Hoy por hoy los L.A. Guns tienen más de Spinal Tap que de esa banda que grabó esa trilogía mágica a finales de los 80 y principios de los 90. ¿O es que existe alguna banda en el mundo que se haya dividido en dos, mantengan ambos el nombre original y gire por todo el mundo? Esta es la historia, una triste historia de animadversión entre Tracii Guns por un lado y Phil Lewis y Steve Riley por el otro, condenados a odiarse de por vida.

Si soy sincero, hasta horas antes del concierto dudaba todavía de cual era la formación que venía, pero me alegro de que sea el bando de Phil Lewis más que el de Tracii Guns, escudado por su hijo en el bajo y un cantante sacado de un Gran Hermano musical. Las perspectivas no eran muy buenas pues mucha gente recordaba que en su última venida Lewis destacó por su poca voz.

Afortunadamente las cosas mejoraron esta vez, y el que iba con escasas expectativas salió contento. Apenas llegué a la despedida de unos Hardreams que parece que gustaron y convencieron. Llevan tiempo peleando y desde sus inicios que demostraban clase y tener un buen puñado de grandes temas. Esperemos que dejen de ser promesa y se hagan un nombre, cuanto menos dentro del panorama nacional, poco dado al hard rock por cierto.

La espera fue larga, y más para un servidor que venía de lejos habiendo dejado otros asuntos pensando en que la puntualidad sería más británica que hollywoodiense. El glamour exhibido en la entrada fue más bien escaso, pero el ataque primerizo de “Slap in the Face” hizo honor al título. La más de media sala asistente ya se había impacientado, aunque se mostró más respetuosa y atenta que desmadrada. Lewis parecía que mantenía la voz, a pesar que el paso de los años es evidente. Pero ese tono característico que posee sigue haciéndoles únicos.

El repertorio que poseen tira de espaldas y siempre van a ser una de esas bandas malditas que deberían haber seguido cosechando discos de platino, pero la irrupción de los Guns los relegó a una banda más. El aprendiz superó al maestro. Las dotes de Stacey Blades a la guitarra son perfectas y su look y habilidad casa perfectamente con el de Lewis. De hecho el look que nos llevaban ambos era de postal. Joyas del calibre de “Sex Action” (ese primer disco…) o la espectacular “Never Enough” sonaban a gloria y me felicitaba de verlas en directo cantadas por Lewis y no por el impersonator televisivo que gasta el sr. Guns.

El habitual “hola España”, “Mi español es muy malo” o el recuerdo a sus últimas visitas fueron los tópicos de los que tiró un Lewis armado con su guitarra que iría abandonando y recuperando a lo largo del show. “Over the Edge” y Hollywood’s Burning” convencían pero fue con “Kiss My Love Goodbye” con la que definitivamente se llevaron el público de calle. Excelente comunión con una banda que se gustaba y se mostraba muy comunicativa. Hubo cachondeo con Scott Griffin (bajista) el cual decía Lewis que era su primera visita a Barcelona, con lo cual era un virgen de Barcelona y esa noche perdía su virginidad mientras engullía cerveza.

Antes de “Sleazy Come Easy Go” (no me la esperaba) hubo un problemilla con la guitarra de Blades que se subsanó antes de que Lewis nos contara una terrible broma de la que fue víctima hace poco. No hubo tiempo para el cuento y tras proclamar que esa noche la Ciudad Condal era Hollywood atacaron con el clásicazo del COCKED AND LOADED para seguir luego con “Hellraiser Ball”, de relativa nueva factura pero que no hace decaer el ritmo entre tanto clásico.

Entre “Nothing Better to Do”, “Gypsy Soul” y “Crystal Eyes” Lewis dejó claro que va a ser difícil un retorno de la formación clásica; le dedicó un dedo corazón al Tracii Guns con una cara que lo decía todo. “One More Reason” cerraba la primera parte en la que su líder demostró que estaba realmente interesado en mantener el flequillo a sitio para las muchas fotos que recibía. “¡A diferencia de otros a mi me gusta que me saquéis fotos!” confesaba. Por cierto, la banda sólida, compacta y con el engranaje engrasado y a piñón fijo. Riley estuvo concentrado en su cometido, sin lucimientos ni virguerías.

Más joyas y tocaban las de la corona. El inicio del fin lo puso “Electric Gipsy” temazo primerizo y obligado, pero respetando, claro está, a “Ballad of Jayne”, balada de platino que les llevó a un fugaz pero merecido estrellato. Sin duda otro de los momentos de la noche en el que Lewis brilló en sobremanera y no se le notó el paso del tiempo en su garganta. Finalizando las dos piezas más eléctricas, sleazy y de alto voltaje que han grabado nunca: la imprescindible “Rip and Tear” y la devastadora “No Mercy”, menudos estribillos, grandes coros por parte de todo el grupo y desparrame fiestero por parte del personal. No se llegó al ambiente de tugurio angelino pues el Apolo 2 es una de las salas más coquetas de la ciudad, siempre con permiso del Bikini y el Luz de Gas. De verdad que en esta sala nunca he visto a un grupo sonar mal, hay una cercanía encantadora y los conciertos se viven de forma especial.

Ni son la banda acabada que creían unos ni tampoco están en la flor de la vida, pero lo que importa es que tengan ese estatus suficiente para girar por Europa y nos recuerden que antes de los Guns and Roses ellos ya lucían palmito por Hollywood Boulevard. Y visto lo visto convencen y gustan. ¿Molaría más verlos con Tracii? Pues sí, pero Blades lo suple de maravilla, y tal como están las cosas… igual se reúnen antes Axl y los Velvet Revolver que los Guns de L.A. , es decir, los auténticos Guns de L.A. , aunque su espíritu Spinal Tap esté más desarrollado que nunca… Por cierto, dejarse “Malaria” y “Magdalaine” fue un pecado mortal, a ver si arreglamos ésto la próxima vez.

Jordi Zelig Tàrrega /Fotos: Sergi Ramos

Promotor:RM Concerts

Asistentes:150

Día:30/09/2008

Hora:20:30

Sala:Apolo 2

Ciudad:Barcelona

Teloneros:HARDREAMS

Puntuación:8