Voodoo Hill: Waterfall

Es bonito ver como Glenn Hughes se mantiene fiel a los proyectos que realmente le gustan. Hace años que Hughes se resiste a colaborar en los discos de todo el mundo como hizo hace diez o quince años. Ahora solo participa en cosas muy concretas y selectas y se agradece que haya dejado atrás la omnipresencia de épocas pasadas.

El guitarrista italiano Dario Mollo siempre ha tenido debilidad por Black Sabbath y Deep Purple y eso es algo obvio en su obra. Tanto en sus trabajos con Tony Martin (las tres partes de “The Cage” y sus colaboraciones en directo) como en los realizados con Glenn Hughes (bajo el nombre Voodoo Hill) el productor y guitarra ha dejado claro que es un maestro de los riffs y la composición como pocos. Y cabe decir que ya habían pasado once años desde que editó su último trabajo junto a Hughes, el magnífico “Wild Seed of Mother Earth” de 2004. Un disco que recomiendo a cualquier fan del hard rock clásico y que once años después sigo escuchando con cierta regularidad.

“Waterfall” es una lógica continuación de aquel trabajo. Partimos de que Hughes mantiene su rango vocal prácticamente intacto desde entonces y de que la combinación de riffs gruesos con melodía y influencia setentera sigue ahí como en el anterior disco, así que en “Waterfall” encontramos muchos de los elementos que hicieron del anterior un trabajo de alta calidad. Hughes chilla como nos tiene acostumbrados en “Rattle Shake Bone” acompañado de un gran riff de la casa Blackmore pero donde más brilla es en las melódicas “All That Remains”, “Underneath and Down Below” y la pegadiza “Eldorado”. Las influencias de Mollo quedan muy claras en el riff de “The Well”, que es una fusilada total del de “Seventh Star” de Tony Iommi, aunque sea todo por una buena causa.

La producción es cristalina, con la batería y el bajo muy presentes en la mezcla y dándole una profundidad y potencia muy marcada al disco. Algo que sirve de apoyo preciso para los riffs de Mollo, así como en los solos, donde no se echa de menos una rítmica para nada. Pongamos como ejemplo el creativo solo de “Sunflower”, donde bajo y batería hacen suficiente bulto como para que no falte nada por debajo de la guitarra del italiano.

Es bonito ver como Glenn Hughes se mantiene fiel a los proyectos que realmente le gustan. Hace años que Hughes se resiste a colaborar en los discos de todo el mundo como hizo hace diez o quince años. Ahora solo participa en cosas muy concretas y selectas y se agradece que haya dejado atrás la omnipresencia de épocas pasadas. Un artista de la talla de Glenn Hughes no puede andar prostituyendo su voz en cualquier proyecto donde le paguen unos miles de dólares. Y allí donde participa, su voz da un valor diferencial real. Es el caso de “Waterfall”, donde uno no puede imaginar a ningún otro vocalista cantando estos temas si no es Hughes.