AEROSMITH
AEROSMITH siempre se han caracterizado por ser una de esas bandas que no pasan desapercibidas. En los ’70 era por su innegable marca de rock clásico americano y sus brutales escarceos con las drogas, en los ’80 fue por su decadencia y su posterior resurgimiento de la mano de Geffen Records, en los 90 sería por sus hits millonarios como “Cryin’”, “I Don’t Wanna Miss a Thing” y demás, y en la nueva década habían estado demasiado callados. Apenas un par de discos (el olvidable “Just Push Play” de 2001 y el disco de standards blueseros “Honkin’ On Bobo” de 2004) y giras más o menos habituales que no se salían del guión en exceso. Demasiado tranquilo había estado todo. Justo antes de que acabara la década, por no dejar la faena a medias, la banda se desintegró debido a una recaída de Steven Tyler en las drogas, en este caso calmantes para un dolor en la pierna que le habían llevado a ir por el mal camino por vez primera desde que a mediados de los ’80 él y Joe Perry, los otrora “toxic twins”, se adecentaran un poco y grabaran algunos de sus mejores discos, como “Pump” o “Get a Grip”. Las declaraciones en la prensa por parte de Perry eran casi de risa. Hablaba de comenzar el proceso de audiciones para seleccionar a un nuevo vocalista para poder girar en el presente verano, obviando así los deseos de Tyler de para la maquinaria durante dos años “para grabar un disco en solitario”. Los problemas se acrecentaron cuando se hizo saber que Tyler tenía ahora un manager distinto al del resto de Aerosmith, con el coñazo burocrático que eso supone para la toma de decisiones. Pero sea como fuere, Perry y Tyler se sentaron un día de enero en una habitación, hablaron lo que tenían que hablar, y se anunció la gira “Cocked, Loaded and Ready to Rock 2010” que les llevaría en unas quince fechas por las principales ciudades europeas. Mayoritariamente una fecha por país, casi garantizándose el cartel de “entradas agotadas”. Luego se anunció la gira sudamericana. Y las nuevas fechas en Estados Unidos para compensar la cancelación de la gira del año pasado cuando Tyler se cayó del escenario y se hizo daño en una pierna. Y luego se irán a Japón. Y dicen que grabaran un nuevo disco. Bandas disfuncionales…¿no son adorables?
El show en Barcelona, por tanto, estuvo muy al borde del sold-out pero no lo consiguió a falta de unas mil entradas aproximadamente. Pero la situación distaba de la de 1999, la última vez en que AEROSMITH visitaron España. Por entonces tocaron en Madrid y Barcelona y, en el concierto al que acudí, el Palau Sant Jordi de la ciudad condal, había un telón que cubría la parte final del Sant Jordi pues se habían vendido algo menos de 10.000 entradas para un recinto que acoge a más de 18.000. El set, en aquella ocasión, fue un greatest hits. En ésta ocasión, también. La banda no tenía nada nuevo que presentar, así que abrieron la caja de pandora y comenzaron a sacar lo mejor de su discografía, con profusión de éxitos de los años ’90 para todo ese sector del público que los descubrió con la banda sonora de “Armaggeddon” o con los videos de “Cryin’” en los 40 TV. Nada de malo en ello, obviamente. Pero era un poco triste que cuando la banda atacaba un “Toys in the Attic” o un “Draw The Line” parte del público no supiera que hacer.
Aerosmith, que por algo son perros viejos y más sabe el perro por diablo que por viejo (o algo así) comenzaron el concierto con una gran “Love In An Elevator”, del “Pump” de 1989. El público, lógicamente, enloqueció. La banda salió totalmente encendida, con Tyler bailando y ganándose al público con sus modales de canalla, mientras que Perry, con chaqueta plateado-glam-futurista se dedicaba a lo suyo y se cruzaba habitualmente con Tyler, apoyándose éste en Perry para dar lugar a una de las poses más famosas de la historia del rock. Brad Whitford tenía la pinta de un señor anciano al que le han arruinado su tarde de petanca. Sigue siendo parte esencial del sonido de Aerosmith, pero su aspecto a dia de hoy es de señor mayor respetable, no de vieja estrella decadente de un de las bandas más grandes del rock. Para compensar, está Joey Kramer, que con su camiseta de lycra verde lima y sus bambas a juego deslumbra más que todos los focos del escenario juntos. Por último nos encontramos a Tom Hamilton, que está exactamente igual que siempre, seamos sinceros. Es otro que, como Tyler, parece que no pasen los años por él.
