Hace tiempo que el señor Tobias Sammet va dando palos de ciego con la que fue la banda que le dio a conocer y que le catapulto a la posición que hoy ocupa. Quizas hayan sido sus discos de Avantasia o probablemente que el happy metal de antaño ya no le llena como antes, pero lo que pudimos ver en el la madrileña sala Heineken es un reflejo de los tiempos que corren para la que pudo ser llegar a ser la banda puntera del heavy metal mas tradicional pero que cada vez tiene mas pinta de quedarse en amago. A esto hay que unir que corren malos tiempos para un género que ni ha sabido ni ha querido renovarse y adaptarse a los tiempos que corren. Una manera de hacer rock que sigue tirando de antiguos cliches de estadio rememorando tiempos mejores en salas de pequeña capacidad, creando una sensación anacrónica ciertamente desconcertante.

Abría la velada el nuevo proyecto del que fuera bateria de los Scorpions, Jammes Kottak, con una propuesta fresca y sobre todo sorprendente. Abstenerse de ir a un concierto de Kottak los fans de la clásica formación alemana, pues no tiene absolutamente nada que ver. Punk guarro, de garage, de litrona y medias rotas, es lo que nos propone el otrora bateria convertido en guitarrista, cantante, showman, cómico (muy bueno el númerito de ir quitandose camisetas hasta mostrarnos un tatuaje salvaje que reza “Rock and Roll forever") y animal escénico. En apenas media hora y frente a un público que ni mucho menos estaba preparado para ese estilo musical, la banda se metió a la audiencia en el bolsillo, gracias a una gran actitud y una poderosa energia enormemente contagiosa. Por poner algun pero, la escasa pericia técnica de unos músicos que se preocupan mas de disfrutar y dar cera que de clavar cada nota. Pero al fin y al cabo, esto es punk rock señores. No se puede pedir mas.

Con unos pocos minutos de retraso, hacian su aparición el señor Sammet y compañia, abriendo el concierto con Nobody´s Hero. Una mejora sustancial del sonido con respecto a la banda telonera y una actitud de comerse el mundo hacen prever una velada magnífica por delante, pero nada mas lejos de la realidad. Nada mas terminar “Tears of the madrake”, empieza el primer discurso de los múltiples que llenaron la velada, cargándola de una pesadez y un ritmo terriblemente lento. Y es que no puede ser que en dos horas de concierto toquen 13 canciones. Ni mas ni menos. Los chistes estan bien, pero en su justa medida. Los juegos y las incitaciones al público para que coree los temas, estan bien, pero aburren si se hacen en todas y cada una de las canciones que toca la banda. Señores, aqui se viene a tocar. Y punto. Supongo que los fans mas acérrimos, aquellos que perdonan cada pecado de sus bandas favoritas sin importar que hayan hecho antes, saldrían mas o menos satisfechos de un concierto que parecia en ocasiones mas un karaoke que otra cosa. Quiero recordar que no hace un año casi se crucificó a Jared Letto por hacer mas o menos lo mismo en Madrid. Pero claro, siempre ha habido clases.

En cuanto a sonido y ejecución de los temas, correcto. A una sala de este tamaño tampoco se le puede pedir mas acusticamente de lo que pudimos disfrutar, y los músicos cumplieron con pericia y sin alardes acompañando a un Tobias sammet que, eso si, lo poco que cantó, lo hizo mas o menos bien.

Y poco mas que contar de un concierto que dejó un sabor agridulce y una sensación de estar ante otro de aquellos interesantisimos proyectos de la decada pasada que pudo haber sido grande pero se quedó a mitad de camino. ¿Quizás por cosas como esta? Quien sabe.

Texto: Fran Domínguez / Fotos: Javier Bragado

Promotor:Rock N Rock

Asistentes:500

Día:14/10/2011

Sala:Heineken

Ciudad:Madrid

Puntuación:7