Cómo ser LGTBI en el metal
El 28 de junio es el Día Internacional del Orgullo LGTBI, es decir, un día internacionalmente señalado para que aquellas personas que se salen del fragmento de espectro considerado “normativo” puedan reivindicar sus derechos a la vez que celebrar la igualdad ya conseguida. En otras palabras, es el día para que gays, lesbianas, transexuales, bisexuales, intergénero, y un sin fin de orientaciones e identidades más, puedan hacer visible que aún no pueden vivir su vida afectiva con total normalidad.
A lo largo del mes tienen lugar un buen número de actos, eventos y reivindicaciones, pero estos días también suponen un momento ideal para reflexionar sobre el mundo que nos rodea y cómo queremos que este cambie. Y, como no, para los que la música y, en concreto, el metal es una parte grande de nuestras vidas, estos días pueden ser aprovechados para también tener el tema algo más presente.
Por supuesto, entre que los nuevos movimientos de liberación sexoafectiva han dado alas a muchas personas, cada vez hay más miembros del colectivo LGTBI que deciden no esconderse. Pero, por suerte, en el mundillo de la música y el espectáculo siempre ha habido un buen número de gente a la que les ha importado tres pepinos lo que pensaran los otros: referentes históricos como Janis Joplin, David Bowie y Freddie Mercury no se dejaron limitar ni por las etiquetas musicales ni por las etiquetas sexuales. Y solo salieron cosas buenas de ello.
Iconos LGTBI en el metal
Cuando te pones a pensar en personas gay, lesbianas, bisexuales o trans dentro del metal, no es muy difícil que el primero en el que caigas sea Rob Halford, vocalista de Judas Priest. De sobras es conocido que el Dios del Metal se inspiró en los locales nocturnos que frecuentaba para diseñar el uniforme de cuero y tachuelas que más tarde le haría famoso – y que, religiosamente, todos los metaleros a lo largo y ancho del mundo copiarían. Aunque allá por el 1998 ni siquiera estaba con la banda, su salida del armario fue sonada, y, según confiesa, tenia miedo de perder muchos fans. Sin embargo, se enorgullece de poder decir que el apoyo que recibió fue “aclaparador”, pero lamenta que “pensaba que a fecha de hoy algo habría cambiado y la gente lo tendría ya asumido”. O lo que es lo mismo, que los periodistas dejaríamos de sacarlo una y otra vez en este tipo de artículos.
Pero, ¿qué podemos hacer si, desde hace dos décadas, no se ha erigido casi ningún otro referente? Es verdad que, como es lógico, hay un puñado de bandas con hombres homosexuales entre sus filas – Tyler Carter (Issues) o Paul Masvidal y Sean Reinert (Cynic, ex-Death) nos vienen a la mente -, pero se trata de un muy reducido grupo. Es difícil: en palabras del propio Masvidal, “aunque el metal cubra un amplio espectro de emociones, en su raíz todas parten de la agresividad visceral. Cuando esta agresividad no se canaliza constructivamente, y la persona tiene ya su propia homofobia interiorizada, es fácil que se manifieste en ellos pensando que no quieren que alguien como yo tenga voz en el metal.”
Dentro del metal extremo, esta representación es aún más complicada. La única, y quizá por eso muy notable, excepción a ese silencio es Gaahl, quizá más famoso por haber estado al frente de Gorgoroth y Wardruna, y que ahora puedes escuchar en su propio proyecto Gaahls WYRD. En un círculo de géneros que se caracterizan por ser extremos, es normal que atraiga a un cierto número de fans con ideas… bueno, extremas. Pero Gaahl lo tuvo claro y, ante la amenaza de “ser forzado fuera del armario” por un par de chantajistas, él mismo hizo el paso adelante sin que le importase qué pensaría o cómo reaccionaría la gente. O, para decirlo más sencillo, en su libreto “el Orgullo es libertad”.
