Hoy os proponemos un top 10 algo peculiar. Canciones que son, generalmente, instrumentales, que no suelen seguir la estructura típica de la canción, que juegan de forma sutil con las tonalidades, que tienen un valor narrativo y que, mediante sus melodías, nos evocan paisajes e historias de una forma casi cinematográfica. Canciones que se escuchan con los ojos cerrados.

Hoy os proponemos un top 10 algo peculiar. Canciones que son, generalmente, instrumentales, que no suelen seguir la estructura típica de la canción, que juegan de forma sutil con las tonalidades, que tienen un valor narrativo y que, mediante sus melodías, nos evocan paisajes e historias de una forma casi cinematográfica. Canciones que se escuchan con los ojos cerrados.

El género líder indiscutible en esta categoría es el prog metal y, en menor medida, el sinfónico, que se benefician de la larga duración de sus temas, sus influencias en el género clásico y su apuesta por la experimentación y el virtuosismo. Así pues, hacer este top 10 con grupos prog habría sido la opción fácil, por lo que se intentó apartarse de esos grupos que todos conocéis y buscar este estilo de música en otros géneros.

Ya os avanzo que no ha sido tarea fácil. Y que no hagáis mucho caso al orden. 

10. “Rondèu”, de Boisson Divine

Limitar a un top 10 ha sido complicado: después de la última criba, había 18 grupos candidatos, algunos con más de un tema que aspiraba a entrar en la lista, pero al final, el que ha cerrado el top es Boisson Divine, gascones y comprometidos con su tierra. ¿Quién dice que sólo se hace buen folk en el norte de Europa? Empiezan a destacar con “Enradigats”, su primer álbum y, concretamente, este animado instrumental que no da vergüenza poner lado a lado con Eluveitie. Será un buen consejo mantenerles el ojo puesto encima.

9. “Passion Proof Power”, de Ensiferum

Con permiso de Turisas, Ensiferum son los culpables de buena parte de nuestras asunciones sobre la imagen, sonoridad y épica de los vikingos. Hasta se da el caso de jóvenes fineses que se identifican más con la representación propuesta por este grupo que por las de la auténtica historia. Consecuentemente, no es de extrañar que, des de la épica “Ad victoriam”, pasando por la sentida “By the dividing stream”, hasta llegar a la etérea “Symbols”, Ensiferum hayan demostrado una calidad y un buen trabajo excepcional. Personalmente, no es de los grupos del estilo que más me entusiasmen, pero debo destacar la mastodóntica “Passion Proof Power”, de más de 17 minutos de duración y con varios episodios temáticos, cada uno con un sonido único. No obstante, lo que realmente la hace espectacular es que, bien adentrados en el minuto 12, después de comernos un buen trozo de tarta sinfónica -vocales operísticos incluidos- y guitarras virtuosas, cortan la acción con un pasaje que parece ambientado en el día a día de una aldea de la época: gente paseándose, un par de flautas de fondo, alguien contando una historia,… ¡hasta gallinas! Un minuto magistral.

8. “Isata”, de Metsatöll

Metsatöll es un grupo estoniano que cuenta con su haber con el multinstrumentista Varulven, que, suponemos, es el que se encuentra detrás de la guitarra de “Isata”, que crece y florece, de forma casi caótica, a medida que avanza la pieza.

7. “Wald der Freiheit”, de Equilibrium

Estos últimos puestos de la lista han sido los más disputados, y aún así me pregunto como Equilibrium ha acabado cayendo aquí… Pero es que hay bandas con tanta calidad, y la diferencia de talento es tan nimio entre ellas, que es muy complicado valorarlas numéricamente y decir “esta es mejor que aquella”. Equilibrium es, quizá, la banda de la lista que se acerca más al prog, pero el hecho de que haya sido capaz de soltar temazos como “Mana”, “Kurzes Epos”, “Aufbruch”, y la ESPECTACULAR (así, con mayúsculas) “Wald der Freiheit” la hace más que perfecta para el puesto. Sigo sin saber qué dios maligno de las matemáticas los ha hecho acabar en la séptima posición…

6. “Anagantios”, de Eluveite

En algún momento, estos suizos tenían que aparecer en la lista. Han sido capaces de crear grandes instrumentales, como “Isara” o “The Liminal Passage”, y hasta de concedernos un pedazo álbum conceptual como es “Evocation I: The Arcane Dominion” (a la espera de la segunda parte, que Chrigel va prometiendo que llegará en algún momento), con títulos como “Within the grove”, “Gobanno” o “Dessumiis Luge”, que siempre consigue ponerme la piel de gallina.

Anagantios” es la elegida para la lista porque pertenece a “Slania”, el álbum que catapultó a Eluveitie a la primera división del folk y consiguió que, hoy en día, los suizos estén dónde están.

