No todo en internet tenía que ser sombrío y anárquico.
Por todas las cosas malas que ha aportado internet al mundo de la música -la pérdida del disco como punto de partida para recopilar el arte de las bandas y por ende la caída de las ventas, la debacle del negocio en general-, ha aportado al menos dos buenas: el streaming, que hace cómodo y conveniente llevar toda la música del mundo en el bolsillo, y la aparición de nuevos métodos de financiación colectiva que han desmontado el clásico modelo de las discográficas.
La discográfica, que siempre ha funcionado como una entidad de crédito donde en lugar de hipotecar tu vivienda hipotecas los masters de tu disco durante muchos años, es una figura hoy en día demonizada. Algunas bandas siguen teniendo entre sus sueños fichar por una, pero hoy en día su papel desarrollador de talento es discutible. No hay dinero para invertir en desarrollo, sólo se puede ir a por lo seguro o lo que tiene muchas posibilidades de terminar siendo seguro. El margen de error es escaso, y los presupuestos más aún. Es por eso que instrumentos como Verkami, Kickstarter y similares han asumido -curiosamente- el rol que pertenecía a las discográficas: el de soltar dinero por adelantado a cuenta de las futuras ventas de tu disco. La diferencia es que aquí los precios y las estrategias las marca el artista y el presupuesto conseguido va para él. ¿Cuántas veces se ha dado el caso de que un artista vendedor ha acabado cubriendo sin saberlo las pérdidas de cientos de experimentos fallidos, con las consecuencias esperables a medio-largo plazo?
Es cada vez más común ver cómo bandas que luchan por hacerse un hueco en el difícil mundo de la música optan por fórmulas alternativas al modelo clásico. No tiene sentido fichar para una discográfica que no va a hacer nada por tu disco, generalmente, y que no te va a financiar la grabación. Algo que a simple vista parece de cajón, cuesta mucho de entender cuando tienes una guitarra colgada al cuello, que me perdonen los músicos. Los aventajados hoy en día son los que optan por salirse de la tangente y tomar su propio camino. Verkami es la herramienta más recurrente entre estas bandas. Pero ¿qué sucede cuando se bastardiza la utilidad inicial? ¿Qué sucede cuando bandas ya establecidas optan por la financiación colectiva en aras de vender el pescado antes de echar las redes al mar? ¿Es lícito beneficiarse de una posición aventajada en el negocio de la música para conseguir una meta de financiación?
Fortu Sánchez, vocalista de OBÚS y uno de los pocos frontman de verdad que ha dado nuestro casposo país, lanzó la semana pasada una campaña de financiación para su disco en solitario, el primero que hace tras cuatro décadas en la música. Parte del disco está grabada en tiempos actuales, mientras que otra parte está basada en unas sesiones que Fortu hizo en Los Ángeles en 1991 con músicos de sesión de talla enorme. Algo que lleva guardando desde entonces y que ahora ofrecerá a sus fans para completar las canciones de facturación más reciente (que tampoco son nuevas, en principio, pues lleva hablando del proyecto desde 2008 como mínimo…).
La campaña de financiación lleva conseguidos 3.285 Euros a día de hoy, a falta de más de un mes para su finalización. La petición de financiación es de 6.000 Euros. Entre las recompensas que se ofrecen se incluyen descargas digitales por 5 Euros, digipack físico firmado por 20 Euros, e incluso una guitarra personalizada junto con digipack, vinilos, póster, entrada VIP para la gira y muchas cosas más por 1.000 Euros. Este, curiosamente, ya está agotado.
La cuestión que nos plantea la petición de Fortu es una muy concreta. ¿Se inventó para esto Verkami y demás métodos colectivos? Cuando alguien como Fortu, que está posicionado en el negocio hace años, hace uso de las ventajas de estas herramientas, el sistema queda en entredicho. Se supone que son herramientas para que creadores accedan a lo que de otro modo no podrían acceder, que es la realización de su obra. Tengo serias dudas de que Fortu no pueda editar su disco. Es más, el disco ya está hecho, lo cuál demuestra que existen los medios para ello. Usar Verkami como una manera de asegurar ventas concentradas en un periodo de tiempo corto es inteligente, pero quizá no demasiado ético en el contexto que tratamos.
Lo mismo se podría decir de Hamlet, quienes realizaron una exitosa campaña de financiación hace cuestión de un mes, captando casi 24.000 Euros sobre un máximo fijado de 9.000 Euros, un auténtico hito. Pero, tras dos décadas en el negocio ¿necesitan Hamlet esas herramientas para sacar un disco en directo? ¿No se diluye la intencionalidad original de plataformas como Verkami cuando sirven para ayudar a quien ya ha tenido un soporte bastante consistente?
Vaya por delante que no es una crítica. Los tiempos son los que son en el mundo de la música. Pero eso no debe despistarnos del hecho de que quien más necesita el apoyo económico son los que están empezando, porque ya no tienen a donde acudir. Bandas establecidas con otros métodos para salir adelante (directos, merch, los pocos royalties que puedan caer, el publishing de su catálogo, discográficas) quizá deberían dejar de lado el uso de estos medios. Dan la impresión de estar buscando la comodidad de la venta segura y un ingreso extra, no de estar financiando su proyecto.
