Stryper: God Damn Evil

Es posible que Stryper fuesen una banda de la que reírse en 1986, especialmente si eras un heavy acérrimo de aquellos a los que la movida del glam metal americano y los colorines chillones -especialmente el amarillo y el negro- le daban cierta urticaria. En el año 2018, curiosamente, Stryper sobreviven como soldados de fortuna, como diría la intro del Equipo A. De todas las bandas de la época, es una de las que más dignamente ha sabido madurar en lo musical y en lo estético y ese es el secreto de su vigencia en el tiempo. Una vigencia que siguen manteniendo sin problemas en “God Damn Evil”, un nuevo trabajo en el que el grupo americano demuestra ser capaz de cabalgar tanto sobre el hard rock melódico clásico que les llevó a la fama como en el metal de corte más actual, donde parecen querer ganar puntos para modernizar el sonido de la banda y evitar el estancamiento de muchos de sus congéneres.

La confección del trabajo no ha estado exenta de polémica. Tim Gaines ha sido despedido de la banda debido a ciertas interferencias matrimoniales -o al menos esa es la especulación. En su lugar, el disco lo ha grabado el músico John O’Boyle, que ya habia trabajado con Michael Sweet en solitario. Como miembro permanente de la banda tomará el lugar de Gaines el ya conocido Perry Richardson de Firehouse, que es con quien tocarán en su cita en el Rock Fest Barcelona del próximo més de julio.

Si comparamos “God Damn Evil” con “No More Hell to Pay” o “Fallen”, los dos trabajos más recientes de la banda, se puede decir que el nuevo álbum es mucho más memorable que sus dos predecesores. La mezcla de sonoridades le otorga al disco un factor sorpresa en el que no sabes qué tipo de cancion te vas a encontrar después de la que estás escuchando y lo cierto es que todo suena razonablemente bien. Incluso el intento de ser ‘extremos’ de “Take it to the Cross”, con la que abren el disco, suena inspirado y actual sin ser forzado. Cuentan con la colaboración discreta de Matt Bachand de Shadows Fall, quien acompaña a Michael Sweet con guturales en el estribillo. Si no es truco de estudio, el agudo final de Sweet en este tema es propio de dibujos animados, de tan exagerado que resulta.

Contrasta el toque brutal del primer tema con los himnos que le siguen: “Sorry” goza de un estribillo de lo más clásico y “Lost” es un tema rápido con estribillo ultra-agudo que pone a prueba las resistencias de la voz de Michael Sweet. El tema título, sorpresivamente, es como un remake de cualquier tema de AC/DC que luego Stryper hacen plenamente suyo a partir de los versos, dando lugar a un estribillo memorable lleno de vacile y buen rollo. “You Don’t Even Know Me” y “The Valley” son también buenas piezas llenas de riffs tremendos. “The Valley” en concreto tiene un riff maléfico a lo Slayer que contrasta con el estribillo edulcorado de “Beautiful” o el boogie aceleradísimo de “The Devil Doesn’t Live Here”, donde Robert Sweet (o quien quiera que le sustituya en el estudio, como ha pasado en otras ocasiones y la propia banda ha admitido) ataca los parches con fiereza inusitada. Dios también debe cabrearte de vez en cuando, por lo visto.

En el nuevo disco de Stryper o de Judas Priest tenemos el ejemplo claro de que si los jugos creativos y la motivación van de la mano, da igual que una banda esté en su tercera o cuarta década de existencia para poder editar discos solventes y a la altura de su nombre y legado. Este “God Damn Evil” contiene canciones inspiradas, sólidas y bien arregladas que se harán un hueco en los repertorios de la gira. No cabe duda de que Stryper saben lo que están haciendo y nadie les puede acusar de estar siendo conformistas.