5. “Venetoi! – Prasinoi!”, de Turisas

Por extraño que pueda parecer, nunca he podido evitar escuchar en Turisas un cierto aire a las mejores producciones de Broadway. Sea por los pasajes descriptivos, con diálogos entre distintas voces, réplicas de coro, y un tempo casi narrativo, temazos como “Rex Regis Rebellis”, “In the court of Jarisleif”, “The Great Escape” y “Ten more miles” destacan por su innovación y dramatismo.

A pesar de que no es enteramente instrumental, el hecho de que más de 2/3 de su longitud no tengan letra, dejan cualificar a “Venetoi – Prasinoi” para la lista, y puntúa alto gracias a su intensidad y pasión. Casi es una lástima que tenga que acabar para dar paso a “Stand up and fight”…

4 y medio. “Algir Tognatale”, de Wardruna

Jugamos sucio aquí porque Wardruna no se puede considerar metal, aunque uno de sus vocalistas sea el mismo Gaahl de Gorgoroth. En su lugar, se decantan más por ser etiquetados como dark folk, o folk ambiental. Gracias al multinstrumentalista Kvitrafn y las voces de Lindy Fay Hella y Kristian Eivind, este proyecto minimalista, cargado de sentimiento y misticismo nos traslada a otras épocas, más sencillas, pero también más mágicas. Sólo dos discos, pero que brillan con luz propia cuando los escuchas durante las horas pequeñas de la noche, cuando el resto del mundo está quieto y en silencio.

4. “The eyes of Sharbat Gula”, de Nightwish

Y aquí está el legítimo cuarto ganador. Privar a Nightwish de cualquier top 3 debería ser considerado atentado contra la industria musical y el colectivo metalero. Me arriesgaré. Aún así, dándoles el top 4 no quiero negar el reconocimiento a Tuomas Holopainen como el gran arquitecto de los paisajes sonoros – des de “Elvenpath” hasta “The greatest show on Earth” nos ha regalado, precisamente, melodías cargadas de sentimiento y maestría que nos han hecho soñar, llorar y emocionarnos con los ojos cerrados.

Aunque en “Endless forms most beautiful”, su más reciente trabajo, Nightwish haya optado para destacar la belleza de las pequeñas cosas, el estilo grandilocuente y sinfónico que les ha caracterizado al largo de estos años les detiene, en esta ocasión, a las puertas del top 3.

3. “Bakom varje fura”, de Finntroll

Los suecofineses tienen una larga tradición de regalarnos verdaderas obras de arte de la ingeniería sonora, sea por medio de la narración del ataque de un trol (“Kyrkovisan” o “Marknadsvisan”) o con acertadas presentaciones de los monstruos (“Bastuvisan” o “Blodsvept”). Hasta “Nifelvind” nos regalaron un intro y un outro dignos de museo en cada álbum, y la obra acústica “Visor om slutet” es una joya de pies a cabeza: tan pronto te pone los pelos de punta con “Veripuu” como te hace bailar al son de “Under varje rot och sten”.

Aunque la medalla de bronce la hayan conseguido más por toda su trayectoria que por un tema en concreto, se tenía que elegir a uno: una pequeña pieza escondida en el tracklist de “Jaktens Tid”, “Bakom varje fura”.

2 y un poco más. Lágnaetti – Sólstafir

Mientras Wardruna se mantiene fuera del metal, Sólstafir se niega a acabar de abandonar sus raíces black, aunque ahora opte por explorarlas y posmodernizarlas. Sus canciones suelen tener letras, pero están interpretadas por Addi de una manera que se mezclan con el resto de capas de instrumentos y no importa tanto qué dice, si no cómo lo canta. Que una canción en islandés, como es “Lágnaetti”, te llegue, te ponga los pelos de punta y casi te dé vértigo con sólo escuchar un par de compases, siempre es buena señal de su capacidad de evocar y sugerir paisajes, sentimientos, historias y emociones.

2. The rite, de Northland

Los barceloninos Northland abren los directos de su nueva gira con esta preciosidad a violín, y nos demuestran el impacto atmosférico que puede tener algo tan simple como la inclusión de un sonido ambiental de lluvia. Por su sencillez y, a la vez, su buen efecto, y por el acierto de llevarla para abrir los directos, la medalla de plata va para un grupo nacional.

1. Husky sledge, de Korpiklaani

Y la ganadora indiscutible, en mi modesta opinión, es esta enorme obra de arte que Korpiklani se marcó en su reciente “Manala”. Sólo un violín y unos cascabeles nos trasladan a la solitaria estepa siberiana. Simple, puro, cargado de matices, y utilizando las intensidades y las imperfecciones técnicas como una muestra más de carácter – no necesita más de dos minutos para embelesar. Gana puntos, además, por ser algo tan distinto a lo que Korpiklaani nos tiene acostumbrados. Escuchad y dejaos enamorar.

Una última mención a una canción que, a pesar de que tiene apenas unos pocos meses de edad, ya he visto referida en varias partes como “la mejor instrumental de folk metal de la historia”. Se trata de “The Heart of Wilderness”, por el compositor Antti Martikainen, que él mismo define como “folk metal ruso”. ¡Juzgad por vosotros mismos si es digna de tal epíteto!