En el otro lado del espectro están las muchas bandas que, sin un proyecto concreto y con ideas con mucho por madurar, se lanzan a la carrera de completar una de estas financiaciones, saturando el sistema de propuestas pobres y de poca entidad. Verkami debe ser una fuente de apoyo a la realización creativa, no una manera de darse a conocer gracias a la publicidad que te permite poner en marcha un proyecto de este tipo. Al final, cuando tu proyecto no despierta el suficiente interés – y cuando la financiación no se logra- el efecto es casi inverso. Se da la sensación de fracaso, que en si misma no es mala, pero se traduce de un modo negativo dentro de este negocio.
Es impresionante la facilidad con que se juzga a la gente. Y más cuando es gente con más (lo que sea) que uno mismo. Y ya si es gente que de forma más o menos directa te da de comer, mejor aún, pongámoslos finos. Hay varios puntos del artículo que me gustaría comentar.
El primero, cuando se habla de Fortu, y se pone en entredicho su necesidad real de financiación. Es cierto que puede que este señor tenga una suma de dinero mas que suficiente como para no tener que recurrir a métodos de financiación colectiva. Pero es igualmente cierto que puede suceder justo lo contrario. Yo, personalmente, no le conozco, y no tengo ni idea del dinero que tiene o deja de tener en el banco. Y por lo que leo, el autor del artículo, tampoco la tiene. Entonces, ¿porqué voy a querer hacer verdadero periodismo, si en lugar de eso puedo dedicarme a lanzar piedras al aire? Es de lógica, ¿no?. Puedo dedicarme a especular sobre lo que no sé, en lugar de hablar sobre hechos o datos que conozco. Conste que argumentar una opinión es una cosa, y especular es otra completamente diferente. Es mucho más fácl lanzar ideas al aire que tratar de averiguar datos y exponer algo en base a ellos. Y que conste que a mí Fortu musicalmente no me llama la atención.
También se expone la idea de que el único gasto que se necesita para publicar un disco es el del estudio, ya que se comenta que al estar grabado con anterioridad, hay medios para sacarlo. Cualquiera que haya grabado, sacado, o participado de algún modo en la publicación de un disco en el mercado, sabe de sobra que los gastos no se acaban en el estudio. Editar el Cd en formato físco tiene un precio, y el hecho de que se oferten ya los formatos físicos, no quiere decir que se hayan fabricado aún. Fabricar el merchandising y hacer la correspondiente publicidad en revistas y páginas web lleva otro tanto. Puede que te lo cubra todo la discográfica (si la tienes) o puede que no. Aún así te alegrarás cuando la persona de turno te llame y te diga que quiere colocar un banner del disco de Fortu en tu web, y luego le criticarás por pedir el dinero que acabas de meterte en el bolsillo.
Con Hamlet, tres cuartos de lo mismo. Sí, llevan 20 años en el negocio. Un trabajo que les da de comer, y que les tendrá que pagar una hipoteca, puede que sí o puede que no. Pero como son músicos, por envidia, desconocimiento, o simplemente para reducir incertidumbre a nivel cognitivo, vamos a pensar que viven en un palacio y cagan oro.
Bandas establecidas, como se las llama, las hay que salen adelante por ellas mismas, y las hay que no. Los directos no funcionan como antes (no hay más que ver las salas en las que tocan actualmente grupos con recorrido y en las que tocabana hace años), ni el merchandising. ¿Royalties? Sí, sabemos que cada vez se venden más discos, y en España en particular, la cosa ya es una fiesta. «La comodidad de una venta segura». Si creemos que se puede vivir de las ventas de discos, apaga y vámonos.
Y bandas «sin un proyecto concreto» y de «propuestas pobres y de poca entidad». Como «saturan» el sistema, podríamos hacer otra cosa. En lugar de negarles el acceso a este tipo de financiación, ¿porqué no les negamos el acceso a las salas de conciertos? Así saturan menos la escena del directo. O les prohibimos alquilar un local de ensayo, y así las demás tienen más locales para elegir. Ya puestos, les prohibiría comprarse un instrumento oiga, que me cansa oir a gente que no sabe tocar. En la tienda de instrumentos les hacemos una prueba, y si son capaces de componer un buen tema allí mismo, se lo vendemos, de lo contrario no.
O quizás deberíamos hacer lo contrario. Darles la oportunidad de tener un recorrido como banda, aunque sea mínimo, para que hallen su propia identidad. Porque no creo necesario recordar la cantidad de bandas de éxito cuyos primeros discos tenían un sonido descaradamente influenciado por sus grupos preferidos, y han encontrado su sonido después, a base de funcionar como grupo.
Por último en el artículo se habla de inteligencia y de ética. ¿Es ético morder la mano que te da de comer? ¿Inteligente acaso?.
Y citando por última vez el artículo, vaya por delante que no es una crítica.
La respuesta a la pregunta esta clara: No tengo ni idea.
Y supongo que el autor del articulo tampoco tiene ni idea de si lo necesitan o no. Por tanto lo que tengo claro es que este articulo no aporta nada mas que la intencion de generar una absurda polemica.