LOS SUAVES

Se llama José Manuel Domínguez Álvarez. Pero todos le conocen por Yosi. Ejerció de Policía Nacional y tiene más de 65 años, pero como muchos datos biográficos, carecen de trascendencia. Lo importante es que los soñadores se guían por los sueños. Y los sueños son inmortales.

Junto con LOS SUAVES, su banda de toda la vida, ha recorrido casi mil escenarios, suficiente  motivo de celebración para salir a compartir sus sueños convertidos en letras de canciones, que forman parte de la historia del rock en nuestro país. Y su público lo espera. Con ansias. Muestra de ello, el lleno completo en la sala La Trinchera de Málaga, ciudad que hacía mucho tiempo que no visitaban.

Los de Ourense se plantaron en el escenario, y a partir de “No puedo dejar el Rock”, nos hicieron viajar hasta el fin de la noche con una gran selección de temas de ayer, de hoy y de siempre. Aunque viejo, pero nunca cansado, Yosi nos contaba qué es lo que ocurre cuando “Los sueños se van”, para después dedicarle unas “Palabras para Julia”, en la que el bohemio vocalista escupía los famosos versos de Goytisolo. Tres historias cargadas de dolor e ilusión al mismo tiempo, con la que los gallegos ponían en revuelo a un público que no cesó de corear cada una de sus letras. “Maldita sea mi suerte” venía a reivindicar el legado que LOS SUAVES ya poseen y lo poco que  necesitan para dejar un grato recuerdo a todos sus asistentes. Así que buscaron en su fondo de catálogo para recuperar algunas viejas canciones, caso de “La ciudad se llama Perdición” y “Por una vez en la vida” que nos inunda de recuerdos. Sin adornos escénicos grandilocuentes ni demás parafernalia, son capaces de ponernos los vellos como escarpias con canciones. No necesitan más, sus letras y su música hacen el resto. Con las maravillosas guitarras de “Viajando al fin de la noche”, seguían envolviéndonos en una inolvidable noche de rock and roll. De esas con olor a cerveza agria y sabor añejo que se hace acompañar de “¿Sabes?, ¡Phil Lynott murió!” o  “Cuando la música termina” como perfecta banda sonora.

Los soñadores nunca paran de soñar, aunque sean conscientes que siempre quedan sueños por cumplir. Pasan los años, y así nos lo da a entender Yosi, que pone su voz fatigada en “Pardao” y consigue que el público se deje el aliento en otra historia que nos hace poner la piel de gallina. Los temas iban cayendo uno a uno floreciendo la pasión que plasma este grupo en escena,  y “Dulce Castigo” y una esperada “Dolores se llamaba Lola” nos acercaba a la primera despedida de la noche.

Pero el público quería más. Reclamaba más. Y quedaba mucho más. “San Francisco Express” volvía a poner en pie de guerra a todos los asistentes, y aunque sus singulares bailes y saltos dentro y fuera del escenario habían mermado un poco desde el comienzo, entre cigarros y cubatas, Yosi volvía a ponerse al frente para morder con fuerza las letras de “Masacre”, “El Afilador” y “Peligrosa María”. Pero todo lo bueno tiene un final, y con “Ya nos Vamos” ya avisaban que sus últimos cartuchos se iban a descargar. Fin de fiesta con una soberbia “La Noche se muere”, donde Yosi, con la ayuda de uno de sus pipas, abandona antes del final para dejar a la banda el total protagonismo con soberbios solos de Alberto Cereijo y Fernando Calvo, acompañados de esa gran base rítmica formada por el eterno Charlie Domínguez al bajo y Tino Mojón a la batería. Están siempre a la sombra del protagonismo del viejo Yosi, pero su calidad y técnica (¡qué decir a estas alturas de Alberto Cereijo!) han musicalizado de forma soberbia los versos de este soñador.

Siguen pasando los días, los meses y los años, y aunque su salud no es la que era y su voz se encuentre cada vez más apagada, seguirá compartiendo sus sueños. Los de siempre que siguen sin cumplirse y los que aún le quedan por cumplir. Pero como escribía Coelho, “la posibilidad de realizar un sueño, es lo que hace que la vida sea interesante”. Bien lo sabe José Manuel Domínguez Álvarez. Al que todos conocen por Yosi.