Ten: Illuminati

Después de la edición de “Gothica” el año pasado, la banda liderada por Gary Hughes ha vuelto rápido al estudio para dar forma a un nuevo trabajo que bajo el titulo de “Illuminati” recoge en diez canciones el espíritu de uno de los grupos más longevos del hard rock melódico en el Reino Unido.

Con el propio Hughes ejerciendo de productor y una temática tan profunda como marca el título del disco, “Illuminati” puede estar orgulloso de ser uno de los discos más variados y repletos de matices que jamás han editado los británicos.

Un retorno a sus mejores momentos

Desde la primera pieza, “Be as You Are Forever”, que dura más de ocho minutos, la banda muestra la diversidad que reina en el trabajo: de inicio acústico, el tema luego despierta con una serie de ritmos tribales de batería y luego estalla en un riff y un estribillo imbatibles. Hughes, como siempre, se mantiene en tesituras fáciles y habituales para su voz: más emotivo que exótico en su trabajo vocal, Hughes podría ser tildado de algo lineal en este trabajo aunque el sumatorio final es más que positivo.

Sin dejar de lado que, al final, estamos hablando de pop complejo con guitarras, el trabajo de Ten tiene grandes momentos rockeros como el riff de “Shield Wall”, obra del trío de Dann Rossignana, Steve Grocott y John Halliwell, quienes flanquean a Hughes en este trabajo.

El trabajo de coros y los teclados de Darrel Treece-Birch ofrecen un disco rico en capas y lleno de matices. “The Esoteric Ocean” o “Rosetta Stone” son canciones donde el teclista brilla especialmente, siendo la segunda una balada de tintes algo progresivos en algunos momentos, pero donde los colchones de teclado aportan una melancolía determinante para crear la ambientación adecuada.

Grandes riffs y grandes letras

Tras una época algo errática para la banda, “Illuminati”, es un retorno más que necesario a sus momentos más gloriosos, como si Hughes hubiese dado con el botón mágico que le sirvió para engendrar obras como “Babylon” o “Far Beyond the World”. Un album nada irregular donde tanto aportan los primeros temas como el cierre de “Mephistopheles” -con su riff malvado- y la memorable pieza final, “Of Battles Lost and Won”.

Un compendio de grandes riffs, letras interesantes, colchones de teclado evocadores y estribillos bien medidos que sirve para devolver a la primera fila del hard melódico a una banda que le saca 20 años de ventaja a todos lo que ahora invaden el género desde Suecia.