Stoner y sicodelia bajo el manto del rock: Mars Red Sky y Elephant Riders

Cuando dos bandas de calidad se unen en un mismo cartel, un concierto se convierte en un caramelo dulce que no podemos dejar escapar. La cuestión es que mucha gente ni siquiera se molesta en quitarle el envoltorio.

Cuando dos bandas de calidad se unen en un mismo cartel, un concierto se convierte en un caramelo dulce que no podemos dejar escapar. La cuestión es que mucha gente ni siquiera se molesta en quitarle el envoltorio. Pero está ahí; hay que dar el paso y descubrir el buen sabor que te deja en el paladar. Es la historia de muchos conciertos. Además, en el caso que nos ocupa, los malagueños ELEPHANT RIDERS presentaban nuevo disco y más músculo sobre el escenario al pasar de trío a cuarteto. Con dos guitarras su corrosivo stoner rock (siempre que se hable con manga ancha) pasa a otro nivel.

Hacía tiempo que no se dejaban ver por los escenarios, y sumado a las ganas de descargar su nuevo material, no tardó en llegar la explosión de energía nada más comenzar. Jugar en casa es también un punto a su favor, y los presentes no pararon de animar a una formación sólida que nos iba desgranando su nuevo trabajo “Slave Of The New Age” (con el tema que le da título e “Hyenas” en el listado), y recordándonos lo bueno que era su debut con temas como “Unbreakable” o “Vultures”, y su himno “Supernova”. La efusividad del público fue una constante durante su tiempo en escena. Con este poderoso show dieron buena muestra del futuro tan prometedor que les llega y de su crecimiento a pasos agigantados. A pasos de elefantes.

Tras un poco de retraso sobre lo estipulado, y creando un poco expectación con un largo trayecto instrumental y sicodélico, MARS SKY RED venían dispuestos a que todos los presentes viajaran a su planeta musical. El trío de Burdeos consiguió hipnotizar al respetable con su música apoyada por imágenes en proyectores para crear un ambiente más galáctico si cabe, y de paso presentar su último trabajo «Apex III (Praise For The Burning Soul)» ante el poco más de centenar de cuerpos que dejaron su alma volar. Esos pasajes atmosféricos mezclados con riffs rotundos y martilleantes en canciones como “The Mindreader”, “Up The Stairs” y “Apex III”, arrancaban ovaciones tras el silencio colectivo que se creaba para percibir las sensaciones que su música es capaz de desprender. Un concierto de sobresaliente que pecó de corta duración. Y es que el regreso de los viajes astrales y/o alucinógenos tarda lo suyo.

Queda demostrado por enésima vez que el disfrute con bandas menos populares (pero con grandes bondades) en un concierto es toda una realidad, con deleite garantizado. Sobre todo si la organización es de diez y el sumatorio de pequeños detalles hace que la velada quede para el recuerdo.