotros, para presenciar la actuación de THE SOCKS. Llegados desde la localidad francesa de Lyon, este cuarteto practica un rock de corte clasicista al más puro estilo LED ZEPPELIN o BLACK SABBATH. Es el típico grupo que pocos o nadie conoce en el Azkena pero que congrega a un gran número de asistentes que a la postre no se arrepienten de presenciarlo. Puro rock setentero de la mano de un cuarteto entregado que repasó los temas de sus dos EP’s editados hasta la fecha, “Bedrock” y “Side A”. Máxima proyección la de THE SOCKS, banda muy a seguir la pista.

Tras la descarga de los franceses, corriendo nos íbamos al escenario principal para asistir a uno de los platos fuertes del día, la descarga de los españoles SEX MUSEUM. La formación, que iniciaba su andadura allá por finales de los años ochenta, presentó en Azkena probablemente uno de los directos más enérgicos y potentes, demostrando una vez más por qué son una de las formaciones españolas con mejor actitud sobre un escenario. Energía pura la del quinteto madrileño que actualmente practica un hard rock setentero, previamente influenciado por la corriente “revival garaje” de los 80’s, movimiento que no han olvidado y que se encargaron de traer de vuelta de la mano de un set list repleto de material antiguo 100% afín al concepto musical que encierra el festival. Inyección de fuzz en vena, reivindicación del garito como cuna musical imprescindible y una demoledora versión a caballo entre el “Smoke on the Water” de DEEP PURPLE y el “Fight For Your Right” de los BEASTIE BOYS justificaron la masiva asistencia del público a tan tempranera hora de la tarde. 

THE SWORD cabalgaron a ritmo de stoner / rock por el escenario secundario de ARF. Su stoner con pinceladas doom, natural de Austin (Texas) cuenta ya con cuatro trabajos de estudio. Con versión del “Cheap Sunglasses” de los ZZ TOP incluida, no faltaon clásicos como “Freya”, “Tres Brujas”, “Arrows In The Dark” o temas de su reciente “Apocryphon” como “Cloak of Feathers” y “The Veil of Isis”, así como un brillante “Maiden, Mother, Crone” . Show corto y credenciales para el futuro; la propuesta de THE SWORD.

Dejando para otro día la descarga de M-CLAN, a cuyo líder Tarque veríamos no pocas veces por el recinto dudando mucho de que por el estado de este la circunstancia fuera recíproca, nos reencontrábamos con el recinto del Azkena ya para presenciar el plato fuerte del evento, la visita de los míticos THE BLACK CROWES, quienes sin duda se harían por meritoria propia con el trono del evento vitoriano. La suya fue toda una lección de rock n roll al ralentí, sin poner la directa en ningún momento y dejándose valer únicamente por el estilo y tablas que siempre atesoraron. Escenografía sobria, alfombras retro para los hermanos Robinson, Sven Pipien y el nuevo guitarrista de la gira, Jackie Green. completando el sexteto Adam McDougall a las teclas y Steve Gorman a la batería. Lujoso plantel. 

“Old school show” el ofrecido por la clásica formación liderada por los incombustibles hermanos Robinson, que retomaban las tablas gasteiztarras allí donde las dejaban en Mayo de 2009. Y se superaron, vaya si lo hicieron. No solo dejaron la posterior actuación de THE SMASHING PUMKINS a la altura de un grupo de niños de papá, sino que consiguieron poner de acuerdo a todos y cada uno de los asistentes. Abriendo con “Twice As Hard” y “Sting Me” lo tienes medio hecho. Y aún así, repasando lo más granado de tu repertorio como “Jelous Again”, “Remedy”, “Hard To Handle”, “She Talks To Angels” lo tienes prácticamente hecho. Y para los que piensan que cuando una banda adquiere un mínimo de popularidad las versiones sobran, ahí estaban THE BLACK CROWES para demostrar lo contrario de la mano de una majestuosa interpretación del  ”Feelin’ Alright” de TRAFFIC o una divertidísima adaptación estilística del clásico “Hush” con la que además ponían el punto y final. Show sencillamente perfecto el del sexteto que hizo bueno aquello de que los grandes grupos, como el vino, mejoran con el paso de los años.

Con la borrachera de buen rock / blues aún latente y no queriendo empañarla con la que a la postre y según cuentan los cronistas sería una nefasta actuación de THE SMASHING PUMKINS, volvíamos al escenario secundario para, curiosos nosotros, ver lo que THE SHEEPDOGS podían dar de sí. Venían en calidad de sustitutos de MODEST MOUSE, que se caían del cartel semanas antes, y tenían el papelón de bailar con la más fea: continuar la fiesta tras los conciertos de THE BLACK CROWES y THE SMASHING PUMKINS. Y cumplieron, ¡vaya si lo hicieron! El cuarteto canadiense de rock and roll dio una auténtica lección de actitud y buen rollo sobre un escenario, satisfaciendo a la numerorísima asistencia que aún a esas horas aguantaba el tirón de un largo día. Tienen cuatro discos en el mercado, el último de ellos homónimo y editado el año pasado, pero aunque en Canadá ya son nº1, ojo que con su presentación oficial en el Azkena Rock Festival van a dar mucho que hablar.  

Texto: Raúl del Amo (@raulamazario) / Fotos: Carlos García

Promotor:Last Tour International

Asistentes:13.584

Día:28/06/2013

Sala:Mendizabala

Ciudad:Vitoria

Festival:1

Puntuación:9