Representación a todos los niveles
Hasta la fecha hemos estado hablando de tíos, quizá porque son la amplia mayoría entre las primeras filas del metal (le daremos una pausa, por hoy, al tema de la paridad de género). Pero, ¿qué pasa si, además de no-hetero, resulta que eres mujer? Pues que la representación se reduce aún más notablemente. Quizá la vocalista más vocal (válgame la redundancia) sobre su orientación sexual sea Otep Shamaya, quien nunca salió del armario porque, sencillamente, siempre se negó a entrar en él. Líder de la banda de metal alternativo que lleva su nombre, la americana ve el futuro con optimismo: “me gustaría que la comunidad LGTBI, en todas sus facetas, saliera a la calle y demostrara que no tiene miedo, que puede hacer ruido y estar orgullosa de sí misma. Que demuestre que nos damos apoyo los unos a los otros.
Con un estilo de cantar algo más mainstream que Otep y, por lo tanto, también más cerca del rock-metal mayoritario, está Lzzy Hale. La vocalista de Halestorm ha sido siempre muy abierta respecto a su sexualidad, incluyendo compartir sus dudas con sus seguidores y preguntarles consejo sobre, por ejemplo, algo tan habitual como no tener clara la diferencia entre bisexual y pansexual. De hecho, de esta forma tan sencilla dio a conocer esta parte de su identidad, ya que cree que “no tengo necesidad de hacer un gran espectáculo de esto, pero si alguien me pregunta no lo negaré.
Más allá de la L, la G y la B (y las otras letras que indican preferencias sexuales), el Día del Orgullo también sirve para celebrar las reivindicaciones de los colectivos con identidades sexuales o de género no-cis (es decir, justo lo contrario de lo que predican los del bus de “Hazte oír”). En ese aspecto, tres personas dentro del género de la música rock y familia llevan años haciéndose oír (pero en este caso, para bien) y hablando con libertad de sus transiciones: Mina Caputo (Life of Agony), Laura Jane Grace (Against me!) y Marissa Martínez (Cretin). A todo eso, la primera refuerza el sentimiento de comunidad, orgullosa de que “hago todo lo que puedo para ayudar a los fans que me vienen con preguntas” y de que “Laura [Jane Grace] está haciendo un fantástico trabajo con su libro Tranny”
Ser LGTBI en el metal hoy en día
Y, hasta aquí. No se sabe, o por lo menos no lo sabe nuestro Google, de que ninguna otra persona haya hecho el paso de salir del armario abiertamente dentro del mundillo metal. Se puede decir que eso es porque la sexualidad de alguien no importa en relación a su trabajo (ya oigo desde aquí los comentarios) y, sí, estoy de acuerdo, y sería bonito que aquí acabara todo.
Pero, vamos, contemos, mates básicas: ni siquiera veinte personas. De, ¿cuantos metaleros en el mundo? Aunque una media de las últimas estadísticas (cosa más fea, las estadísticas) sitúe el porcentaje de personas LGTBI en la población mundial alrededor del 10-20%, no parece como que ese porcentaje, en el sector metalero, está ¿infra-representado?
Parece que la sociedad moderna cada vez está más abierta y dispuesta a aceptar personas no-normativas, pero, con mi experiencia de la situación (que no tiene porque ser la misma que todo el mundo), me da la sensación que en ciertos campos culturales (como el fútbol o el metal) ver a una persona LGTBI aún se hace… “raro”. Qué casualidad que estos mundos sean los que coincidan con, generalmente, lo que la sociedad occidental considera cunas de la heteronormatividad masculina.
¿Cuanto caos puede causar una locaza o una marimacha suelta por el backstage? (ojo, eso era sarcasmo). Pero, cuando la realidad en las green rooms es que “gay” aún se usa como insulto/broma y que una mujer no-hetero aún es vista como si fuera un acceso premium a Cumlouder, ¿a quién le sale de ahí enfrentarse a los comentarios y risillas durante lo que dure un tour?
No vayamos a acabar este artículo en una nota negativa: por muy exclusivos que nos guste pensarnos a los metaleros, la verdad es que somos parte de la sociedad y, como tal, nos afectan los mismos cambios culturales que al resto de humanidad. Eso, en este caso, significa que la apertura de mente está ahí-ahí, llegando, como el Uber. También tenemos la suerte de que, si algo se ha predicado siempre desde el metal, es la libertad de ser quien eres y hacer lo que te dé la real gana. Así que, en ese sentido… ¿nos tendría que ser más fácil aplicarnos al cuento, no?
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