El otro problema es el recurrente: un show de heavy metal es invisible para los grandes medios y la ciudad. El Rockfest ha coincidido con el Hard Rock Rising y las televisiones y periódicos se han centrado en ello olvidando casi por completo este festival. El heavy metal sigue sin interesar y sí se da cobertura a los muchísimos festivales con los que cuenta Barcelona. No pedimos un trato diferente ni preferente, sencillamente contar con el mismo altavoz que gozan el Sónar, Primavera y demás. Que Barcelona sea consciente de que hay un festival de heavy metal, al que al igual que en los otros festivales de música y cultura, asisten miles de personas.

Excelentes las tres jornadas vividas en el Rockfest, un festival que ha crecido mucho respecto a la anterior edición y que parece que ha venido para quedarse. Cataluña siempre había quedado fuera del circuito festivalero y mirábamos con envidia a Zaragoza, Valencia, Vitoria, Murcia o Madrid. Se ha tardado, pues no es nada fácil, pero finalmente parece que la cosa está asentada. En el programa reza en su contraportada “Nos vemos en el 2016” y creo que ya se está trabajando para conseguir un cartel al nivel del actual. Como guinda hubiese sido perfecto anunciar en las pantallas para el año que viene alguna banda al finalizar el festival, al puro estilo Wacken.

No ha habido grandes problemas, no ha caído ninguna banda durante el transcurso del festival, los horarios se han cumplido y el sonido y los escenarios han estado a la altura de las circunstancias. Un 10 para los asistentes y destacar una notable presencia de muchísima gente del resto de España y de extranjeros. El año pasado quedó todo más local. La oferta gastronómica muy amplia y de calidad a pesar de que hemos echado un poco de menos puestos de fruta. Ideal para combatir el calor. Los precios no son los del Leyendas pero sí similares a los del Azkena. Los surtidores de agua se hicieron imprescindibles aunque se averiaron un día y el sábado no estaban conectados en el momento de más calor. La principal queja será el retraso en la entrada y la larga cola del jueves, pero hubo algunos problemas imprevistos con el enmoquetado delante de los escenarios. Otra de las quejas será la de la zona de acampada, un tema siempre de difícil solución… Y el tercero es quizá una parada de taxis fija en la salida del festival a pesar de que la Guàrdia Urbana improvisó una ya en el segundo día. Las pantallas del flanco izquierdo fallaron también en algunos momentos. Finalmente vi en la zona de lavabos a algún listo que saltó colándose en el festival, pero en general son problemas menores.

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La elección de Santa Coloma de Gramenet ha sido perfecta. Todo el mundo asociaba Can Zam a Justo Molinero y las sevillanas, pero parece que esto está destinado a cambiar. Santa Coloma es un crisol de culturas, un ejemplo de convivencia y se ha apostado fuerte involucrando a asociaciones y gente de la ciudad. Para que esto funcione hay que conseguir la aceptación de los vecinos y que vean al festival como algo suyo y positivo. Es genial estar en un entorno urbano y poder realizar conciertos hasta las 3 de la mañana. Se llega al recinto en autobús y el metro queda a cinco minutos. Fuera no hay “La Nada” que había en muchísimos festivales y darse un paseo por Santa Coloma y disfrutarla resulta casi obligado.

El festival va a seguir creciendo por una sencilla razón: Barcelona atrae a muchísimos turistas que quedarán encantados de viajar hasta allí y vivir un festival. Benicàssim o el Primavera Sound han optado por venderse al exterior y nutrirse de gente de fuera, y posiblemente el gran acierto sería ir a captar ese público teniendo Barcelona a tres paradas de metro.

El otro problema es el recurrente: un show de heavy metal es invisible para los grandes medios y la ciudad. El Rockfest ha coincidido con el Hard Rock Rising y las televisiones y periódicos se han centrado en ello olvidando casi por completo este festival. El heavy metal sigue sin interesar y sí se da cobertura a los muchísimos festivales con los que cuenta Barcelona. No pedimos un trato diferente ni preferente, sencillamente contar con el mismo altavoz que gozan el Sónar, Primavera y demás. Que Barcelona sea consciente de que hay un festival de heavy metal, al que al igual que en los otros festivales de música y cultura, asisten miles de personas.