El escenario se basaba en buen juego de luces, el backline de la banda y una triple pantalla de video que acercaba a la banda a su público, sin olvidarnos de la eterna rampa que discurre por el centro del recinto para que Tyler y Perry se den baños de multitudes. El resto de miembros ni la pisan. Me dio la impresión incluso de que Tom Hamilton solo se atrevió a poner un pie en ella después de que Perry le hiciera una señal de que podía…pero no quiero ser tan mal pensado.
El sonido fue muy bueno, al menos en la zona en la que yo estaba situado. No fue un concierto cuadrafónico de Pink Floyd, pero ciertamente hubo calidad y se escuchó todo con claridad, que ya es suficiente.
La banda hizo un setlist al cual solo se le puede poner una pega y fue la excesiva concentración de numeritos noventeros en la zona central del mismo, provocando el hastío de los fans no-mainstream de la banda. Al principio todo fue bien, intercalando “Back In The Saddle” con “Falling In Love” y “Eat The Rich”. Pero es que en un momento se tocaron “Pink”, “Livin’ On The Edge”, “What It Takes”, “Jaded”, el respiro de “Rag Doll” (con la coda final vocal interpretada a la perfección por un Tyler en estado de gracia), y “Cryin’”. Casi nada. Más de uno se fue a dar una vuelta por la barra del bar, llegando a tiempo de ver como volvían a lo suyo con “Mama Kin” (precedida por un buen solo de batería de Joey Kramer), la versión de Fleetwood Mac “Stop Messin’ Around”, la infaltable y coñazo “I don’t Wanna Miss a Thing”, y ya en la parte final, “Sweet Emotion”, donde Perry se puso a jugar con el theramin junto a Brad Whitford, provocando un enorme crescendo que puso los pelos de punta, la versión de “Baby Please Don’t Go” de Muddy Waters, donde Tyler acabo estirado en el suelo de la pasarela, en plena invitación sexual disfrazada, aprovechando la parte central del tema y finalmente “Draw The Line”, que sonó brutal.
El final de concierto lo protagonizaron “Dream On” (que grande es siempre éste tema en directo), “Walk This Way” y “Toys in the Attic”, practicamente empalmadas. Un detalle que fue una constante durante todo el concierto, la escasa comunicación con el público. Aunque cuando Aerosmith mostraron la bandera y escudo de España (por suerte, sin aguilucho!) en las pantallas mientras la banda volvía para los bises, el publico si que se comunicó con ellos en forma de abucheo atronador.
Un gran retorno para una banda problemática pero que, pese a todo, se mantiene ahí pese al paso de los años. Ya van 40 años al pie del cañón y no parece que la máquina se vaya a parar a corto plazo. Me he encontrado con gente a la que no le gustó el concierto, por motivos “x”, pero yo esperaba verlos arrastrándose y lo que vi fue de otra galaxia. La voz de Tyler fue muy consistente durante toda la noche. Y cuando Tyler y Perry se presentaron mutuamente el uno al otro, se notaba que la química entre ellos no se había ido a ninguna parte. Perry terminó dando golpes con el pie de micro contra el suelo provocar la adoración general del público hacia Tyler, que se daba un baño de masas. “Ojalá vuelva con la banda” dijo crípticamente Perry entonces. ¿Como?
Texto y fotos: Sergi Ramos (sergi@themetalcircus.com)
Promotor:Live Nation
Asistentes:5000
Día:27/06/2010
Sala:Palau Sant Jordi
Ciudad:Barcelona
Puntuación:9
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