Trans-siberian Orchestra: Letters from the Labyrinth

Técnicamente es impecable, musicalmente sublime y los arreglos preciosistas, pero la inspiración ha quedado en segundo plano. Se repiten, suenan predecibles y las sorpresas son escasas. Quizá en la próxima entrega toque volver a arriesgar un poco

A pesar de que Savatage sean mi banda predilecta –y la Trans-Siberian por extensión lógica-, eso no quita que sea más crítico que nadie con ellos. No hay nada peor que los fans que ven a su grupo favorito como a un equipo de futbol y aplauden todo lo que sacan. “Letters from the Labyrinth” no cumple las expectativas creadas y me parece un paso en falso. La orquesta trans-siberiana se repite, tira excesivamente de lo instrumental y las baladas, y aunque sí que son plenamente reconocibles, han perdido algo de magia en estudio. Otra cosa es que este material en vivo suene a gloria, pero ni por asomo esta vez se acercan a sus anteriores entregas. A pesar de todo han estado número 7 en las listas americanas, por lo que adivinaréis que el contenido es más navideño, más para todos los públicos, y menos Savatage.

Las piezas clásicas revisitadas a las que suman los instrumentos propios de una banda de hard rock terminan sonando algo tediosas y repetitivas. Tiran mucho de sintetizadores y ampulosidad. Podemos destacar “King Rurik” dominada por las teclas de Vitalij Kuprij y de aromas orientales. También la épica “Mountain Labyrinth”, pero termina siendo un refrito de temas anteriormente vistos en otras entregas. Las composiciones son muy cortas aunque aparecen los elementos propios de Savatage 90 como en los juegos de bajo y teclado en “Time and Distance (The Dash)”. Hay grandes nombres de solistas vocales como Jeff Scott Soto en “Prometheus”, basada en una pieza de Beethoven. En “Prince Igor” notarás la presencia de Jon Oliva y en “The Night Conceives” encontrarás los grandes momentos de Savatage, con un riff deudor del “Streets” y una gran interpretación vocal por parte de Kayla Reeves. Un tema alejado de toda orquestación…

Hay dos versiones de la preciosa balada “Forget about the Blame”, una con Robin Borneman y otra con la cantante de Halestorm Lzzy Hale (impresionante…). Balada evocadora, que aún siendo una versión posee toda la magia que siempre ha aportado esta banda. El grupo sigue empeñado en dar a conocer todo el legado Savatage y la elegida es la preciosa “Stay”, aquí con Adrienne Warren a las voces. Siempre sonará mejor cantada por Zak Stevens o Jon Oliva, pero grabada te aseguras que sonará en directo. Russell Allen (Symphony X) fue un fichaje exquisito en directo y aquí brinda el mejor momento con “Not Dead Yet”. Vuelve el espíritu de los Savatage de “Poets and Madmen”. “Not the Same” y “Past Tomorrow” son baladitas-concesiones al gran público, aunque tampoco se alejan mucho de las piezas a piano y voz del “Streets”. El festival de coros (otra constante en su estilo) asoma en “Who I Am”.

La sensación de decepción se va mitigando poco a poco y escucha tras escucha pero en general es un álbum algo por debajo de sus anteriores entregas, sin contar los dos discos plenamente navideños que arrasaron en los USA pero que más alejados quedan de Savatage. Técnicamente es impecable, musicalmente sublime y los arreglos preciosistas, pero la inspiración ha quedado en segundo plano. Se repiten, suenan predecibles y las sorpresas son escasas. Quizá en la próxima entrega toque volver a arriesgar un poco. Tocará rezar a ver si vienen por aquí, y sino maletas y para el Norte, como ya hemos hecho tres veces los fans de Savatage.