TONY MACALPINE
Los conciertos de guitarritas virtuosos tienden a ser asuntos tremendamente aburridos, excepto en el caso de Yngwie Malmsteen, que es como ver a Jesús Gil y Gil reencarnado con una Fender al cuello y entonces te ríes y esas cosas. No obstante, Tony Macalpine nunca ha jugado en esa primera línea de instrumentistas y siempre ha estado más cómodo en su segundo plano, editando discos de manera continua y formando el proyecto de turno cuando le ha venido en gana. En otras palabras, no es shredder omnipresente que ya ha cansado a todo el mundo. Paralelamente, además, Macalpine posee la capacidad muy refinada de no ser cansino, pese a ser guitarra de ocho cuerdas, pese a toda su sapiencia instrumental y pese a todos los pesares. La manera en que frasea es, a falta de una mejor palabra, bonita. El tono que posee, muy identificativo. Y su capacidad estructural es envidiable.
¿Qué mejor manera de experimentar a Macalpine en toda su gloria que escuchándole interpretar de arriba abajo el disco con el que consiguió hacerse un lugar en la escena mundial hace veinticinco años? Pues probablemente ninguna. Y es que, por muy bueno que sea, Macalpine hizo sus mejores trabajos –o al menos aquellos con los que más adeptos se creó- a finales de los ’80. En ese sentido, “Edge of Sanity” es su obra clave, pese a ser la primera. La producción de Mike Varney, la elección de instrumentistas como Billy Sheehan o Steve Smith y la simple acumulación de composiciones brillantes que el tipo poseía en 1985 hizo de su aterrizaje en la escena de la guitarra virtuosa de la época, un bombazo. Y, para colmo, un bombazo negro. En aquel entonces, una anormalidad.
Es por ello que la primera parte del concierto que vimos en Barcelona (y el que está haciendo en toda Europa, vamos) giró en torno a las canciones de “Edge of Sanity”. Su “Dream Mechanism Tour” pone sobre el escenario a una banda muy solvente, donde la cabeza más visible después de la de Macalpine es la del fuera de serie Aquiles Priester. Es obvio que tocar en salas de 150 personas no debe ser tan gratificante como lo habría sido tocar en arenas con DREAM THEATER, pero Priester es uno de los bateristas más preparados para la mezcla de heavy metal, fusión y jazz que se da en la música de Macalpine y a juzgar por su cara de felicidad al acabar el concierto, el reto había sido de su agrado. Ciñéndonos al set list, la primera parte del show tuvo el mismo recorrido exacto que el disco original, comenzando con la sobresaliente “Wheel of Fortune” y terminando con “No Place in Time”. Momentos como “Empire in The Sky” y la propia “Edge of Insanity” pusieron los pelos de punta, tanto que al fin del concierto alguien del público aun volvió a pedir a gritos que tocara todo el disco otra vez, a lo que el guitarrista respondió con sonrisa de sincero agotamiento.
La segunda mitad del show tuvo elecciones que iban desde las canciones de facturación reciente (de su nuevo y homónimo disco cayeron “Serpens Cauda”, “Ölüdeniz”, “Angel of Twilight”, y “Pyrokinesis”) a los clásicos de su carrera como “Tears of Sahara”, “Stream Dream” o “The Violin Song”. El final con “Hundreds of Thousands” fue tan excesivo como era de esperar, con el tipo realizando tantos barridos que la sala quedó impoluta.
Si el virtuosismo no es tu asunto, Macalpine puede no ser la primera opción para un miércoles noche animado. Pero si dejas de lado la cargante matemática del estilo que practica, puedes salir de un show de este tipo con un cariño novedoso por la guitarra.
Texto y fotos: Sergi Ramos
Promotor:Frontline
Asistentes:150
Día:15/03/2012
Sala:Razzmatazz 2
Ciudad:Barcelona
Puntuación:9
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