Los fans de la música rock tenemos una tendencia enfermiza a encumbrar el pasado, posiblemente ante la perspectiva de un presente algo carente en lo que a buenas composiciones y originalidad se refiere. Eso es lo que se desprende de muchos comentarios que leo en estos días sobre "Turbo", el disco que en 1986 dividió a los fans de Judas Priest, inseguros sobre como asumir que el sonido de una banda más heavy que el viento se había entremezclado con sintetizadores, triggers y otras moderneces que eran impropias de un grupo como ellos. Ahora se habla de "Turbo" como si fuese el segundo advenimiento de Jesucristo, pero en la época fue visto como un ultraje a la bandera. Lo que pasa es que, si lo comparamos con "Nostradamus" o "Redeemer of Souls", evidentemente suena a gloria. Lo que decíamos de la perspectiva y la memoria selectiva.

Los fans de la música rock tenemos una tendencia enfermiza a encumbrar el pasado, posiblemente ante la perspectiva de un presente algo carente en lo que a buenas composiciones y originalidad se refiere. Eso es lo que se desprende de muchos comentarios que leo en estos días sobre «Turbo», el disco que en 1986 dividió a los fans de Judas Priest, inseguros sobre como asumir que el sonido de una banda más heavy que el viento se había entremezclado con sintetizadores, triggers y otras moderneces que eran impropias de un grupo como ellos. Ahora se habla de «Turbo» como si fuese el segundo advenimiento de Jesucristo, pero en la época fue visto como un ultraje a la bandera. Lo que pasa es que, si lo comparamos con «Nostradamus» o «Redeemer of Souls», evidentemente suena a gloria. Lo que decíamos de la perspectiva y la memoria selectiva.

«Turbo» representa a unos Judas Priest perdidos en su propio éxito de mediados de los 80. Tan exitosos que no terminaban de saber como mantener la maquina funcionando y optaron por innovar y no repetirse. Algo valiente y recomendable para cualquier banda, excepto para cualquier banda de heavy metal tradicional en el año 1986, donde lo que se premiaba era el continuismo e incluso el anquilosamiento desmedido. Mientras, el mundo de la música pop evolucionaba a pasos agigantados entre sonidos nuevos y estilos compositivos novedosos. Judas Priest intentaron optar por algo a medio camino: mantener las guitarras a tope pero pasarlas por unas pedaleras de efectos que teñían de purpurina el resultado final. Si bien eso concierne al aspecto sónico, el compositivo también se vio afectado: temas facilones, de estructura pop, dominados por melodías altas en glucosa y estribillos de estadio. Los fans, divididos, llenaron los conciertos de la gira por inercia y consiguieron ver algunos de los mejores shows de la historia de Priest, algo que esta reedición documenta con la inclusión de un directo grabado en el Kemper Arena de Kansas City en 1986 en pleno «Fuel for Life Tour». Un directo, de hecho, mucho mejor y más realista que el mítico «Priest…Live!» que tan retocado quedó tras varias visitas al estudio.

Este «Turbo 30» celebra con una remasterización y la inclusión del mencionado show en directo, el inicio de la época confusa de Priest. Esa que acabó con el puñetazo en la mesa que supuso «Painkiller» pero que duro toda la segunda mitad de los ’80. Un lanzamiento que se enmarca en esa retahíla de muestras de nostalgia que la banda lleva editando a lo largo de la última década, sabedores de que los 80 fue su década dorada.

«Turbo», como muchos sabréis, tuvo su origen en «Twin Turbos», un proyecto de disco doble que terminó siendo descartado y cuyas canciones terminaron reapareciendo en otros lanzamientos o reediciones posteriores. La mayoría de ideas aparecieron en «Ram it Down», que arrastra muchos de los tics de la producción de «Turbo» pero que muestra el lado más netamente metálico de la banda. Al final «Turbo» quedó como el disco comercial y «Ram it Down», aprovechando esas sobras y algunos temas de nueva composición, como el disco más heavy y propio de las raíces de la banda, aunque visto con la perspectiva del tiempo es un bodrio a excepción de tres temas. Pero en lo que nos concierne, que es «Turbo» la cosa se aguanta razonablemente bien a nivel compositivo. No es brillante (competir contra la mejor versión de ti mismo es muy complicado) pero es apañado. «Out in the Cold» es tan caduca que parece hecho adrede, pero las melodías son imbatibles. Lo mismo con «Turbo Lover», un himno imperecedero a día de hoy. Otros como «Parental Guidance» o «Locked In» siguen manteniendo el tipo treinta años después. Pero otras como «Rock You All Around the World», «Wild Nights, Hot & Crazy Days» o «Reckless» son razonablemente inferiores a la media esperada de Priest. «Private Property» se queda a medio camino entre el himno y el relleno, pero se aguanta por si misma. Al final, la impresión que da -tanto por la gestación del disco como por el resultado del mismo- es que Judas Priest no tenían muy claro hacia donde iban en ese punto de su carrera pero que era mejor subirse al carro de lo contemporáneo por si sonaba la flauta. Y la flauta sonó, a medias. La gira funcionó pero «Turbo» tuvo un éxito más moderado que trabajos previos, demostrando que el descontento que se fue extendiendo entre el sector más purista de sus fans era real y se traducía en las ventas. Por suerte, como todos sabemos, Priest volvieron a encontrar el camino.

Grupo:Judas Priest

Discográfica:Sony

Puntuación:5

Canciones:

  1. Turbo Lover
  2. Locked In
  3. Private Property
  4. Parental Guidance
  5. Rock You All Around the World
  6. Out in the Cold
  7. Wild Nights, Hot & Crazy Days
  8. Hot for Love
  9. Reckless

Año:2017-02-03

Votación de los lectores:5